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OTRES
Columna
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Glorificar el agotamiento

Lo peor es que siento autorrealización en estas situaciones de autoexplotación por adicción al trabajo

El Orgullo Crítico en Madrid, en junio de 2018.
El Orgullo Crítico en Madrid, en junio de 2018.MARCOS DEL MAZO
Chenta Tsai Tseng

Parecían 21 días, yo creyéndome la icónica Samantha Villar exponiéndome a los límites de la autoexplotación laboral en el que interpretaba el doble papel de Miranda Presley (Meryl Streep) y Andrea Sachs (Anne Hathaway) en El Diablo se viste De Prada. En una misma semana he dirigido, en menos de 24 horas, un videoclip inspirado en los fanfics softcore de Los Simpsons y he estado pinchando en dos fiestas virtuales para recaudar fondos para el Comité de Emergencias Antirracistas y para The Okra Project. Lo peor es que siento autorrealización en estas situaciones de autoexplotación por adicción al trabajo, y por glorificar el agotamiento, el sacrificio para que un trabajo se realice bien. Siempre me recuerda a la profesora de Fama, quien le decía a sus alumnos que aquí (refiriéndose a la escuela) “es donde vais a empezar a pagar… con sudor”.

La semana no pudo acabar de mejor forma. El domingo fue el Orgullo Crítico. Sigo teniendo agujetas de la manifestación, y eso que llevaba plataformas y no tacones, que nos bendiga la drag queen Crystal Labeija. No sé qué fue lo que me supuso más estrés, el hecho de desacostumbrarme a andar durante el tiempo en el que estábamos confinados o el estrés que me provocó reunirme con tantas personas, acostumbrado ya a tener interacciones con personas en fiestas de Zoom y en grupos de Whatsapp desde el confinamiento. Pero poniendo eso de lado, el Orgullo Crítico fue muy emocionante por el hecho de poder compartir ese momento con el bloque antirracista migrante black, brown and yellow (negros, hispanos y asiáticos).

El Orgullo Crítico es un orgullo que nos recuerda que el orgullo es protesta, que la disidencia es resistencia. Como dicen en sus redes sociales, se manifiesta por un modelo de orgullo “no mercantilizado, que reivindica la diversidad y nuestra disidencia frente al capitalismo rosa, la mercantilización de nuestros cuerpos, el homonacionalismo, la homonormatividad, frente a la extrema derecha y la transfobia, frente todas las Agresiones por estar fuera de la norma y por las diferentes opresiones en cuarentena y fuera de ella de todas nosotras, poniendo como prioridad los cuidados entre nosotres”. Partimos del Paseo del Prado y finalizamos en la Puerta del Sol, donde se leyeron los manifiestos. Me hizo mucha ilusión poder estar con otras hermanas no solamente porque hacía mucho que no nos veíamos sino por juntarnos y recordar la historia de nuestras hermanas trans queer racializadas cuyos cuerpos siempre han sido cuestionados, y han sido señaladas, asesinadas por la transfobia, presente tanto fuera como dentro de nuestra comunidad. Por eso, poder celebrarnos y a nuestras hermanas en un espacio no mixto, de resistencia y de cuidados, fue tan importante. También es importante señalar que el hecho de que podamos salir a la calle también es un privilegio del que los cuerpos no discapacitados poco hablamos.

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