_
_
_
_
Nacional A-6
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El derecho al karaoke

La democracia es el derecho a torturar los oídos de tus semejantes sin que te arresten

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, mostrando en la Asamblea de Madrid un adoquín que se arrojó durante los incidentes del miércoles en Puerta del Sol.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, mostrando en la Asamblea de Madrid un adoquín que se arrojó durante los incidentes del miércoles en Puerta del Sol.Comunidad de Madrid
Xosé Hermida

Hay que rendirse ante la fabulosa factoría de producción de vídeos de la presidenta madrileña. En solo unos minutos en la Asamblea, esta semana nos ha dejado dos memorables. Con una particularidad genial, porque una de las performances era puramente imaginaria. El vídeo real perdurará en la memoria: la presidenta exhibiendo un adoquín que dijo traer de la Puerta del Sol tras el paso de la vandálica tropa que protestaba por el encarcelamiento de un rapero. La otra escena, la que simplemente se sugirió para que nuestra imaginación la componga a gusto, también tardará en borrarse: la presidenta con dos cubatas cantando en un karaoke, imagen escogida por ella misma para definir el talento artístico de Pablo Hasél.

Según cuentan los periódicos, Hasél ha escrito versos ensalzando al Camarada Arenas, sumo sacerdote de aquella secta sangrienta llamada GRAPO, un tipo que en los años ochenta proclamaba que los Rolling Stones eran un “vómito de la burguesía”. Con eso me puedo hacer una idea de sus cualidades artísticas. Ahora bien, tampoco es cuestión de invocar que sea -al parecer- un cantante pésimo para justificar que lo hayan metido en la cárcel. Hay otros muchos de su gremio que habitan en esas mismas profundidades artísticas y no solo no los enchironan, sino que los acogen en los platós y alguno hasta consigue llegar a Eurovisión.

A la gente no la suelen mandar al trullo por cantar mal y se supone que tampoco por decir burradas en las letras.

A la gente no la suelen mandar al trullo por cantar mal y se supone que tampoco por decir burradas en las letras. O por lo menos eso no sucedía hasta hace poco. En los ochenta, Siniestro Total cantaba “hoy voy a asesinarte, nena, te quiero, pero no aguanto más” y a nadie se le ocurría decir que estaban alentando el crimen machista. A saber cómo se tomaría hoy.

La izquierda atribuye el encarcelamiento de Hasél a las leyes promovidas por la derecha para perseguir a ETA. Pero tampoco el universo progresista es inocente en la creación de este clima en el que cualquier colectivo se da por ofendido y te coloca a merced de los jueces y de la policía. De buenas intenciones están los juzgados llenos de casos absurdos. Empiezas tipificando delitos de odio para proteger a las minorías y acabas con un cómico imputado por sonarse con una bandera o por decir “me cago en Dios”. Claro que la libertad de expresión no es ilimitada, ni tampoco el derecho a ofender, y que hay manifestaciones que deben ser sancionables. Mandar a la gente a la cárcel es otra cosa. Incluso a los participantes en el aquelarre neonazi del otro día en La Almudena.

Nos cuesta acostumbrarnos a que la gente puede ser imbécil, friki o despreciable sin que haya que perseguirla penalmente. Ni siquiera por cantar mal. La democracia es también el derecho a torturar los oídos de tus semejantes con dos cubatas en un karaoke sin temor a que la policía te lleve arrestado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_