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Ayuso, sobre el ‘caso Medina’: “Pondría la mano en el fuego por José Luis Martínez-Almeida”

La presidenta de Madrid defiende el papel del alcalde en el escándalo de las mascarillas y su alianza con Vox

Nueva ley secretos oficiales
La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el consejero de Presidencia, Justicia e Interior, Enrique López, aplauden en la sesión de la Asamblea que vota este jueves las enmiendas a la totalidad de la Ley de Autonomía Financiera.Miguel Oses (EFE)
Juan José Mateo

Hay frases que persiguen a sus autores, haciéndolos prisioneros de sus palabras. Si Mariano Rajoy fue un maestro de los silencios que evitaba concreciones que se le pudieran volver en contra en el futuro, Isabel Díaz Ayuso es lo opuesto. “En Madrid hay un Gobierno de coalición [de PP y Vox]”, dijo hace un mes, porque la extrema derecha solo la apoya desde la oposición y quería cimentar su alianza. “No voy a ir a ningún tribunal, porque no he hecho nada”, afirmó hace dos semanas sobre las numerosas polémicas por su gestión. “Pondría la mano en el fuego por el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida”, ha defendido este jueves en la Asamblea, pese a que el regidor está en su peor momento: le desgastan la investigación por el presunto uso de medios municipales para espiar a la presidenta y las comisiones millonarias cobradas en 2020 por dos intermediarios en un contrato de mascarillas y guantes. A Ayuso parece darle igual. A cada crítica de la izquierda, redobla la apuesta.

Todo arranca con Mónica García, la líder de Más Madrid, que resume el escándalo del Ayuntamiento de pregunta en pregunta.

―¿Usted pondría la mano en el fuego por el señor Almeida? ¿Usted condena la estafa de los comisionistas? ¿Usted embargaría los Ferraris?― , lanza la líder de la oposición.

― Pondría la mano en el fuego por al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida―, contesta la presidenta regional.

Es la oficialización de una paz con vencedores y vencidos. Durante meses, Díaz Ayuso y Martínez-Almeida disputaron un pulso soterrado por la presidencia del PP de Madrid. El alcalde no quería que la presidenta aunara el poder orgánico e institucional. Coqueteó con presentarse. Amagó con apoyar una tercera opción. Y en el entretanto, aquel ticket bien avenido, los partners (socios), que les gustaba decirse, fue separándose, diluyendo por una cuita interna una de las mejores parejas electorales de las que dispone el PP.

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Ahora, la salida de Pablo Casado, defenestrado por perder su pulso con Ayuso, ha acabado con cualquier duda. La presidenta autonómica liderará también el partido. Almeida tendrá su cuota de poder orgánico a través de sus afines, como demuestra que Inmaculada Sanz, su número dos, sea una de las vicepresidentas del comité organizador del congreso. Pero su papel será ya el de subordinado.

Por eso, Díaz Ayuso obvia los ferraris, los relojes de lujo, los chalets, y los viajes VIP que se pagaron los comisionistas del contrato del Ayuntamiento. Por eso, salva al alcalde del escándalo. Por eso, intenta poner bajo los focos al padre de Juan Lobato, el líder de la oposición, que es abogado de la funeraria municipal, empresa que gestionó el contrato sin que, precisamente, pasara por la asesoría jurídica. Y por eso, ahora el futuro de la presidenta queda unido de nuevo al del regidor, en el ojo del huracán hoy, y quién sabe dentro de menos de 12 meses, cuando ya esté puesta en marcha la campaña de las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023.

Para ambos será fundamental entonces el resultado de Vox, con Cs el único socio posible del PP en toda España. Por eso Ayuso mima su pacto con Rocío Monasterio ― indispuesta este jueves, por lo que su partido no ha preguntado en la sesión de control― . Por eso, fue la líder popular más destacada en la toma de posesión de Alfonso Fernández-Mañueco, presidente de Castilla y León en el primer gobierno de coalición de la formación conservadora con la extrema derecha. Y por eso, este jueves, en el Parlamento regional, se ha revuelto contra las críticas de la izquierda.

¿Se reafirma en que están gobernando en coalición con Vox?”, le pregunta Carolina Alonso, de Podemos. “Usted comparte mucho con la ultraderecha, de hecho, las políticas ultras las defiende en Madrid el PP”, sigue. “Es una vergüenza para toda Europa”, añade, pidiendo replicar en España el cordón sanitario que hay en otros países para la extrema derecha.

“Entiendo el cordón que quieren aplicar a Vox en toda España para evitar que el PP pueda gobernar”, le contesta Ayuso. “Por lo que veo, aquí hay dos opciones: aquí, o se gobierna con comunistas, con golpistas independentistas, y con el entorno de ETA, o tiene que hacerlo el PP con mayoría absoluta”, ironiza. “Debe [de] ser que somos los únicos que no podemos llegar a acuerdos”.

La bancada del PP aplaude entusiasmada. Es un día clave para el Gobierno en la Asamblea. Ayuso se enfrenta a la posibilidad de su primera derrota parlamentaria desde el 4-M, ya que se vota la tramitación de la ley de autonomía fiscal, contra la que Vox ha registrado una enmienda a la totalidad. Pero los dos partidos negocian a contrarreloj. Y, en consecuencia, Ayuso no ahorra palabras: solo el futuro sabe si las frases que la persiguen llegarán a alcanzarla.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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