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El PP paga 40.000 euros por los retratos de los tres últimos alcaldes e ignora a los republicanos

La partida creada por Manuela Carmena en 2019 no se había ejecutado e incluía las imágenes de Cayetano Redondo y Rafael Henche, además de las de Alberto Ruiz-Gallardón y Ana Botella

Retratos de Alberto Ruiz-Gallardón (por María Bisbal), Ana Botella (por Rafael Cidoncha) y Manuela Carmena (por Ángeles Agrela).
Retratos de Alberto Ruiz-Gallardón (por María Bisbal), Ana Botella (por Rafael Cidoncha) y Manuela Carmena (por Ángeles Agrela).

La sonrisa es lo más complicado de un retrato, dice el pintor Rafael Cidoncha (Vigo, 1952), que se atrevió con la de Ana Botella para inmortalizarla en el pasillo de los exalcaldes madrileños, en la antigua sede de la Casa de la Villa. En ese gesto el pintor se juega la verosimilitud del retrato sin margen para el error. “Me costó mucho. Todo depende de una línea, de una pincelada”, comenta Cidoncha, uno de los pintores preferidos por la alta sociedad para ser retratada. Acaba de entregar el cuadro que le encargó la actual Corporación y será colgado en los próximos días, junto con el de Alberto Ruiz Galardón y Manuela Carmena.

Los tres últimos alcaldes de Madrid estaban pendientes de incorporarse a la galería de los honorables. “Puesto que la Corporación anterior no lo hizo, el actual equipo de Gobierno presupuestó en las cuentas de 2020, 40.000 euros para los retratos de los tres últimos alcaldes de Madrid [13.200 euros cada uno]. Una cantidad que se entendió suficiente para esta partida”, explican desde Presidencia a EL PAÍS. Sin embargo, la partida -muy inferior a la media que se usa para los presidentes del Congreso de los Diputados- y su cuantía ya estaban incluidas en los presupuestos de 2019, en el capítulo de Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural, que no fue ejecutada por el equipo de Manuela Carmena.

En este capítulo rescatado por el PP han desaparecido los retratos de los dos alcaldes republicanos durante la Guerra Civil, Cayetano Redondo (alcalde entre noviembre de 1936 a abril de 1937) y Rafael Henche de la Plata (de abril de 1937 a marzo de 1939), que figuraban en la de Ahora Madrid por petición del grupo municipal socialista. “Hemos considerado prioritario realizar los retratos de los alcaldes del siglo XX y XXI por parte de artista de reconocido prestigio. Respecto a los retratos de los alcaldes por los que se pregunta, no hay tomada una decisión”, indican las fuentes de Presidencia. En los presupuestos de Manuela Carmena también aparecía la resignificación y reubicación de los cuadros para hacerlos públicos, porque se encuentran en dependencias privadas solo accesibles en jornadas de puertas abiertas. Los de Martínez-Almeida aseguran a este periódico que no tienen intención de moverlos del edificio de la Plaza de la Villa.

Lo que no ven los ojos

Una vez se aprobó el presupuesto en 2020 por el equipo del actual regidor madrileño, el presidente del Pleno envió una carta a los tres exalcaldes para comunicarles la iniciativa y la necesidad de que eligiesen los artistas que querían que les inmortalizaran. Manuela Carmena se decantó por Ángeles Agrela (Jaén, 1966), Alberto Ruiz-Gallardón eligió a María Bisbal (Valencia,1983) y Botella a Cidoncha. Tenían cuatro meses para entregar sus creaciones, que ya descansan en las dependencias municipales a la espera de la ceremonia de inauguración.

El de Botella es un retrato de 2020. El artista ha preferido no viajar al pasado, no es la alcaldesa de 2011. Los Aznar han dado su visto bueno a la propuesta de Cidoncha, del que ya habían comprado obra suya en la galería Marlborough. El pintor se trasladó hasta Marbella para encontrarse con la exalcaldesa Botella, que pasó el confinamiento en la exclusiva urbanización de Guadalmina Baja (Marbella) junto con José María Aznar, expresidente del Gobierno. Allí tuvieron una sesión fotográfica, charla y toma de apuntes de color para trabajar, luego, en su taller. No confía el color fotografiado, porque transforma el natural. “No copio fotos, son un apoyo documental”, dice el pintor, que a partir de las fotografías levanta sus lienzos cargados de capas de color y pinceladas que se superponen y los hacen en expresividad. Para Cidoncha la apariencia de sus retratados es importante, pero no tanto como lo que no se ve. “Eso es lo que hay que mostrar, lo que hay dentro de ellos”, añade.

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“No porque hayas pintado muy bien las orejas, el retrato va a ser mejor. Intento que los personajes sean algo más que parecidos. Por eso la mirada es tan importante. Yo pongo a los gestos por delante de la pintura”, sostiene María Bisbal, que recibió la llamada de Gallardón para que se encargara de su figura. Se encontró con el exalcalde en la galería de cristal del Palacio de Cibeles, en busca de la luz exterior. Bisbal revisó el resto de retratos y los descubrió encerrados en sus despachos. La pintora quería hacer de Gallardón un alcalde en la calle y él quiso aparecer con unos libros y que en la portada de uno de ellos apareciera el perfil de Madrid Río. “Él la considera su mayor contribución a la ciudad”, dice Bisbal. El proceso de esta pintora es a la inversa: primero fotografió al alcalde y remató el retrato (en acrílico) con el protagonista delante, porque “la foto engaña”. A Alberto Ruiz-Gallardón le parece que es “una obra formidable para una colección histórica”.

El pintor Rafael Cidoncha, autor del retrato de Ana Botella, trabajando en su estudio en una imagen cedida por el artista.
El pintor Rafael Cidoncha, autor del retrato de Ana Botella, trabajando en su estudio en una imagen cedida por el artista.

Un género masculino

No es habitual que las mujeres pintoras sean mayoría en los encargos de retratos institucionales. En el Congreso de los Diputados, la gran máquina de creación de símbolos institucionales, apenas hay firmas de Carmen Laffon, Isabel Quintanilla o Elisa Pérez Ruiz. “Es más difícil conseguir estos encargos si eres mujer, las instituciones no confían todavía en nosotras”, explica María Bisbal, que se estrenó como retratista oficial con Ángel Gabilondo como ministro de Educación. Ángeles Agrela también cree que “la invisibilidad” es el pan de cada día de las pintoras. “Las instituciones piensan que somos menos serias y nos han apartado. Por eso es tan importante que Carmena haya tenido este gesto”, cuenta Agrela. “Ángeles es una pintora magnífica y me alegro de que ella sea la autora de uno de los retratos de la galería de los alcaldes de Madrid”, asegura Manuela Carmena.

Agrela ha tenido que realizar el de Manuela Carmena en la distancia para evitar los riesgos de contagio, así que ha construido desde la documentación gráfica y con los testimonios de su secretaria en el ayuntamiento. Le contó que la alcaldesa pidió flores para llenar los balcones y su despacho. “Puso margaritas y creó un espacio institucional más humano. Son símbolo de pureza y belleza y están cargadas de energía positiva”, cuenta la artista. Esa es la razón para ese fondo primaveral y acrílico. “He pintado a una persona cercana y bella tal y como yo la veo. He querido representar lo que Manuela llevo al Ayuntamiento de Madrid: vida”, sostiene. El reloj que asoma por la manga izquierda de su chaqueta es una petición del marido de la exalcaldesa, un pequeño homenaje a su relación. Se lo regaló cuando se conocieron y no se lo ha quitado desde entonces.

El precio de la fama

Durante muchos años los retratos oficiales del Congreso de los Diputados ha sido un coladero de presupuestos ilimitados. El intento fracasado del exministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, de trascender con uno firmado por Antonio López, presupuestado en 190.000 euros fue el más escandaloso de todos. El Ministerio rescindió el contrato que tenía con el pintor que retrató a la familia de Juan Carlos I, para Patrimonio Nacional, por 194.700 euros. Pero hace un año el Congreso de los Diputados acordó pagar a Hernán Cortés 88.000 euros, después de que el pintor rebajara su caché, por uno de Felipe VI. También levantaron mucho revuelo los 83.000 euros que se pagaron a Bernardo Pérez por el de José Bono, misma cantidad que recibió Hernán Cortés por el de Aznar. Este pintor es el más reclamado por los exministros y expresidentes, que también hizo el de Felipe González y le costó a las arcas públicas 69.600 euros y el de Magdalena Álvarez, 76.650 euros. Manuel Marín eligió a Cristina García Rodero para que lo retratara y su fotografía costó 25.000 euros. El precio más asequible ha sido la imagen de Patxi López, por la que el Congreso pagó 10.300 euros a Elisa Pérez Ruiz, hija de Peridis. Muy por debajo de los 66.000 euros del retrato que Ricardo Sanz hizo a Jesús Posada. A José Ignacio Wert lo retrató Cidoncha por 19.580 euros.

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