Esos chicos de las motos eléctricas que quieren todos los ‘influencers’
Junto a cinco colegas y con solo 55.000 euros, Emilio Froján ha montado Velca, una empresa de ‘scooters’ que gastan solo 15 euros de electricidad al año y que son la sensación de Instagram
Cuando uno pasa estos días por la puerta de Piamonte, 16, se le reaviva un poco la esperanza, apagada en este nuevo Madrid con cada día un nuevo cartel de “se vende” en las ventanas. El cristal del bajo de este imponente edificio del barrio de las Salesas brilla, sin un rasguño, inaugurado este lunes. Tras él, motos también brillantes, como caramelos para niños grandes, llaman desde el escaparate. Y, al mirar el cartel, causan todavía más sensación: “Velca”, se lee, “scooter 100% eléctricas, cero ruidos, cero emisiones”.
Velca es el recién nacido de Emilio Froján, un sonriente gallego de 29 años que lleva unos cuantos en Madrid, que aquí concibió su proyecto y que tenía y tiene claro que la ciudad es el nicho perfecto para sus motos. Antes que el 16 de Piamonte, la idea se gestó en el 23 de la misma calle, justo enfrente, en el Impact Hub donde tantas empresas y startuperos se lanzan a la piscina y donde ellos, por ahora, han encontrado bastante agua.
Froján empezó a trabajar hace unos años en una empresa de patinetes sueca que tomó Madrid como base de expansión para Europa del Sur y que le mandó a seguir ruta en Alemania. Allí vio que el filón era otro. “En Berlín todo el mundo tenía su propia moto eléctrica, y en Madrid no vi ninguna empresa así, solo de motosharing”, de vehículos compartidos en alquiler.", rememora Y si había algo eran “pocas marcas, con diseños como futuristas, y donde la gente tenía miedo por el servicio postventa”. Por eso se decidió a crear otra cosa: motos bonitas. Chulas. Que llamaran la atención.
Ya han lanzado tres modelos, dos ciclomotores y una 125 cc. La más sencilla, Bora, es poco más grande que una bicicleta. “Es, hasta donde sabemos, la primera moto más comprada por mujeres que por hombres: un 67% de conductoras. Pesa solo 56 kilos, es muy ligera”, explica. A la vez llegó Tramontana, en rojo cereza y verde oliva esta pasada temporada de verano. Cuestan 2.400 y 3.100 euros, precios medios, asequibles. Después desembarcó Calima, ya en 125 centímetros cúbicos, con más velocidad y que se va a los casi 4.000 euros, aunque tiene ayudas gubernamentales de hasta 750. Todas aguantan unos 800 ciclos de carga, unos cinco años, y después ellos mismos proporcionan nuevas baterías, extraíbles. Afirman que cargarlas cuesta apenas unos 15 euros al año. “Y siempre te puedes subir la batería al trabajo en vez de a casa para hacerlo allí”, afirman con media sonrisa.
Velca se fundó hace ni un año, en noviembre de 2019. Froján se lo planteó a colegas con los que había trabajado anteriormente. Entre ahorros y préstamos personales (“yo soy el único que vive de alquiler”, afirma el gallego, “los demás aún siguen con sus padres”) recopilaron 55.000 euros y se lanzaron a la aventura. “No teníamos más. La manera es sacrificarte: lo financiamos con trabajo. Tenemos sueldos muy bajitos. Lo pactamos entre nosotros, es un proyecto muy humilde. Y eso que hay gente con mucho dinero que seguro ahora va a hacer cosas parecidas...", deja en el aire.
Ellos tenían claro el modelo. Querían una cierta estética, sí, pero también “liviano, ágil, fácil de manejar”. Y que en Madrid tuviera ventajas a la hora de moverse (“si es que el 50% de los viajes los hacemos en ciudad, y con la pegatina Eco se puede entrar en todas partes”, remacha) y de aparcar. “Y la climatología, que en España es perfecta, sobre todo en el Mediterráneo”. Aunque asume que los siniestros todavía se miran con respeto. “Es cierto, pero no son tan peligrosos como en carretera. La mayoría son contra el guardarraíl. Aquí es distinto, no sueles pasar de 60 kilómetros por hora y sales el primero de todos los semáforos”, asegura.
Tras invertir, diseñar los vehículos en plástico reciclado, encargarlos al fabricante en China y lograr que 600 personas quisieran probarlos, marzo era su mes estrella. “Trajimos un contenedor en pleno confinamiento chino... y el día de las pruebas se decretó el estado de alarma”. Ellos siguieron peleando. Se decantaron por una plataforma y sus mejores caras: Instagram y los influencers. Al principio recurrieron a una agencia, pero a estas neoestrellas les gusta tanto la firma que se ponen directamente en contacto con ellos: quieren la moto. “No tenemos dinero', les dijimos desde el principio. Ahora ellos están encantados. Nos llaman y nos la piden. Hemos logrado récords de Me gusta y comentarios en algunos de sus perfiles”, se asombra Froján. Porque, además de la que les dan, sortean otra. “Lo preferimos a un anuncio de televisión que vale, no sé, 10.000 euros y sin 15 segundos. Esto se queda”. Su Tramontana se ha convertido en tal estrella que todos la quieren. Están sin stock.
De ahí que necesiten crecer y que hace un par de semanas lanzaran una nueva ronda de financiación. Pidieron 75.000 euros en su LinkedIn, “a ver qué pasa”. Las inversiones, a partir de 2.500 euros, iban dirigidas a jóvenes con ganas de meterse en el proyecto. Lograron 750.000 en cuatro horas, y porque decidieron parar. “Ha sido el récord en España de una startup a través de la plataforma Crowdcube”, se sigue sorprendiendo Froján, que recibió inversiones de Nepal, Dinamarca, Reino Unido... Ahora que la gente busca evitar aglomeraciones pero sin contaminar, reconoce, han dado con una oportunidad. “Queremos crear comunidad, funcionar con el boca a boca”, asegura. De ahí la tienda física, la inminente colección de moda o los nuevos diseños en más cilindradas. Desde el barrio de las Salesas y a todo gas... pero sin gas.
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