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Los olmos de la Casa de Campo, al borde de la extinción

Todos los árboles afectados por la grafiosis están siendo talados

Lucía Franco
Olmos de Casa de Campo.
Olmos de Casa de Campo.

Un diminuto escarabajo que lleva en sus patas las esporas del hongo asesino tiene amenazados a los Olmos de la Casa de Campo. Una vez infectado el árbol, solo queda cortarlo. La falta de cuidados de estos árboles, recrudecida durante la cuarentena, ha favorecido la expansión de los hongos que los mata.

Este problema lleva muchos años y a lo largo de este tiempo han surgido diferentes iniciativas para evitar que desaparezcan. Fumigaciones y tratamiento con inyecciones fungicidas han sido algunos de los remedios fallidos. La única cura para evitar la expansión del hongo es talarlos, según Ecologistas en Acción.

La grafiosis del olmo es una enfermedad que aparece en Europa en la primera Guerra Mundial y mata gran cantidad de olmos en España. La etimología del nombre de la enfermedad revela el efecto que produce en los árboles. La grafiosis, que toma como raíz el verbo griego 'grafein' (escribir), se come la madera del olmo de tal manera que, al talarlo, parece que este estuviera escrito.

A partir de los años 80 y 90 se descubrió que el hongo había mutado. Desde ahí le llaman a este tipo de plaga grafiosis agresiva. “La mutación es tan grande que ya siquiera se puede mezclar con el hongo original, es una especie distinta”, según relata Santiago Soria, subdirector general de Parques y Viveros del Ayuntamiento de Madrid. La grafiosis agresiva ha desplazado a la grafiosis normal.

Esta nueva especie ha sido descrita como la nueva grafiosis del olmo y esta es la que los está matando. “Estuvimos haciendo una campaña por toda España y vimos que la enfermedad avanzaba en promedio 20 y 25 kilómetros al año”, recuerda Soria. Se intentó controlar el hongo a base de inyecciones al árbol de fungicidas, pero era una misión prácticamente imposible, porque era muy difícil llegar a todos los árboles. “Era carísimo y relativamente tóxico”, afirma Soria.

Al ver que esta opción no era rentable se intentó atacar la enfermedad desde otro ángulo. Ahí decidieron luchar contra los escarabajos escolíticos que son los que llevan en sus patas las esporas del hongo. “El problema es que los tratamientos tenían que ser diez veces al año y no podía llover, eran insecticidas que mataban a los escarabajos, pero también arrasaban con muchos otros insectos”, explica Soria.

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Cuando se vio que era prácticamente imposible controlar la enfermedad lo que hizo el Ministerio del Medio Ambiente fue buscar Olmos resistentes de la mano de la escuela de montes.

En busca de “clones”

El proceso para conseguir los clones se inicia con el rastreo de los árboles supervivientes por toda la geografía española. Los investigadores toman muestras de ellos para reproducirlos in vitro y obtener clones, unos miniarbolitos que crecen en pequeños recipientes esterilizados. En la Casa de Campo todavía quedan 17.000 olmos entre clones y viejos. Se calcula que mueren 1.000 olmos al año.

Desde el Ayuntamiento aseguran que “no hay más remedio que ir talando los árboles enfermos y plantar clones resistentes que ya ha creado el Ministerio y escuela de montes ir sustituyendo los ejemplares que van muriendo por ejemplares resistentes”. “Estamos tratando de retrasar la muerte de los olmos”, afirma Soria.

El consistorio acepta que no puede contra el hongo, ni contra los escarabajos y lo único que puede hacer ahora es talar los olmos afectados para que no contaminen al resto. “La falta de personal y el confinamiento ha hecho que estos días salte a la vista en un simple paseo por la casa de campo decenas de olmos enfermos”, asegura Juan García Vicente, integrante de Ecologistas en Acción y fundador de la plataforma vecinal Salvemos la Casa de Campo. Y señala que habrá que esperar 80 años a que crezcan los olmos resistentes para volver a tener olmos de 100 años en la Casa de Campo.

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Sobre la firma

Lucía Franco
Es periodista de la edición de El PAÍS en Colombia. Anteriormente colaboró en EL PAÍS Madrid y El Confidencial en España. Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Javeriana de Bogotá y máster de periodismo UAM-EL PAÍS. Ha recibido el Premio APM al Periodista Joven del Año 2021.

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