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“Para las niñas no conocer la historia de las mujeres es privarlas de un futuro mejor”

Sara López es la fundadora de Herstóricas, un proyecto cultural y educativo que visibiliza la aportación histórica de las mujeres

Sara López, de la iniciativa Herstóricas. Hacen paseos por Madrid en donde reivindican la historia de mujeres que no tienen visibilidad.
Sara López, de la iniciativa Herstóricas. Hacen paseos por Madrid en donde reivindican la historia de mujeres que no tienen visibilidad.Claudio Alvarez
Idoia Ugarte

Sara López (Madrid, 38 años) es una de las fundadoras de Herstóricas, un proyecto feminista de divulgación e investigación que reivindica la aportación de las mujeres a lo largo de los siglos en los espacios políticos y culturales a través de paseos, charlas y talleres que invitan a repensar lo que se nos ha contado. En busca de las madrileñas es el recorrido con el que iniciaron su andadura en la capital en 2017. Comienza en la plaza de la Villa y se detiene en las zonas más turísticas para romper con esa dicotomía que borra el relato de aquellas mujeres que sí que han contribuido al devenir histórico de la ciudad, pero que la sociedad desconoce.

¿Cómo surgió este proyecto?

El proyecto surge por la necesidad de vernos representadas en los espacios culturales y educativos. Nos conocimos en la Asamblea de Mujeres del 15M-Marea Granate de Londres, un lugar de reflexión feminista. Allí nos dimos cuenta de que el enfoque que se les daba a las mujeres no nos convencía, por lo que decidimos aportar nuestro grano de arena para revertir la situación con itinerarios culturales por las calles y en los museos, talleres, charlas y proyectos de recuperación de historia local de mujeres.

¿Cómo afecta esa falta de referentes femeninos a la sociedad?

Para las mujeres y las niñas no conocer su propia genealogía ni conocer la historia de quienes hicieron posible que hoy estemos como estamos es privarlas también de un futuro mejor. Al no tener referentes femeninos le estamos diciendo a las mujeres desde pequeñas que no pueden hacer las cosas y a los hombres que ese espacio es para ellos. Se ve, por ejemplo, en los porcentajes de las mujeres ingenieras y científicas. Cuántas mentes brillantes habrá perdido la sociedad por no apoyar a las mujeres en una educación igualitaria.

¿Cómo han vivido el hecho de que se quisiera borrar el mural feminista de Ciudad Lineal?

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Lo hemos vivido como lo que es, un despropósito. La representación de las mujeres en el espacio público es fundamental para cambiar el imaginario colectivo. El querer eliminarlo es violencia machista institucional. Manda un mensaje para que la violencia se siga ejerciendo en todas sus variantes. Y en este caso son y deben ser representaciones feministas. Y no, Margaret Thatcher no es una representación feminista.

¿Es importante reivindicar la historia de las mujeres normales?

Sí, porque no es solo la falta de referentes “pioneros”, los trabajos que históricamente han desarrollado las mujeres de cuidado y mantenimiento se han minusvalorado hasta el punto de que siguen sin ser remunerados o tienen una gran precarización. No tener un conocimiento riguroso e igualitario de nuestra historia solo beneficia a los privilegiados porque la historia es poder y consigue que no se vuelvan a apropiar de los discursos los de siempre. Y es que una historia plural es el pilar para una sociedad sana. Nos han hecho menospreciar la historia de las mujeres y que la veamos como una historia parcial, pero es todo lo contrario, es la historia colectiva.

¿Cómo se hace esa revisión más inclusiva de la historia?

Con muchas preguntas y leyendo entre líneas y observando las ausencias en los relatos hegemónicos. Tenemos la suerte de que hay historiadoras feministas que están haciendo un gran trabajo de investigación. Nosotras acudimos a ellas como punto de partida y vamos adaptando esos trabajos a formatos más accesibles para que lleguen a personas de todas las edades. Somos mediadoras y divulgadoras.

¿Qué contenidos se dan en los paseos y los talleres?

Los contenidos son lo que nosotras echamos en falta en los espacios culturales y patrimoniales, según nuestras propias inquietudes y necesidades como consumidoras de cultura. Vemos la mejor manera de que la gente se lleve tras los paseos o actividades los conceptos clave, aprecien el feminismo, disfruten y se apropien de la historia de las mujeres como un patrimonio colectivo.

¿Cómo han afrontado esta pandemia?

Ha sido duro. Para Herstóricas el contacto con la gente es fundamental. Ninguna actividad es igual porque motivamos la participación en las personas y todo se retroalimenta. Surgen ideas, proyectos nuevos, puntos de vistas y debates que enriquecen el proyecto. Es verdad que hemos logrado crear ese espacio en las actividades online, pero apropiarnos y reivindicar el espacio urbano o cultural de manera colectiva es lo que echamos de menos y es un pilar básico para nosotras.

¿Cómo se puede revertir el sistema patriarcal?

A través de la educación y de políticas públicas concienciadas con el feminismo. Señalando las agresiones machistas en todos sus niveles y adoptando compromisos para ello. Y sobre todo no permitiendo el machismo en nuestras instituciones públicas.

¿Considera que hemos avanzado?

Pienso que sí hemos avanzado, pero abres el periódico y se te cae el mundo al suelo con ciertas medidas que se están llevando a cabo por la derecha y la extrema derecha. Lo bueno es que luego ves las últimas manifestaciones feministas, cómo se movilizan las compañeras ante situaciones de injusticia y que juntas e inclusivas somos más fuertes. En ese momento te acuerdas de las que nos precedieron y tienes esperanza.

Las mujeres de Madrid

Herstóricas reivindica a mujeres madrileñas como Clara Campoamor, de origen obrero, abogada, feminista y diputada o a María Lejárraga, invisibilizada detrás del nombre de su marido aunque escribiera ella. También a figuras que contrastan como María Josefa de Pimentel, la Duquesa de Osuna, que dentro de sus distintos privilegios y puntos de partida contribuyó positivamente con su trabajo en la capital. Pero no dejan de lado la historia de las mujeres normales y corrientes que tienen que encargarse de las tareas cotidianas, ir al mercado, las fábricas y que tienen sus espacios y activismos, porque ellas también han contribuido a construir la ciudad.

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