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Madrid 360 bajas emisiones
Dos motos circulan por la calle Mayor el pasado viernes, justo por encima de la señal de Madrid Central.Julian Rojas

El espíritu de Madrid Central gana la batalla de la opinión pública

Nadie discute ya la ciudad de los peatones, pero el Ayuntamiento de Madrid todavía no ha aprobado la ordenanza que extenderá el plan a la periferia

Luis de Vega

“Con Almeida, Madrid Central se acaba el 26 de mayo [fecha de las últimas elecciones municipales, en 2019]”. El lema del cartel electoral del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, queda para la historia como una de las promesas electorales para la capital que más lejos estuvo de cumplirse alguna vez.

Casi dos años después de la cita en las urnas, la polémica zona de bajas emisiones que implantó la alcaldesa Manuela Carmena en el centro de la ciudad ha ganado la batalla más importante: la de la opinión pública. Ella ya no está al frente del Ayuntamiento, pero el principal opositor al proyecto y hoy alcalde tampoco tiene la más remota intención de revertirlo, aunque las diferencias políticas entre ambos sigan en pie.

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Sea por la presión de Bruselas —que ha denunciado a España por los altos niveles de contaminación—, o por los cielos azules y despejados que todos los madrileños pudieron ver desde las ventanas en el duro confinamiento entre marzo y mayo, en la capital europea con mayor mortalidad asociada a la contaminación por dióxido de nitrógeno la exigencia de un aire limpio ya no es un asunto ideológico.

“Es un tema superado. Nadie va a defender que puedas ir con el Land Rover a la Puerta del Sol, por movilidad y por contaminación. Las políticas verdes ya no son de izquierda o derecha”, ilustra Andrés Monzón, catedrático de Transportes en la Escuela de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid. La diferencia, añade, está en la gestión: la derecha recurre más a la iniciativa privada y la izquierda tira más de la participación pública. Para explicarlo recuerda cómo la exalcaldesa Ana Botella (PP) puso en marcha Bicimad, el sistema municipal de alquiler de bicicletas, con una concesión a una empresa; mientras que su sucesora, Carmena, la revirtió bajo el paraguas del Consistorio.

Y, aunque ya no haya dilema sobre si Madrid Central sí no, queda todavía mucho por hacer en el modelo de movilidad sostenible de la ciudad.

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Señal de prohibido el paso en la calle Mayor el viernes pasado.
Señal de prohibido el paso en la calle Mayor el viernes pasado. Julian Rojas

La ciudad de los peatones —sin coches, sin ruidos y sin humos— sigue siendo una utopía, al menos a corto plazo. Pero el reto de garantizar de manera sostenible la movilidad cotidiana de los más de 3,2 millones de habitantes de la capital ocupa cada vez más espacio en el debate público.

Los datos de finales de 2019 indicaban un descenso de la contaminación de un 20% en Madrid Central en su primer año de existencia. Un estudio de la federación de asociaciones ecologistas europeas la situaba como la más eficiente de Europa. En 2020, marcado por los estados de alarma debido a la pandemia, el descenso en la estación de la plaza del Carmen, la única dentro de esta zona, ha sido de un 36% y la media de las 24 estaciones de la ciudad, de un 31%, según datos del Consistorio analizados por Ecologistas en Acción, comparados con la media de la década anterior.

Con esas cifras, el actual Ayuntamiento poco podía hacer más que reenfocar la estrategia contra la contaminación. Sobre todo después de que el inicial tímido intento de imponer una moratoria en la zona de bajas emisiones fue frenado por los tribunales.

Para salvar su imagen, la coalición de PP y Ciudadanos inventó un nuevo nombre, de Madrid Central pasó a Madrid 360

Para salvar su imagen, la coalición de PP y Ciudadanos que dirige el equipo de gobierno, inventó un nuevo nombre, de Madrid Central pasó a Madrid 360. Pero, en el fondo, lo más novedoso que se contempla en este plan de movilidad sostenible es la extensión a los 21 distritos de medidas muy similares a las que diseñó el equipo de Carmena en el corazón de la ciudad.

La aprobación de la ordenanza municipal que debe recoger todos estos cambios marcha a ritmo lento por el procedimiento habitual, aunque la intención es que esté en vigor en las próximas semanas, probablemente entrado marzo.

Mientras, en los últimos meses han ido desgranándose algunas de las medidas que incluye. Desde la peatonalización de la Puerta del Sol que arrancó en agosto al cierre al tráfico de apenas 10 kilómetros de calles por toda la ciudad que, repartidas por múltiples barrios, dejan pequeños tramos de calles cortadas. También forman parte de este plan las líneas gratuitas de autobuses en el centro, la ampliación de Bicimad o los carriles bici provisionales.

Se da la paradoja que, desde el pasado verano, al equipo de Almeida se le acumulan sentencias que invalidad Madrid Central. Ahora se les vuelve en contra

Se da la paradoja que, desde el pasado verano, al equipo de gobierno de Almeida se le acumulan seis sentencias que, en parte, invalidan Madrid Central, pero que son fruto del rechazo al proyecto que PP y Ciudadanos avivaron en la oposición. Ahora se les vuelve en contra.

Madrid Central formaba parte del Plan A de calidad del aire de Carmena. Los fallos judiciales consideran que, al aprobar esta última, no se respetó el proceso de información pública y de memoria económica, pero ninguno pone en duda el contenido de las medidas.

“El Plan A sí se sometió a información pública y, como resultado de las alegaciones, se modificó el proyecto de la zona de bajas emisiones. Si hubiera que someterlo a información pública de nuevo, eso sería un proceso interminable. Ya hay sentencias del Supremo en ese sentido”, comenta indignado Paco Segura, portavoz de Ecologistas en Acción. Es la única organización personada en el proceso judicial que ha presentado recursos frente a esas sentencias, mientras la Alcaldía ha renunciado a hacerlo.

“¿Qué información pública han tenido propuestas ya presentadas de Madrid 360 como la peatonalización de la Puerta del Sol o las líneas gratis de la EMT con autobuses cero emisiones?”, se pregunta.

“Lo que tiene que pasar por información pública es la ordenanza”, responde un portavoz del Área de Medio Ambiente y Movilidad. “Algunas de las medidas, como la puesta en marcha de autobuses nuevos o la ampliación de Bicimad, no requieren de ese trámite”.

“Es inmoral que el Ayuntamiento no haya defendido, o que haya renunciado a defender, una zona de bajas emisiones que exige Europa y trabaje además para bombardear el recurso de Ecologistas en Acción”, afirma la exconcejal y ahora diputada de Más País, Inés Sabanés, que era delegada de Medio Ambiente y Movilidad con Manuela Carmena.

Un taxi accede a Madrid Central desde la plaza de Cibeles, el pasado viernes.
Un taxi accede a Madrid Central desde la plaza de Cibeles, el pasado viernes. Julian Rojas

Las multas siguen

De momento, y como no hay sentencia firme, esa zona de tráfico restringido sigue en vigor, y también las multas para quien incumpla esa normativa. Hasta el pasado octubre, último mes actualizado por el Ayuntamiento, había impuesto 1.172.293 sanciones, por un importe de 90 euros cada uno, que pueden rebajarse a 45 si es abonada con la fórmula de pronto pago. Si finalmente la justicia tumba el área de bajas emisiones, el Consistorio dejaría de ingresar entre 52 y 105 millones de euros.

Si finalmente la justicia tumba el área de bajas emisiones, el Consistorio dejaría de ingresar entre 52 y 105 millones de euros

Los planes del equipo de Almeida no dejan sin embargo de ser vistos con desconfianza en algunos ámbitos como la Plataforma en Defensa de Madrid Central, que integran decenas de asociaciones, ponen en duda la actualización del plan que traerá la nueva ordenanza. Esta prevé que los casi 10.000 comerciantes de la zona restringida tengan la misma consideración que los residentes. La plataforma considera que eso es “descafeinar” el intento de alejar el tráfico privado del centro. Hay otro punto polémico, pero que en este caso enfrenta al PP con su socio de gobierno, Ciudadanos, que no apoya la autorización de los vehículos con etiqueta C a acceder y circular por Madrid Central con dos o más ocupantes.

“Estos deseos nos hacen dudar mucho de la voluntad última del plan Madrid 360”, apunta Yetta Aguado, de Madres por el Clima y portavoz de la Plataforma en Defensa de Madrid Central. Por eso, están dispuestos a seguir “muy de cerca” la ordenanza y presentar alegaciones en cuanto el área de Medio Ambiente y Movilidad presente el anteproyecto de la nueva ordenanza. La plataforma, añade Aguado, quiere “evolucionar a un plan más ambicioso, en la línea de la protección de la salud, que pueda llegar a toda la ciudad, porque Madrid Central tenía detractores en la periferia”.

El catedrático Andrés Monzón, que además es director del Observatorio de la Movilidad Metropolitana, opina que, además de reducir las emisiones, el cambio de modelo de movilidad de Carmena lanzó un mensaje claro. “En ese sentido, Madrid es pionera con respecto a otras ciudades de Europa”. En cualquier caso, cree que la medida se aprobó muy rápido y sin un debate sosegado. Por eso, añade, son necesarias actualizaciones.

Juan Bárcena, responsable de calidad del aire de Ecologistas en Acción, defiende que, aunque Madrid Central es una zona muy pequeña, actúa sobre un área que atrae mucho tráfico, como es el centro de la capital, y al ser muy restrictiva —solo deja pasar coches Cero y Eco, con limitaciones— logra el propósito de eliminar viajes en coche, que se realizan por otros medios. “Otras zonas, como en Londres o Milán, son mucho mayores, pero menos restrictivas. Si reducimos las restricciones en Madrid Central, entonces será pequeña e inútil”, puntualiza.

Otras zonas, como en Londres o Milán, son mucho mayores, pero menos restrictivas. Si reducimos las restricciones en Madrid Central, entonces será pequeña e inútil
Juan Bárcena (Ecologistas en Acción)

“Parece que la libertad de un señor para ir en coche es más importante que los daños que pueda causar por la contaminación”, se queja Sabanés, que recuerda cómo el actual consejero de Vivienda, David Pérez (PP), llegó a comparar la zona de bajas emisiones con el Muro de Berlín.

“Dijeron muchas barbaridades de lo que estábamos haciendo y ahora tienen que buscar una cobertura para mantener políticas que funcionan”, concluye con cierta satisfacción Sabanés, que apunta que quizás lo más interesante del cambio de modelo es que la sociedad ha ido admitiendo poco a poco “la importancia del derecho a la salud”. Porque en las políticas contra la contaminación, como en el Muro de Berlín, han sido los ciudadanos los que han acabado por derribar las barreras.


Sobre la firma

Luis de Vega
Ha trabajado como periodista y fotógrafo en más de 30 países durante 25 años. Llegó a la sección de Internacional de EL PAÍS tras reportear año y medio por Madrid y sus alrededores. Antes trabajó durante 22 años en el diario Abc, de los que ocho fue corresponsal en el norte de África. Ha sido dos veces finalista del Premio Cirilo Rodríguez.

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