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Cinco euros y al parque o 10 en barra: “El botellón no se va a acabar hasta que bajen los precios de las discotecas”

Los jóvenes que salen a beber al aire libre se quejan del coste de los locales de ocio nocturno y de que las restricciones que impiden el baile en el interior

Jóvenes reunidos en el parque del Oeste, el pasado viernes.
Jóvenes reunidos en el parque del Oeste, el pasado viernes.
Patricia Segura

Ni la lluvia, ni el dispositivo policial extraordinario han podido con el botellón este fin de semana en Madrid. Aunque sí frenaron el macrobotellón organizado por los estudiantes de la Universidad Complutense el pasado jueves, este sábado cientos de jóvenes, muchos de ellos sin mascarilla y sin respetar la distancia de seguridad, bebían al aire libre en el parque de Berlín, al otro lado de la ciudad, según se observa en las imágenes difundidas por Europa Press. Incluso el viernes, pese a que la tormenta y los agentes desplegados por la ciudad habían desalentado las reuniones masivas de jóvenes en los puntos habituales del botellón en la capital —en el campus de la Complutense, el parque del Oeste, el de Las Vistillas o en Madrid Río—, pequeños grupos resistían en esas zonas. La mayoría de estos jóvenes coinciden en que no pueden permitirse ir a una discoteca porque los precios son muy altos. Además, admiten que las restricciones, como la prohibición de bailar en el interior de los locales, son uno de los motivos por los que prefieren seguir en la calle: “El botellón no se va a acabar hasta que bajen los precios de las discotecas”.

“En una discoteca te cobran 9 o 10 euros por una copa, más la entrada. Te sale más rentable ir a un parque con tus amigos y gastarte cinco euros”, explicaba este viernes la madrileña Andrea Orbaneja, de 21 años, estudiante de Turismo en la Universidad Rey Juan Carlos. Además, aseguraba que, por el covid, “es mejor estar al aire con amigos, que en un sitio cerrado en el que te juntas con desconocidos”. Su amiga, María Gallardos, de la misma edad, estudia Educación Primaria y lamenta que “durante la pandemia se ha criminalizado mucho a los jóvenes”. Aunque, admite que hay que ir con precaución: “No hay que venir aquí y juntarte con tanta gente como pasó el fin de semana pasado [en referencia al macrobotellón de la Complutense]. Eso fue una barbaridad. Seguimos en pandemia al fin y al cabo”. Ambas están vacunadas con las dos dosis, como el 75% de la población de la Comunidad de Madrid.

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Marineidi Reyes, de 18 años, estudiante de Economía en Alcalá de Henares, explica que sale de botellón porque es más barato que ir a un bar. “La gente se escandaliza de algo que se lleva haciendo desde siempre y no se va a acabar hasta que bajen los precios”, sentencia la joven. Además, añade que la mayoría de los universitarios dependen económicamente de sus padres. “Ha empezado ahora la universidad y las convocatorias de botellón rulan por los grupos de WhatsApp”, cuenta su compañero, Alberto Aceldo, de 18 años. “Yo también salgo para conocer a gente y socializar. Ya me da igual el alcohol”, explica el joven.

En el parque del Oeste unas 150 personas se reunían el viernes para beber. Los grupos de amigos estaban repartidos entre las mesas de picnic y los bancos. Algunos de ellos eran menores. Carlota, de 15 años, cuenta que van a este lugar cada fin de semana: “No vamos a las discotecas porque no hay dinero, somos menores y hay covid”. Hay cinco chicas sentadas en una de las mesas que vienen desde San Lorenzo del Escorial. “No vamos a una discoteca porque somos menores”, corrobora Lorena, de 17 años. Otro de los motivos por los que prefieren ir de botellón, dicen, es para evitar concentraciones en sitios cerrados. “A mí me da mal rollo. Prefiero estar aquí con mis cuatro amigas, que estamos siempre juntas”, comenta Sara, de la misma edad que Lorena.

Sin dinero para la discoteca

Estos jóvenes abordados mientras hacían botellón coinciden en que no tienen dinero para ir a una discoteca. “Una copa dentro me cuesta ocho euros”, cuenta Elvira Almodóvar, que también vive en la sierra. La joven señala una botella de ron Brugal: “Esto me cuesta nueve euros”. “Aquí los botellones los traen los estudiantes de Ciudad Universitaria porque acaban de empezar el curso”, comenta su amiga, Sandra Marrilla.

La vigilancia policial ha aumentado este fin de semana, con un dispositivo especial que han puesto el Ayuntamiento y la delegación del Gobierno y que cuenta con 300 agentes más de la Policía Municipal y 150 de la Nacional enfocado en reducir el botellón. Las Administraciones, en cambio, no se plantean que los jóvenes necesiten lugares para socializar que no estén relacionados con el alcohol. “La policía nos ha parado antes en Moncloa porque queríamos ir al parque de la Oeste”, cuenta Carlos Martín, estudiante de cámara de 18 años, que acabó con sus amigos en Madrid Río.

Rubén Bizarro, de 18 años, es madrileño y estudiante de Ciencias Políticas en Somosaguas. El joven es otro más de los que prefieren quedar en un parque e ir a un botellón, porque ir a una discoteca “cuesta mucho dinero”. Además, explica que “para la covid es mucho más seguro porque estás al aire libre”. Y asegura que desde que empezó la pandemia no ha ido a ninguna discoteca. “Yo iría si no hubiera ninguna restricción”, confiesa Carmen Bezos, de 21 años. Ambos estuvieron en el macrobotellón, que reunió a 25.000 personas el fin de semana pasado en Ciudad Universitaria. “Estábamos viéndolo desde arriba de las escaleras. Yo flipé en colores. Al final nos fuimos. No había visto algo así ni antes de la pandemia”, confirma Bezos.

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