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“El Ateneo también tiene que hablar de los vivos”

El sociólogo Luis Arroyo se podrá al frente este martes de la institución bicentenaria tras ganar las elecciones

F. Javier Barroso
El sociólogo Luis Arroyo y nuevo presidente del Ateneo de Madrid, el jueves en la oficina donde trabaja.
El sociólogo Luis Arroyo y nuevo presidente del Ateneo de Madrid, el jueves en la oficina donde trabaja.Víctor Sainz

El sociólogo Luis Arroyo (Madrid, 51 años) asumirá mañana la presidencia del Ateneo de la capital, tras haber ganado por una amplia mayoría en las elecciones celebradas hace una semana. La formación que encabezaba, Grupo 1820 —año de la fundación de la institución—, se impuso sobre las otras cuatro listas, tras un recuento que se demoró hasta las tres de la madrugada. Arroyo pretende relanzar ahora el Ateneo y que se abra a más actividades y con mayor participación. Para ello, dispone de dos años, tiempo que dura su mandato.

Pregunta. ¿Por qué se presentó a la presidencia del Ateneo de Madrid?

Respuesta. En enero de 2020, Pepita Marín, con 33 años, y mi hijo, que tiene 26 años, estaban pensando qué podrían aportar ellos dentro de su generación a la sociedad civil. Pensaban en generar un club de debate, de reflexión de chavales jóvenes. Pero surgió la idea del Ateneo y se vinculó a un lugar físico. Pepita y yo fuimos al Ateneo. Ella se enamoró del lugar y empezamos a darle vueltas a la idea de que esta institución bicentenaria esté tan apagada.

P. ¿Qué hicieron entonces?

R. Empezamos a llamar a amigos y amigas intelectuales, escritores, artistas, diplomáticos… Formamos un grupo inicial de diez y a partir de ahí, se convirtieron en 50 y esos 150. En ese proceso de llamar a gente, empezamos a conocer la casa mucho mejor de lo que la conocíamos. Desconocíamos su estructura y su gobierno. Sabíamos que estaba en crisis, pero no sabíamos hasta qué punto. Nos reunimos con el presidente y el primer secretario. Intentamos crear una agrupación que se llamaba 1820 para la cultura digital, pero nos la negaron. Eso nos hizo sospechar que estaban pasando algunas cosas raras.

P. ¿En qué consiste esa crisis?

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R. Son tres. Una crisis de gestión, con un número de socios menguante que han pasado de los casi 7.000 en los años ochenta hasta los 1.900 actuales y actividades que no recogen el interés de la sociedad madrileña. Esto incluye a empleados desmotivados y un ambiente de cierta decadencia. Una crisis económica grave, con una deuda pendiente de ejecutar con el Ministerio de Cultura por una subvención de 1,5 millones que haya que devolver y pérdidas anuales de más de cien mil euros. El Ateneo en este momento gasta más de lo que ingresa. Una crisis de gobierno, en las que grupos muy pequeños de gente muy mal avenida discuten y pelean de manera apocalíptica de cuestión muy poco interesantes y juntas de gobierno con muy poquita participación, junto con un reglamento que ha quedado anticuado.

P. Sus contrincantes les acusan de querer mercantilizar el Ateneo.

R. Es directamente falso. La única intención que tenemos en lo que tiene que ver con la finalización es incrementar las ayudas de las Administraciones y eso solo se puede hacer con un proyecto atractivo. El Ayuntamiento de Madrid, que dio el año pasado 200.000 euros, va a dar en este ejercicio 150.000, porque con seguridad no ve un proyecto que merezca más participación. E incorporar la financiación privada. Pongo un ejemplo. ¿Qué sentido tiene que podamos alquilar el salón de actos a una compañía de bebidas para una convención y cobrar unos 5.000 euros y que no se pueda que esta misma compañía patrocine un ciclo de conciertos de música acústica por esa misma cantidad? Si alguien cree que lo segundo es mercantilización, no coincidimos en el criterio.

P. Si le dijera que el Ateneo es una institución muy desconocida para la gran mayoría de los madrileños y que no se sienten atraídos por ella, ¿qué me diría?

R. Es normal y comprensible, porque el Ateneo no ha hecho nada en los últimos años por recabar la atención de la ciudad. Las actividades han sido muy meritorias, pero no han tenido el interés que una institución bicentenaria merece. Por eso, es normal que haya caído en una especie de letargo. Todas estas instituciones centenarias tienden a caer en una especie de siesta, como ocurre con las Reales Academias.

P. ¿Y cómo se sale de ese letargo?

R. Primero generando muy buenos contenidos, como insertar el salón de actos, la antigua Cacharrería -una sala histórica- y la galería de retratos en la vida cultural de Madrid. Eso significa meterlos dentro de los circuitos del jazz, de la música, del debate,… Hay que generar un buen debate al menos cada dos semanas en el Ateneo. Estamos pensando en los viernes al mediodía, sobre cuestiones de actualidad como el emprendimiento, del nuevo feminismo, de la tecnología. Todo gran debate debe tener lugar en el Ateneo, como los premios Nobel de Literatura o de la Princesa de Asturias.

P. Pero la gran asignatura pendiente ahí serán los jóvenes.

R. Sí, desde luego. Tenemos una asignatura pendiente. El cuerpo social del Ateneo está muy envejecido. Los jóvenes no sienten que haya algo interesante y tenemos que recoger su interés. Para ello, el Ateneo no tiene que hablar solo de los muertos, también tiene que hablar de los vivos y no hay motivo para que los jóvenes no se incorporen a los grandes debates de nuestro tiempo. Las actividades culturales no tienen que ser solo teatro o música clásica, sino también nuevas tendencias y nuevos artistas. Hemos pensado por ejemplo en cursos de retórica y oratoria o escritura creativa. Lo que sí que creemos es que si organizamos un concierto de C. Tangana con Joaquín Sabina los jóvenes sí irán.

P. ¿No son muy elitistas en el Ateneo?

R. Sí, pero en el sentido clásico y positivo. Se trata de la elite intelectual y artística. Antonio López es un ejemplo maravilloso. Su primera exposición individual la hizo en el Ateneo en 1957, cuando tenía 22 años. En una entrevista reciente, reconocía que exponer en el Ateneo era lo mejor que te podía pasar. Alguien había allí que, no solo conmigo, sino también con otros pintores de mi época, detectó que nosotros podíamos hacer cosas interesantes. Por eso, ese elitismo es relativo. Debe exigir excelencia en sus expresiones.

P. A usted se le ha atacado por estar vinculado al PSOE y al socialismo.

R. Todo el mundo lo sabe. Mi perfil es público porque trabajé para el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero durante unos años, pero eso no quiere decir que no sepa que el Ateneo tiene que ser una institución absolutamente transversal, la casa del pensamiento y debe seguir siéndolo. Debe reinar la libertad más absoluta, como siempre ha sido así.

P. ¿Qué va a hacer con la joya de la corona, con la biblioteca?

R. Primero hay que poner presupuesto. Lo que no puede ser es que no haya ni euro en este ejercicio. Hay que proteger sus fondos, que están literalmente cubiertos de polvo y aumentar el control. El mayor número de socios del Ateneo son jóvenes usuarios de la biblioteca que van a estudiar o a prepararse oposiciones. No puede ser que no haya aire acondicionado en verano o calefacción en invierno.

P. Pero suele estar vacía.

R. Hay 250 puestos de lectura y nunca hay más de 30 o 40 personas leyendo a la vez. Quizás también podamos racionalizar los espacios para dedicar una sala al trabajo compartido y al descanso de los opositores, para la reflexión o la tertulia.

P. ¿Se esperaba un éxito tan rotundo?

R. Veíamos una pulsión de cambio y unas ganas enormes en el ambiente que nos han sorprendido mucho, pero ya nos ponían sobre la pista de que algo grande podía pasar. Nos asustó bastante que había tanta y tanta participación porque pensamos que podía haber una reacción. No fue así. Al contrario. Había mucha gente en esas colas que vino a votar porque había visto que venía gente con un impulso nuevo.

P. ¿Son suficientes dos años?

R. Están muy bien para empezar a hacer cosas y que se note el cambio. Son suficientes para que todo el equipo, dentro del que quiero destacar a Pepita Marín, que ha estado en esto desde el principio, pueda marcar un ritmo y un estilo que luego otros puedan continuar.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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