Las 10 de... Vetusta Morla
¿La mejor banda actual en español? Desde Tres Cantos, donde perseveraron pese a la indiferencia inicial, a la conquista de América
Desconfíe de un interlocutor que asegure conocer a Vetusta Morla desde el principio. La banda más importante que ha dado este país durante el nuevo siglo tardó casi una década, entre la indiferencia generalizada, en autoproducirse su primer LP (Un Día en el Mundo, 2008). Esta es la guía sonora para una singladura que parte de un instituto de Tres Cantos y ya ha conquistado medio mundo.
Iglús
(Del EP Mira, 2005)
Una debilidad para los muy fans que, en puridad, nunca ha conocido publicación oficial: aparecía en un EP autoeditado y no distribuido, y luego solo se recuperó para el concierto en beneficio del Conservatorio de Lorca, un hermoso proyecto paralelo de 2013 junto a la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia. La primera gran letra de la banda: intrigante, como de costumbre, y aquí casi apocalíptica (“Y esperamos conectados / la explosión definitiva”). A veces suena aún en los bises, con el cantante, Pucho, y el guitarrista Guille Galván solos en escena. “Verlos desde un sitio tan privilegiado como el lateral del escenario es muy emotivo. Y lo más cercano a asistir a un concierto de Vetusta”, se sincera el otro guitarrista y compositor, Juanma Latorre.
Copenhague
(De Un Día en el Mundo, 2008)
La canción total, el salvoconducto para la historia, acaso la mejor página del pop-rock en castellano del siglo XXI. Galván tenía fe ciega en la melodía, que escuchaba docenas de veces al día en un discman, pero no se le ocurría nada para el texto. La inspiración afloró durante un viaje en Interrail, al arribar a la capital danesa y asistir al animado trasiego de lugareños y turistas junto al canal. Sin perder su lirismo críptico, Guille deja entrever el desembarco (emocionante, incierto) de una pareja. El resultado, bellísimo, nos sobrevivirá a todos.
La marea
(De Un Día en el Mundo, 2008)
El gran salto del grupo a la edad adulta, según Galván: “Andábamos por los veintipocos, pero de pronto disponíamos de una canción que parecía escrita por una banda elegante y con saber hacer”. Además de su textura delicada y tersa, impregnada en salitre y nostalgia, buena parte del mérito radica en el enorme poder evocador (“La marea me dejó los versos borrados / La tinta, un borrón, un papel mojado”) que Latorre le supo imprimir a la letra.
Los Días Raros
(De Mapas, 2011)
Para el teórico “siempre difícil segundo disco”, y más después de un debut de éxito colosal, el sexteto asumió un tema inaugural casi suicida. Los Días Raros dura más de seis minutos, es un vaivén casi sinfónico de intensidades y ambientes, frena en seco en el minuto 2′38″... “Un antisingle”, bromeaban los músicos, algo inquietos con su propia osadía. La acogida fue y sigue siendo abrumadora: el grupo no ha podido dejar de interpretarla desde entonces como colofón para todos sus conciertos.
Las Salas de Espera
(De La Deriva, 2014)
El tercer álbum despegó con el furibundo Golpe Maestro, un alegato muy explícito (para los estándares vetustos) contra las políticas despiadadas de la crisis. Pero Guille se siente muy orgulloso de esta joya apenas divulgada, el retrato de “esos cuartitos de tránsito en los que nadie quiere estar y donde puedes encontrar lo más maravilloso o triste del mundo”. Eran tiempos de natalicios, pero también de pérdidas, en el seno del colectivo. La melodía es atípica; casi un mantra del que Pucho, al que asociamos más con el énfasis, sale muy bien parado.
Tour de Francia
(De La Deriva, 2014)
Una travesura, por fin, en el haber de una formación tan solemne y sesuda, con mensaje y vocación de trascender. “No acabábamos de sentirnos preparados para esta primera incursión en un lenguaje desenfadado, irónico, casi humorístico”, reconoce Latorre, “pero al final la disfrutamos mucho y la siento muy cercana a mi corazón”. Sin ella, desde luego, nunca habrían existido andanadas mordaces como El Discurso del Rey o Palmeras en La Mancha, ambas ya en Mismo Sitio, Distinto Lugar (2017).
Profetas de la mañana / Puntos suspensivos
(Single, 2015)
Dos sensacionales temas reposados que, tras encendidas discusiones y por inaudito que parezca, se descartaron en La Deriva. La banda quería un colofón sosegado para el álbum y, con tal explícita intención, Juanma presentó Puntos… y Guille, Profetas… Pero el entonces productor, Manuel Colmenero, insistió una y otra vez en que el mejor cierre era el vals Una Sonata Fantasma. “Tras un rifirrafe civilizado”, en descripción de Latorre, se salió con la suya. Las dos canciones sacrificadas solo verían la luz un año más tarde, en un single para coleccionistas. “Tanto Guille como yo llegamos pensando que triunfaríamos con nuestras canciones, pero no prosperó ninguna y quedaron relegadas del foco”. Hoy, de la que casi nadie se acuerda es de la Sonata…
Consejo de Sabios
(De Mismo Sitio, Distinto Lugar, 2017)
El cuarto álbum, el más osado y rupturista, se grabó en los míticos estudios Hansa de Berlín con ánimo de experimentación y muchísimas direcciones insinuadas a lo largo de sus diez exiguos cortes. Consejo… sirve de ejemplo magnífico: temática dolorida (las cicatrices de una ruptura, por civilizada que sea), estribillo bello e intenso y revestimiento electrónico, sofisticado. Pero en el tema, un seis por ocho, no deja de atisbarse una chacarera argentina. Las conexiones de VM con el folclor latinoamericano (Maldita Dulzura, Alto) darían para un atractivo análisis.
23 de Junio – MSDL
(De MSDL – Canciones Dentro de Canciones, 2020)
Una idea inaudita, controvertida y, a la vez, fascinante: el quinto LP de estudio, pospuesto varios meses por culpa de la pandemia, es una reinvención íntegra de su antecesor. Los cambios son sustanciales en todos los títulos, pero 23 de Junio sobresale en ambas encarnaciones. La original era muy mediterránea; ahora, transmutado el ritmo de ternario a binario, es pop radiante, instantáneo, colosal.
Los abrazos prohibidos
(Lanzamiento digital. 2020)
La rareza de todas las rarezas, un homenaje colectivo a la sanidad pública gestado en pleno confinamiento y construido, a la manera de complejísimo puzle tecnológico, desde los domicilios de cada cual. Pucho apenas canta, puesto que ha de dejar hueco a más de 20 voces invitadas. Y, para mayor singularidad, David “el Indio” García no pudo grabar desde su casa y el batería de Vetusta Morla se llama, de manera circunstancial… ¡Leiva! Más allá de las peculiaridades, un himno muy necesario para los peores momentos: unos auténticos días raros.
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