Las personas sin hogar cuentan con 830 nuevas plazas en Madrid
El Ayuntamiento amplía su red de asistencia a los más necesitados por el coronavirus y el estado de alarma
La crisis sanitaria y social provocada por el virus del Covid-19 ha obligado al Ayuntamiento de Madrid a reorganizar y ampliar sus recursos para hacer frente a la emergencia social. El Consistorio ha ampliado en algo más de 830 el número de plazas disponibles para atender a personas sin hogar y demandantes de asilo, según datos del Área de Gobierno de Familias, Igualdad y Bienestar Social.
Este jueves está previsto que se abra un albergue improvisado en el pabellón 14 de Ifema con capacidad para 150 personas. En las últimas horas las 479 plazas de la campaña del frío municipal pasan a ser de 24 horas y no solo para la pernocta, como hasta ahora. Además, ese plan, que debería acabar el 31 de marzo, se extenderá hasta el 31 de mayo.
Por otro lado, desde el pasado fin de semana hay habilitadas 110 plaza en un hotel del municipio de Arganda del Rey, para familias y parejas de demandantes de asilo, y 70 más en una pensión y un hotel del distrito de Chamberí. A esta infraestructura se une un centro de día con capacidad para 30 personas. Las 150 plazas de Ifema pueden ser ampliables hasta 600 si fuera necesario, confirman las mismas fuentes municipales.
La idea es que aquellos que presentan síntomas y puedan estar contagiados por el Covid-19 no convivan con aquellos que están sanos. Para eso, se ha habilitado el albergue de Villa de Vallecas donde, a principios de año se instalaron módulos para familias solicitantes de asilo. También el centro de acogida Juan Luis Vives de Vicálvaro.
“Estamos ante un plan de Emergencias para personas sin hogar sin precedentes en el Ayuntamiento”, reconoce José Aniorte, delegado del Área de Gobierno de Familias, Igualdad y Bienestar Social. En la capital habitan cerca de2.800 personas sin hogar.Además la llegada de demandantes de asilo latinoamericanosbaten récordsy no tienen un hogar donde vivir durante la cuarentena impuesta para contener la expansión del coronavirus.
Decenas de efectivos de la Unidad Militar de Emergencia (UME) se afanaban este miércoles en montar duchas y ampliar las 40 plazas de comedor disponibles en el pabellón 14 de Ifema. “Podrán ducharse unas 120 personas en una hora”, explica el subteniente Cordero. En cuanto al comedor, lo ampliarán de 40 a 100 plazas. Si hiciera falta, añade Cordero, tienen listas literas para 150 personas más.
Desde un día antes de que abriera, ya había personas esperando en la puerta principal del recinto ferial para instalarse en el nuevo albergue. Carlos, Juan, Eliodoro... media docena de hombres mataban el tiempo comiendo salchichón y bebiendo una litrona junto a la boca de Metro.
“La crisis que estamos sufriendo está evidenciando las carencias y las políticas inexistentes de vivienda y de cobertura de este derecho básico para todos”, explica María Elena Ayuso, secretaria técnica de la red Faciam (Federación de Entidades y Centros para la Integración y Ayuda de Marginados). Por ello “los recursos de acogida y emergencia son ahora imprescindibles”, añade Ayuso.
Menos demanda en comedores sociales
En Madrid hay decenas de comedores sociales. La crisis del coronavirus ha obligado a algunos a cerrar y a modificar los protocolos de los que siguen abiertos.
Para algunos, la demanda ha bajado. “Muchos se quedan en sus casas y los que duermen en albergues les dan la comida para impedir que se muevan de allí”, asegura Bernardo, voluntario del comedor social de Batán. Este es uno de los que siguen abiertos, “por ahora”. Desde que el Covid-19 golpea la región con más fuerza, no dejan entrar a nadie en la parroquia. Sirven la comida desde la puerta “lo más rápido posible para evitar que se hagan colas”. Este comedor reparte comida de lunes a sábado, para quien trae tupper, y bocadillos para el resto.
Esta percepción y los nuevos métodos de protección son comunes a todos los comedores sociales que siguen activos. Juan Ignacio Gullón, voluntario en la Hermandad del Refugio de Corredera Baja de San Pablo, percibe que acude menos gente que antes, aunque reparten todavía unos 150 bocadillos al día.
En el comedor Ave María, en Doctor Cortezo, reparten bolsas con desayunos. El más antiguo de Madrid, el María Inmaculada, en General Martínez Campos, ofrece bocadillos a personas solas y alimentos sin cocinar a familias. El de Misioneras de la Caridad, en Diligencia, reparte comida elaborada en tuppersen la calle. El único que permite la entrada es el centro de día Luz Casanova, en José Marañón, que además mantiene su servicio de duchas.
Los comedores que han cerrado, lo han hecho porque en su mayoría los voluntarios son personas mayores, los más vulnerables al coronavirus. El de la Fundación Pan y Peces, en Medellín; el comedor Misioneras del Santo Sacramento, en Mostesquinza, y el de Siervas de Jesús, en Encarnación González, han cerrado sus puertas.
Los cuatro comedores públicos de la de la Consejería de Servicios Sociales del Gobierno de Madrid reparten los lunes, miércoles y viernes comida fría en bolsas para consumirla fuera del centro.
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