El Vicente Calderón ya es historia
Acaba el desmontaje del estadio del Atlético de Madrid tras 17 meses de trabajos y con tres meses de retraso
Ya no quedan restos de los más de 50 años de historia del que fuera el hogar del Atlético de Madrid. Las obras de derribo del estadio Vicente Calderón han acabado este lunes, según informa el Ayuntamiento de la capital, después de casi 17 meses de trabajos. La crisis del coronavirus quiso que el triste momento para los cientos de miles de aficionados rojiblancos se demorara tres meses. Con la demolición de los dos últimos pilares que quedaban en pie de la fuera la casa del equipo madrileño entre 1966 y 2017.
Y también un edificio icónico para la ciudad, al margen de pasiones deportivas, que acompañaba al muy madrileño río Manzanares. En estos tres años, el fantasma de ese enorme recinto, que fue testigo del histórico doblete de Copa y Liga en 1996, ha ido desapareciendo lentamente, durante unos complejos trabajos que comenzaron en febrero de 2019 y que han supuesto el desvío de la M-30 a su paso por Madrid Río.
Otro ambicioso proyecto ocupará su hueco, quién sabe si para acompañar a Madrid durante tantos años como lo ha hecho el Vicente Calderón. Las obras a cargo de Mahou San Miguel y del club Atlético de Madrid convertirá el antiguo estadio y los terrenos de la antigua fábrica cervecera. Son cerca de 200.000 metros cuadrados que se repartirán entre viviendas y edificios con ocho alturas de media, equipamiento público y zonas verdes. El equipo ha propuesto que uno de esos parques lleve el nombre del desaparecido estadio para recordar las noches de gloria y sufrimiento sobre el césped y las gradas.
La delegada de Obras y Equipamientos, Paloma García Romero, acompañada de la concejal de Arganzuela, Cayetana Hernández de la Riva, ha presenciado esta mañana el final de un desmontaje que comenzó con el interior del estadio, donde se apuntalaron algunos elementos para ir derribándolo de forma controlada. La tribuna sobre la M-30 ha sido la parte más compleja y ha generado quejas de Ecologistas en Acción por los residuos que se recogían con una malla en el río y que según el colectivo estaban llegando al caudal.
García Romero ha señalado que el estadio “formará siempre parte de la memoria sentimental de la ciudad” y ha recordado que el futuro parque, que ocupará el antiguo terreno de juego, llevará el nombre del club. La delegada ha anunciado que el Consistorio está a punto de sacar el concurso para cubrir el tramo de la M-30 que discurría bajo la tribuna del Calderón y que albergará la zona verde. Este nuevo parque, construido sobre una losa de hormigón, dará continuidad a Madrid Río en este punto. Al contrario que en el resto de Madrid Río, este tramo la M-30 quedará cubierto, pero no soterrado. El Ayuntamiento prevé que a finales de 2022 se hayan acabado estas obras, mientras que los trabajos de urbanización de la zona se espera que terminen a finales de este año, como estaba previsto y que los primeros edificios puedan empezar a construirse a partir del mes de septiembre.
Vacío económico
El Calderón era un motor económico para los negocios de la zona. No solo por la marabunta de gente los días de partido; entre semana se mantenía la afluencia gracias al restaurante, las tiendas y la oficina del estadio. También gracias a los sentimientos que provocaba el Calderón: todos los días acudían aficionados a visitar el campo de su equipo. El derrumbe del estadio llevó a varios bares de la zona a cerrar y otros se han mantenido a duras penas.
Es el caso de Rafa Sánchez, dueño de El Parador: "Nos hemos quedado en la ruina", dice detrás de la barra en la que lleva 33 años, al lado de una foto de Gabi, el capitán del Atleti entre 2012 y 2018.
El futbolista se dejaba ver por este bar de vez en cuando. Ni él ni las decenas de aficionados que llenaban el bar de Sánchez aparecen para pedir una cerveza desde hace tres años, cuando los partidos se trasladaron al Wanda Metropolitano.
Sánchez espera a traspasar su negocio y sigue abriendo porque si no, asegura, se aburre. Abre para los dos o tres clientes que siguen yendo a su bar. "Ahora, todas las tardes las mismas caras. Antes los días de partido aquí no se podía ni entrar de lo lleno que estaba", cuenta un cliente asiduo. Este tiempo Sánchez se ha mantenido gracias a los ahorros que le han dejado muchos años cerca de un estadio que en cada partido (había unos dos o tres al mes) le dejaba una caja de unos 8.000 euros.
Este hombre de 66 años abrió El Parador hace 33. Nunca fue un colchonero apasionado, pero se ha hecho del Atleti a fuerza de tenerlo delante y sobre todo, porque es el equipo que le ha dado de comer.
En el restaurante Leonor, junto a Madrid Río, no se han visto obligados a cerrar pero han notado una bajada en las cuentas. El restaurante lo regenta Leonor Lorenzo, toledana que trabaja y vive en el mismo bloque desde hace 38 años. “Venían muchos jugadores, más los de antes. Luis Aragonés [jugador entre 1964 y 1974] venía mucho”, cuenta. Desde que se derrumbó el estadio, asegura, factura la mitad. De momento no teme el cierre: aunque cada domingo sumaba en caja 3.000 euros, sus cuentas no dependían solo del fútbol. Gracias a su clientela fija que va a comer, al hotel que han abierto y a los obreros de la zona puede seguir abriendo. Aunque no haya afectado a todos por igual, el vecindario está de acuerdo en que estos tres años han dejado un panorama diferente en este barrio del distrito de Arganzuela. “Esto era un barrio vivo y ya no lo es”, cuenta un vecino en la barra de El Parador.
Obras no terminadas
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, confesó hace unos días su “profunda melancolía” ante la desaparición del estado. Tras recordar que estuvo “muy de acuerdo con el traslado al Metropolitano”, el alcalde, seguidor del Atlético, reconoció que “cuando pasaba por allí y veía que se estaba demoliendo” le invadía mucho pesar, porque allí, como miles de aficionados, ha “sufrido, reído, llorado”. “Prefiero que desaparezca a ir viendo ese proceso”, concluyó.
Los vecinos del distrito de Arganzuela y las asociaciones de padres de los centros educativos afectados por las obras han reclamado que el Ayuntamiento les informe del calendario para cubrir la M-30. En un comunicado conjuntos, los padres del colegio Tomás Bretón, del instituto Gran Capitán y del colegio Joaquín Costa junto a la Asociación de Vecinos Pasillo Verde-Imperial piden que se retome la comisión de seguimiento de las obras, que quedó interrumpida por la crisis sanitaria.
“La caída de la última piedra del estadio Vicente Calderón, si bien muy simbólica y emotiva para las y los vecinos de Arganzuela, no significa ni mucho menos el final de las obras”, señalan estos vecinos, en alusión a las molestias de polvo y ruido que seguirá sufriendo Imperial y su pequeño comercio.
En concreto piden que se aborden las dificultades de acceso a los centros educativos que generan las calles levantadas antes de septiembre. Además, apuntan que es “imprescindible desarrollar a la par los equipamientos previstos en el proyecto Nuevo Mahou-Calderón” y que suponen ampliar el Gran Capitán y el Tomás Bretón, acometer vivienda protegida, un centro de mayores y pistas deportivas, para lo que piden mantener ”la participación ciudadana tan constructiva hasta la fecha”.
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