La cama para hacer nido se teje entre Madrid y Portugal
Lucía González y Celia Arroyo son las fundadoras de The Needo, una empresa de ropa de cama fundada hace un año que no ha tenido una sola devolución de producto
Una cama. Una cama es el origen, el destino y hasta el escenario de la entrevista con Lucía González (Almuñécar, Granada, 33 años) y Celia Arroyo (Madrid, 25). Las dos se encaraman a la reina del dormitorio para posar ante el objetivo de la fotógrafa. Para ellas, la cama es mucho más que descanso: “Nos encanta la cama, nos flipa”, dicen riendo. De ahí que se haya convertido en el epicentro de sus vidas, sobre todo en lo profesional. Porque juntas han montado un negocio inédito en la capital: una empresa de sábanas de alta calidad, que se compran solo en su web y se fabrican con los mayores estándares en Guimarães, cerca de Oporto. Y que además son bonitas y apetecibles. Han logrado que triunfe.
González y Arroyo son las fundadoras de The Needo (leído nido, en un guiño al descanso y al hogar), que este abril cumple su primer año de vida. Ellas se conocieron hace unos siete años, “de la vida, de la noche, de los bares”, de unos amigos que las presentaron en La Bicicleta, en Malasaña. González, la amiga mayor, y Arroyo, la que llamaban “la becaria del grupo: pequeña pero espabilada”, empezaron a tener una relación más estrecha y a hacer planes juntas. Y pasaron cosas. Y pasó The Needo.
“Durante un viaje a Oporto estuvimos en un hotel muy chulo, las sábanas eran lo más”, recuerda González. “Preguntamos por curiosidad, y ahí quedó la cosa”, cuenta su socia. “No hablamos en ningún momento de llevarlo a la realidad ni nada, pero en el confinamiento le dimos una vuelta, nos aburríamos mucho”, explica Lucía, que trabajaba con la influencer Gala González, pero quería “montar algo a lo que dedicarle todas las ganas, la energía, con continuidad en el tiempo”. Celia era diseñadora gráfica, pero tras una crisis vital, lo dejó para viajar por la India. “Volví justo antes del confinamiento para buscar trabajo, lo había dejado hace un par de meses y tenía el dinero justo”, ríe.
Surgió la idea... pero hubo que ejecutarla en plena pandemia. Reconocen que contaron con algunos “ángeles de la guarda”, padres, amigos, que estuvieron ahí para ellas. Pero el resto fue cuestión de aprender: sobre la calidad del algodón 100% y las diferencias entre el percal y el satén, para empezar. Esos son los dos tipos de producto que ofrecen. “El percal es más rígido y crujiente; el satén es más suave”, cuentan al unísono, toqueteando las sábanas entre las que no paran quitas. El percal tiene 300 hilos; el satén, 500. “Es cuestión del algodón y de la forma de tejerlo”, explican, ya todas expertas.
Otro viaje “ya de trabajo” las llevó hasta Guimarães en busca de proveedores. Sin saber nada. Aprendieron de todo: sabían que a más hilos, mejores las sábanas, y a partir de ahí empezaron a empollar sobre telas, tejidos, costuras, colores... “Hemos aprendido según lo hemos ido haciendo”, dicen las dos. “Es complejo”, reconoce Arroyo, “y es ir probando, vas un poco a ciegas y tampoco teníamos muchas referencias”. Por suerte dieron con “gente muy maja en Portugal, para nosotros era más locura enterarnos, pero como ellos hablan ese idioma textil pues saben perfectamente lo que buscas”, cuenta González.
La calidad es evidente, se palpa al tacto. Lucía vive ahora en casa de su madre, cerca del Bernabéu y donde se toman las fotos para este artículo. Cuenta que ella tiene cajones y cajones de sábanas blancas, y que echó unas de The Needo a lavar... y al guardarlas las mezcló con las demás. “Y por el tacto las encontramos”, relata, orgullosa. Sus clientes buscan esa calidad, han aprendido a comprar en la web y a apreciarlo. “Mucha gente ha repetido”, cuenta Celia Arroyo, a lo que Lucía González replica entusiasmada que “la acogida ha sido increíble”. Saben que el confinamiento, el hecho de mimar el hogar e invertir en él, las ha beneficiado, aunque argumentan que sigue siendo una empresa pequeña, “pero el niño ya gatea”, ríen. Tienen cinco colores y tres medidas, aunque la estrella es 150. “Hay una diferencia abismal”, relata aún con sorpresa Arroyo. “También nos piden más tamaños, pero eso requiere mucha inversión”, confiesa González. Van poco a poco.
La empresa es aún pequeña y ellas se encargan de todo. De gestionar sus exitosas redes, con unos 5.000 seguidores, de hacer las fotos para las mismas, de la logística, de ponerse en contacto con influencers que promocionen su producto, de la atención al cliente, que hace la propia Celia... Cada vez que reciben un pedido les suena en el móvil una campanilla. Ocurre en plena entrevista y gritan a la vez: “¡Pedido!”, con el mismo entusiasmo que si fuera el primero. Las peticiones llegan desde toda España, pero también desde EE UU, Francia, Canadá. Y por ahora, sorprendentemente, no han tenido ni una sola devolución: “Solo un señor muy majo que nos dijo que no había acertado al comprarlas en gris para un regalo”. Pero pidió otras en blanco.
Por ahora preparan colaboraciones con marcas y van a sacar nuevos colores: amarillo, lila, gris perla, maquillaje. En 10 años se ven “muy bien”. “Con muchos colores, ¡10.000 colores a elegir!”, sueña Celia, que afirma que no se ve en otro sitio. “Me imagino una tienda nuestra y me caigo redonda”, fantasea. “Y con que haya albornoces, toallas, pijamas The Needo”, planea González. Y haciendo una gran fiesta de pijamas. Con la cama como el centro de todo su mundo.
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