Escalada y niños, un binomio imbatible
Los rocódromos ofrecen sesiones de iniciación, bautismos en familia, clases, cumpleaños, días sin cole y campamentos para acercarse a este deporte en auge
“Hola a todos. Hoy es el séptimo cumpleaños de Álvaro y lo celebraremos el viernes en un roco”, dice el primer mensaje del grupo de WhatsApp creado para la ocasión que recibe María Cifuentes. Es su tercer cumple en un rocódromo en los últimos seis meses y ella misma se plantea acudir a uno para la fiesta de su hija el mes que viene. “La niña me lo pide, está entusiasmadísima”, cuenta. La escalada ha pasado de ser al aire libre, minoritaria y muy desconocida, al estar asociada al peligro y a unas características físicas concretas, a convertirse en la gran actividad indoor, segura y emergente entre los niños, que la disfrutan como si no hubiera un mañana porque en ellos, el ansia de trepar, de subir, de llegar más alto, es completamente innata.
“Estamos a tope de la mañana a la noche, el sector es un boom, está de moda”, ratifica Gelu Castro, profesor en Urban Monkey. Castro, asturiano de 41 años, lleva “toda la vida” en esto al ser provenir de una familia de escaladores y se mudó hace seis a Madrid atraído por el tirón que empezaba a tener la comunidad. “Antes, había pocos rocódromos y no lo daban en el Teledeporte, pero este año mucha gente ha podido verlo en los Juegos Olímpicos”, explica sobre las razones de esta auténtica explosión. “Hemos pasado de 60 alumnos a 200 en apenas un trimestre”, cuantifica el efecto olimpiada el director de Climbat Madrid, Nacho Escribano.
Para los niños, es una actividad muy completa y recomendable. “En la parte física, se trabaja toda la musculatura y es multiarticular. Mejora la coordinación, la elasticidad y el equilibrio y contribuye al desarrollo muscular y psicomotriz. No tiene nada que ver con los deportes tradicionales, cíclicos, en soledad y aburridos”, explica Mario Nevado, responsable de actividades infantiles en Sharma Clumbing. “Es 100% funcional y natural, sin cargas externas, aporta mucha propiocepción o conciencia de nuestro cuerpo, y se adquieren patrones muy saludables. Más que un deporte, es una filosofía de vida”, destaca Escribano.
También conlleva aspectos psicológicos muy beneficiosos. “Te saca de tu zona de confort. Al subir en altura y no controlar el espacio ni el medio, tienes que afrontar el miedo, gestionar tus emociones y tomar decisiones por ti mismo”, recuerda Nevado, que se inició con nueve años y a sus 30 aún tiene “el recuerdo real del miedo”. “Trabajar esta psicología desde edades muy tempranas te aporta mucho para toda la vida”, subraya, a lo que Castro añade que aprenden “lo que cuestan las cosas, la persistencia, la pasión, a no rendirte, a superarte, a sacrificarte por lo que quieres conseguir”.
“Tiene un componente importantísimo de estrategia y planificación, somos jugadores de ajedrez en vertical, se trabaja la disciplina, el compromiso, la voluntad y la paciencia”, destaca Nevado, a quien la parte que más le gusta es la social. “Venimos de la cultura del deporte en equipo, que tiene muchas cosas buenas, como el trabajo cooperativo, pero también algunos aspectos negativos que cuidado con ellos, como los roles y las etiquetas”, el líder, el tímido, el paquete..., explica Nevado, que recuerda que la escalada “tiene un punto de equipo en cuanto a táctica y a aportar seguridad, pero al final eres tú, tu espacio y tu gestión, tú contra la pared, no hay más”. “Va de autosuperación. No compites contra nadie, sino contra tu propia sombra”, añade Escribano.
Otra “cosa superchula” para Nevado es que los entrenamientos son mixtos y la brecha de género, a pesar de haber sido un deporte tradicionalmente masculino, hoy por hoy es muy pequeña. Según todos los expertos consultados, la participación de niños y niñas “está muy equilibrada”. “Y como la biomecánica de chicas y chicos es muy distinta, ambos sexos aprenden mucho viéndose escalar”, asegura Nevado. Para Dani Castillo, uno de los directores de Sputnik Climbing, donde hay un 60/40, “es una poderosa herramienta de empoderamiento”.
Escribano y Castillo introducen un elemento más: la gamificación, el juego como forma de aprendizaje. “La escalada es la gamificación máxima, es puro juego a través de la actividad física”, afirma el director de Sputnik. “Hacemos el juego del pañuelo atado a una presa, escondemos muñecos en la cima, les pedimos que vayan solo por las presas naranjas y rojas y que las cuenten...”, ejemplifica Castro. También puede ayudar a los niños dispersos, ya que “es muy mental, hay que estar muy concentrado, escalar es como hacer meditación, solo puedes pensar en el siguiente movimiento y antes de empezar tienes que visualizar cómo llegar, lo que centra mucho a los chavales”, añade Castro.
Todos los expertos destacan que se puede iniciar a cualquier edad. “Como la natación, se puede hacer desde los primeros pasos, es gateo pero en vertical. Cuantos más movimientos hagan, mejor evolución física van a tener hasta su madurez”, indica Escribano. Sin embargo, los rocódromos los reciben a partir de los 4, cuando tienen ya suficientes habilidades motoras, son “más maduros e independientes y ya se comunican bien”. Y, para ellos tienen paredes de 8/9 metros con presas atractivas de distintas formas y colores, desde coches a dragones y pokemons.
Tampoco se requiere ningún tipo de complexión o de cualidades físicas ―“no hace falta ni ser ágil, ni delgado, ni deportista, ni fuerte ni nada, todo el mundo puede, nadie se va a sentir mal”, en palabras de Castro, es “100% inclusivo” según Escribano―. Para empezar, recomiendan no forzar al pequeño y proponerle una sesión de prueba o bautismo, siempre con un profesional y sin comprar nada, todo se presta o alquila. “Las primeras experiencias son supertransformadoras, sobre todo entre lo que tienen menos idea y más prejuicios. Entran con un ‘no voy a poder subir’ y salen alucinando porque han podido. Además, tiene una curva de aprendizaje muy rápida”, promete Castillo. “Niño que viene, niño que quiere repetir y hacen más ejercicio que corriendo, con pesas y con pilates”, sostiene Miguel Chamorro, gerente de Urban Monkey. Estos bautismos se pueden hacer en familia “para descubrir el deporte y el miedo juntos”, propone Castillo. La idea no se les ocurrió a ellos, sino que lo pedían los propios usuarios, que les decían que cuando jugaban al tenis padre e hijo, por ejemplo, uno se aburría y el otro se enfadaba. Aquí, todos se divierten.
“La mayoría de los niños no tiene miedo a las alturas y al que le gusta no va a parar, no tienen fin, se tiran todo el rato para arriba y para abajo. Salen encantados, motivados y muy cansados porque descargan toda su superenergía”, concluye Castro. Y luego, si les gusta, los padres pueden apuntarlos a clase, incluso asistir ellos en escuelas de padres en paralelo, y salir a la roca, con La Pedriza, Patones, Zarzalejo, San Martín de Valdeiglesias o El Vellón como destinos preferentes dentro de la comunidad.
Dónde y por cuánto
- Sputnik Climbing (en el número 100 de la calle La Granja de Alcobendas y en el 2 de la calle París de Las Rozas). Su centro de Alcobendas tiene cinco años y en octubre abrieron en Las Rozas la mayor instalación indoor en España, con 4.500 metros cuadrados y 160 vías de hasta 20 metros de altura. Para familias, ofrecen bautismos a partir de los 4 años en los que han participado 500 personas en el último año. Duran hora y media los sábados, domingos y festivos, un máximo de ocho participantes y el material incluido por 20 euros por persona en Alcobendas y 22 en Las Rozas. Otra actividad es el reto infantil para que los pequeños de 4 a 12 años tomen un primer contacto con la escalada. Es “sin duda la actividad más demandada”, con 1.200 niños el año pasado. Dura una hora y cuesta 10 euros en Alcobendas y 15 en Las Rozas.
También organizan campamentos en Navidad, Semana Santa y verano (220 euros por semana de 9.00 a 16.00 para niños entre 5 y 11 años y 150 euros de 10.00 a 14.00 para niños de 12 a 16) y días sin cole (de 9.00 a 16.00 de 5 a 10 años por 50 euros en Alcobendas y 55 en Las Rozas, con almuerzo y comida). Y tienen escuela, Crecer Escalando, con clases dirigidas y divididas en grupos de edad desde los 4 años con un máximo de ocho por clase. Este año tienen 250 alumnos. La cuota mensual incluye el acceso libre al centro y en Alcobendas de 4 a 14 años una hora semanal cuesta 55 euros y de 15 a 18, con 1,5 horas, 60. En Las Rozas tienen clases de 8 a 14 años por 70 euros y de 15 a 18, por 75.
- Urban Monkey (en el número 8 de la calle Tarragona de Madrid, en el 18 de la calle Guadarrama de Morarzalzal y en el 12 de la calle Husillo de Collado Villalba). Su modelo de rocódromo es de cercanía, personalización y enseñanza frente a los que ellos consideran parques temáticos de la escalada. La primera clase es gratuita y tienen escuela para niños, a las que asisten unos 300 alumnos, con dos sesiones de una hora de lunes a viernes con tres horarios distintos por 45 euros al mes, lo que les da acceso libre a las instalaciones para entrenar cuando quieran. Organizan bautismos de hora y media los fines de semana por 25 euros por persona. Los cumpleaños cuestan 13 euros por niño con hora y media de actividad con profesor y, de momento, han suspendido las meriendas por la covid.
- Sharma Clumbing Madrid (Julián Camarillo, 55). La estrella Chris Sharma, californiano afincado en Barcelona, aterrizó en noviembre del año pasado en Madrid con las (hasta este septiembre) mayores instalaciones de todo el país: 4.000 metros cuadrados de muros escalables de hasta 19 metros (160 vías y 150 bloques) y un muro de competición de boulder. El centro tiene una zona infantil de 4 a 8 años con rutas más cortas y menos longitud entre agarres, mientras que en el resto del espacio conviven adultos y niños para disfrutar de escalada con autoaseguradores, top-rope o polea y cuerda.
Hay días sin cole por 40 euros sin comida y en horario de 9.00 a 14.00 y 55 con ella y una hora más, a lo que se puede añadir ampliación de mañana o de tarde, y campamento del 22 de diciembre al 5 de enero de 9.00 a 14.00 ampliables una hora por la mañana y dos por la tarde. Celebran cumpleaños de dos horas, con 90 minutos de multiaventura y escalada y 30 de merienda para entre 8 y 20 participantes por 30 euros por cabeza. Además, cuenta con una escuela de lunes a viernes para el rango de 4 a 16 años en grupos de seis niños, en horarios de 17.30 a 18.30 y de 18.30 a 19.30 y por 45 euros al mes. Tienen 86 alumnos. “Las clases se dividen por edades y perfiles: lúdico para los que empiezan, deportivo para los que ya llevan un tiempo y tecnificación para los que quieren perfeccionar su técnica”. Para iniciarse, ofrecen una clase de prueba en el perfil lúdico dentro de un grupo ya formado por el precio de la entrada a menores, 12 euros, que se descuentan de la mensualidad si el niño se apunta a las clases.
- Climbat (en el centro comercial X-Madrid de Alcorcón, en la calle Oslo, 54). Han pasado de una sala de 1.200 metros a dos con un total de 2.500. Las clases de prueba cuestan 10 euros y se descuenta de la cuantía del trimestre si el niño sigue en la escuela para niños de 4 a 18 años, que cuesta al trimestre 130 euros por una sesión de hora y cuarto a la semana y 155 por dos sesiones. También disponen de una escuela de padres, en la misma franja horaria que la de sus hijos por 30 euros al mes un día y 40 por dos. El mes pasado celebraron 22 cumpleaños, con 10 niños por monitor a 13,90 euros por niño de lunes a jueves y a 15,90 de viernes a domingo, con dos horas y media de actividad más la merienda. Hacen bautismos en familia, retos para niños (10 euros por una hora), días sin cole y campamentos.
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