Cuenta atrás para abrir la plaza de España: de Sol a la Casa de Campo sin cruzar un semáforo
El Ayuntamiento de Madrid anuncia que el próximo lunes 22 de noviembre se darán por terminadas las obras de un proyecto que inició Manuela Carmena hace cuatro años
Hubo un tiempo en que la plaza de España era un inmenso huerto. Hace casi 500 años este corazón de Madrid era un inmenso cultivo de hortalizas que se nutrían del arroyo de Leganitos, pegado a la plaza y actual nombre de una de las calles paralelas a la Gran Vía. Desde entonces, este mítico templo de peregrinación turística y lugar emblemático para los madrileños, ha sufrido varias transformaciones. La última se ha visto envuelta en obras y en polémicas desde hace casi cuatro años. Esta nueva reforma, ansiada y esperada por su retraso, que ya acumula casi ocho meses, será inaugurada finalmente por el alcalde José Luis Martínez-Almeida el próximo lunes 22 de noviembre, según anuncian desde el Ayuntamiento. El inicio y el proyecto fue planificado por la anterior alcaldesa, Manuela Carmena. Cuatro años después, será la gran herencia de la legislatura de PP y Ciudadanos, que atraviesa ya su tercer año de mandato. Las obras han costado a las arcas públicas alrededor de 70 millones de euros.
Todo comenzó en 2017, cuando el gobierno de Ahora Madrid anunció el proyecto ganador de la consulta ciudadana para la remodelación. Se trató del diseño Welcome Mother Nature, que obtuvo el 52% de los votos en una macroconsulta promovida por el Ejecutivo municipal, que juntaba preguntas sobre la Gran Vía y actuaciones en los distritos. La iniciativa costó al erario público 1,1 millones de euros e involucró a 212.000 ciudadanos, de 2,7 millones con derecho a voto. Se enviaron papeletas a casa, como si fuera un referéndum o unas elecciones municipales.
Restos arqueológicos
Desde el principio, las obras se enfrentaron a numerosos obstáculos. No era un proyecto sencillo. Las máquinas dejaron de funcionar varias veces por las complejidades arquitectónicas de la remodelación, que afectaban a la zona arqueológica del recinto histórico de la Villa de Madrid, protegida como Bien de Interés Cultural. Uno de los motivos del retraso de las obras fue el hallazgo de restos arqueológicos del siglo XVI, que aparecieron al empezar a excavar en la calle de Bailén con la finalidad de unir el túnel de esta vía con la plaza para soterrar el tráfico. Este hallazgo incrementó el presupuesto de las obras un 20%, con casi nueve millones de euros más.
“Esta remodelación era necesaria porque esta plaza había sufrido un gran proceso de degradación desde los años cincuenta″, opinaba hace unos días en la web de Radio Televisión Española José Luis Inflazón, director general de Espacios Públicos de Madrid. “Se trata de integrar los valores paisajísticos como patrimoniales que estaban desconectados”. La exalcaldesa Ana Botella también sopesó una reforma para la plaza que consistía, básicamente, en ampliar las plazas del aparcamiento subterráneo a través de un proyecto público-privado. “Madrid vuelve a ser ejemplo de que es posible la fórmula de la colaboración público-privada para abordar obras necesarias para la ciudad sin tocar el bolsillo de los ciudadanos”, dijo Botella durante la presentación de su proyecto en octubre de 2014. Su plan, sin embargo, nunca se llevó a cabo.
Tres años después, el gobierno de Carmena se involucró de lleno en la reforma. “La remodelación de Plaza España”, opina el entonces edil de Urbanismo José Manuel Calvo en su libro Manual de un gobierno progresista (Catarata, 2020), “tendrá una trascendencia similar a la que en su momento tuvo Madrid Río, aún tratándose de una escala menor. Probablemente, estemos ante el proyecto más relevante para Madrid de la próxima década”.
Motivos de la remodelación
Calvo recuerda en estas páginas los motivos de la remodelación. “Este espacio se había ido degradando con el paso del tiempo hasta convertirse en una suerte de fondo de saco rodeado de un tráfico incesante. A su vez, la frondosidad que ha alcanzado el arbolado provoca una sensación constante de falta de iluminación, lo que sumado a la dificultosa conexión peatonal que tiene con la plaza Oriente y el parque del Oeste, hace que no resulte demasiado apetecible pasear por allí cuando empieza a escasear la luz del día”.
Con estas premisas, nació la idea de revolucionar el centro de Madrid. Para cambiar la fisionomía de la plaza el diseño recayó en las manos de los arquitectos Fernando Porras y Lorenzo Fernández Ordóñez. El nuevo perímetro de Plaza España contará ahora con más de 1.200 nuevos árboles, que se sumarán a los ya existentes. Las obras han generado 2.250 puestos de trabajo, según el área de Obras, que recuerda que el mismo día de la inauguración, el 22 de noviembre, también entrará en funcionamiento el túnel que atraviesa el eje Bailén-Ferraz, lo que supondrá una importante mejora en la movilidad de la zona.
El túnel resultante de la reforma se suma al ya existente, que transcurría entre la calle Mayor y los Jardines de Sabatini, otro tramo que llega hasta la calle Ferraz a la altura de Ventura Rodríguez, en su entrada desde el norte y de la calle Luisa Fernanda en su salida desde el sur. La unión de ambas partes generará una nueva infraestructura subterránea de más de 1,1 kilómetros. Dicho túnel dará acceso a la Cuesta de San Vicente, lo que permitirá la conexión con la M-30 y con la Gran Vía. Pero, sin duda, el principal cambio será para los peatones. “Un vecino”, observó hace unos días el alcalde Almeida, “podrá desplazarse desde el Palacio Real al Templo de Debod y desde la Puerta del Sol hasta la Casa de Campo prácticamente sin cruzar un solo semáforo”.
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