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María Herrero, de 97 años, tras vacunarse contra la covid: “Tengo vida para un libro”

“Estuve muy, muy malita, pero todo el tiempo en casa”, cuenta la anciana, que ya pasó el virus en marzo

María Herrero, de 97 años, se pone el abrigo tras vacunarse en el centro de salud Barrio del Pilar junto a su hija Duli Sánchez, de 67.
María Herrero, de 97 años, se pone el abrigo tras vacunarse en el centro de salud Barrio del Pilar junto a su hija Duli Sánchez, de 67.Luis De Vega Hernández

Los cuatro nietos y cuatro bisnietos de María Herrero, de 97 años, esperaban este jueves como agua de mayo la foto de la abuela recibiendo la vacuna. Era un momento de celebración familiar, era el primer día de vacunaciones a mayores de 80 años en los 262 centros de salud de la región. La mujer, que se trasladó tan feliz al ambulatorio Barrio del Pilar de Madrid, ya pasó el coronavirus en marzo y lo hizo realmente mal. “Muy, muy malita. Pero estuve todo el tiempo en casa”, explica con cierto orgullo.

Sobrevivió para contarlo y el momento de este jueves se antojaba como una victoria más en su vida. Que las ha tenido muchas y de muchos de colores. Hija de la guerra y de un padre sindicalista que murió fusilado por orden de Franco una vez se acabó la contienda, la gran ilusión de su vida fue casarse “con el mejor hombre del mundo”. Con él tuvo dos hijos y con él vivió orgullosa las críticas de sus vecinos del pueblo, en Zamora, porque siempre paseaban cogidos de la mano y aquello no se estilaba. “Él fue lo mejor de mi vida”, recordaba a su marido fallecido. Ahora vive como una reina también en su propia casa, cuidada por sus hijos a todas horas, aunque bromea diciendo que una le “chilla a veces” y el otro “las mata callando”.

Ahora, María está a la espera de la segunda dosis para recuperar los meses perdidos. Como ella, son muchos mayores de 80 años que empezaron a recibir desde el jueves la vacuna y que esperan pronto poder normalizar de nuevo sus vidas. Junto a ellos, también empezó el proceso para profesores y fuerzas de seguridad.

Con el primer pinchazo ya puesto, María esperó los 15 minutos de rigor sentada en una silla para ver si tenía algún efecto secundario. Solo le picaba “un poco” el brazo. Nada de qué preocuparse. Los 15 minutos se convirtieron en algo más de 40 y se fue a casa feliz tras charlar un rato con unos y otros. Humor no le faltaba a la mujer, que llegó y se marchó sujeta del brazo de Duli Sánchez, su hija orgullosa de 67 años. El fallo del día: a Duli se le olvidó sacar la cámara en el momento clave. No hubo problema. Los ojos de María se iluminaron cuando apareció la prensa: “Tengo vida para un libro”.


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