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La crisis arrastra el cierre del mítico Café Marula

Los problemas económicos han puesto fin a casi dos décadas de música en vivo

Idoia Ugarte
El Marula Café situado en la calle Segovia
El Marula Café situado en la calle Segovia

La noche de Madrid pierde otra más de sus míticas salas de música en directo, el Café Marula. La crisis económica derivada de la pandemia está abocando al cierre a muchos de los locales madrileños que ofrecían conciertos o actuaciones en directo. Los propietarios del Café Marula, la sala escondida bajo el Viaducto de Segovia, han echado el cierre.

Casi dos décadas de conciertos en directo, ritmos eclécticos, jam sessions, djs hasta la madrugada y un ambiente en donde los bailes estaban asegurados se han terminado. “En un principio pensamos aguantar, pero la incertidumbre es demasiado grande. Esto es un túnel al que no se le ve final. Hablé con los trabajadores y vimos que era mejor cerrar, aunque lo hacemos por obligación”, dice con la voz quebrada Rodrigo López, uno de sus fundadores. “Tienes que pagar alquileres, seguros sociales y ahora con los ERTE se va a cobrar solo el 50% de la nómina”, declara al otro lado del teléfono.

Comprende que esta situación es difícil de gestionar por parte de las instituciones, pero siente que los pequeños empresarios como él están indefensos. “Con respecto al tema de los alquileres, la respuesta de las administraciones siempre ha sido negociar con el casero, pero tiene que crearse alguna normativa para ello, tiene que haber algún apoyo estatal, porque no es tan fácil. Esa persona también tiene derecho a cobrar y yo no le puedo pagar porque tengo ingresos cero. Es una situación muy desesperante”, sentencia.

Desde que se decretó el estado de alarma el pasado 14 de marzo, el Marula solo ha logrado abrir nueve días. “Y lo hicimos con un aforo autorizado de 40 personas, con la normativa de no bailar, todo el mundo sentado, con mascarilla... A eso me refiero con la poca empatía que tienen los políticos hacia los pequeños empresarios. No puedes abrir un negocio así, es inviable”, comenta López.

El Marula albergaba una media de cinco conciertos semanales y realizaba pequeñas exposiciones de fotografía y pintura. Su fundador echa la vista atrás y recuerda los inicios, hace ya 18 años: “Queríamos hacer algo distinto y nos dedicamos a la música negra y afroamericana porque no había nada en Madrid y era lo que nos gustaba. Nos lo planteamos como un proyecto de vida, más que como un negocio”.

El Marula se suma al Café Libertad 8 o los tablaos flamencos de la capital, como el histórico Casa Patas, que han echado el cierre, según sus responsables, ante la escasez de turistas internacionales y la falta de ayudas para los locales de ocio.

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Esta pequeña sala llegó a recibir a grandes artistas del panorama internacional como Joey Negro y Litlle Louie Vega, que llenaban festivales de 15.000 personas. “Nos contactaban porque querían venir a pinchar aquí, en una cabina pequeña con tan solo 100 personas. Algo estábamos haciendo bien para que esas cosas nos pasaran”. Pero Ricardo López considera que han llegado al límite. “Salió una buena subvención del Ministerio de Cultura, pero te tenías que comprometer a estar abierto cuatro años, y quién sabe lo que puede pasar”, afirma con resignación.

Uno de los mensajes que quiere transmitir es que no se deje caer a los circuitos de música en directo porque han contribuido a que la capital sea un referente cultural y turístico. “Aquí no hay playa, como dice la canción. Se viene a pasarlo bien, a ver conciertos, a comer bien. Si no hacen algo, esto va a ser una avalancha de quiebras y el turismo se verá muy afectado”, lamenta.


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