Turismo en Madrid: muerte de éxito
Las calles del centro se abarrotan durante las fiestas navideñas dificultando la vida de los vecinos
El centro de Madrid se peta en Navidad, es ya tradicional. Están los vecinos, pero también los turistas nacionales, los turistas internacionales, los señores disfrazados de Papá Noel y los habitantes de otros distritos de la ciudad que acuden en masa a practicar el consumo intensivo, participar en reuniones amistosas o empresariales, o visitar las luces navideñas, los belenes o los mercadillos. Tanto es así que el Ayuntamiento dispone de un dispositivo policial antiaglomeraciones que controla los flujos ciudadanos, el acceso a las calles para evitar altas densidades de personas y los peligros que ellas comportan.
Navidad y los puentes de diciembre son temporada alta en Madrid. En el mes de noviembre los viajeros y las pernoctaciones en la ciudad crecieron la brutal cifra de más de un 440% respecto al año anterior. Pero tiene truco: el año anterior fue 2020, cuando se vivieron las más duras restricciones de la pandemia. Si medimos respecto a 2019 encontramos una caída del 21%: el turismo todavía no ha llegado a las cotas previas al virus, y la aparición de ómicron puede influir a la baja. El sector hotelero preveía una ocupación para estas fiestas entre el 50 y el 60%, mientras que el Colectivo de Pequeños Propietarios de Viviendas Turísticas manejaba un 80% para sus pisos.
“Madrid en Navidades ofrece gran cantidad de opciones para disfrutar”, dice Almudena Maíllo, concejala delegada de Turismo del Ayuntamiento. “Nosotros decimos que si la vida fuera una ciudad, esa ciudad sería Madrid”. Desde el Consistorio también han creado un término para designar la acción de ser turista en la propia ciudad: madrileñear. Para promocionar el turismo navideño han publicado un mapa ilustrado gratuito que incluye las diferentes atracciones: desde las visitas guiadas que han diseñado para estas fechas, hasta espectáculos de videomapping en Cibeles, conciertos en parroquias o La Ruta del Buzón Mágico, que permite a los más pequeños enviar sus cartas repletas de deseos a los Reyes Magos.
Turismo sostenible
Pero quizás se esté madrileñeando demasiado. El modelo turístico vigente suele matar de éxito al centro de muchas grandes ciudades (véase el conocido caso de Barcelona), arrebatando a los vecinos la posibilidad de acceder a una vivienda o disfrutar de las calles, rendidas sin remedio al dios turístico, en forma de tiendas de souvenirs, pequeños supermercados especialmente pensados para las necesidades de los visitantes y abrevaderos para turistas con precios desorbitados.
“Las viviendas turísticas son una lacra para nosotros, sobre todo en estas fechas: hay edificios que son verdaderos hoteles informales”, dice Víctor Rey, presidente de la Asociación de Vecinos Sol-Barrio de las Letras. “En los pisos y en las calles hay ruidos, discusiones, follones de todo tipo, gente que no respeta”. Es el tan mentado parque temático en el que se torna la urbe contemporánea. “Conocemos a mucha gente que durante estos días ya no quiere venir al centro ni de broma”, dice Rey. “Y también a muchos vecinos que ya se han tenido que marchar a vivir a otros lugares. Los vecinos, en el mejor de los casos, pintamos poco”.
Por eso es importante trabajar por la descentralización: hacer que el turismo no se estanque en el distrito Centro, sino que fluya por una ciudad que tiene suficientes atractivos por toda su geografía. “Si algo tiene Madrid son muchos rincones que disfrutar: nuestra apuesta es por la descentralización, por ejemplo, poniendo en valor los parques que tiene la ciudad”, dice Maíllo.
El turismo sostenible, según la responsable, se aborda desde diferentes puntos de vista: el medioambiental, tratando de minimizar la huella ecológica, el intento de desestacionalizar las visitas para que se repartan de modo más homogéneo durante todo el año, o el social, consiguiendo que el turismo genere empleo de calidad, “ese que está comprometido con el destino y que aporta riqueza a la ciudad”, según la concejala. Para la responsable es importante que el turismo sea compatible con la propia vida de la ciudad.
El Ayuntamiento ha recibido 10 millones de euros de los fondos europeos Next Generation para revitalizar el sector. Algunas de las facetas que viene tratando de potenciar es el turismo de congresos (ya supone un 14% del turismo total de la ciudad), el turismo de compras o el turismo movido por intereses culturales, ya con gran peso, todos ellos considerados como turismo “de calidad”.
Durante el año que comienza se prevé la apertura de varios hoteles de lujo en el centro, la llegada de una gran exposición sobre fútbol (Madrid será Capital Mundial del Deporte en 2022), se seguirán potenciando los musicales, los centros de interpretación y todo tipo de actividades culturales pensadas para atraer a los visitantes (más que para alimentar el espíritu de los vecinos). Por lo pronto, mientras se persiguen los bienintencionados objetivos de la descentralización y la sostenibilidad, Madrid se sigue promocionando con intensidad y cierta grandilocuencia, tratando de estar guapa ante los de fuera y atraer al máximo de visitantes para el máximo de gasto per cápita. Los barrios del centro siguen expulsando a sus vecinos, homogeneizándose, turistificándose y perdiendo sus esencias: dejando de ser Madrid para ser cualquier otro sitio. Y en Navidad apenas se puede pasear.
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