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“Somos asépticos; solo mostramos la historia a la gente”

El coronel Juan Toledano dirige desde septiembre el Museo del Aire con el objetivo de abrir la institución al gran público

El coronel Juan Toledano, director del Museo de Aeronáutica y Astronáutica en Madrid.
El coronel Juan Toledano, director del Museo de Aeronáutica y Astronáutica en Madrid.©Jaime Villanueva (EL PAÍS)

El anhelo por volar es tan antiguo como la humanidad. Los hermanos Wright desafiaron la gravedad en 1903 con un aparato más pesado que el aire. Recorrieron apenas 37 metros, pero inauguraron una nueva era para el hombre. Los visitantes del Museo de Aeronáutica y Astronáutica pueden abrir boca con una réplica de su Flyer. Luego le esperan otros 5.800 fondos, entre ellos 177 aeronaves que recorren la historia de la aviación española. El coronel Juan Toledano (Madrid, 60 años) dirige el museo desde septiembre. Es su decimosexto destino y la tercera unidad que manda. Lo hace con una sonrisa inalterable y la esperanza de abrir al gran público una institución que muchos ven aún con recelo.

¿Para qué sirve este museo?

La gente necesita conocer qué hace su Ejército. Es una muestra fehaciente de aquellos aviones que han formado parte de él.

¿Cómo llegan aquí?

Cuando finaliza la vida operativa de un avión solo hay dos opciones: que vaya a desguace, que es muy triste, o exhibirlo para que lo disfrutemos todos.

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Fondos históricos clasificados en su más alto nivel de catalogación como Bienes de Interés Cultural (BIC). Están distribuidos en 11 colecciones. Para nosotros la más importante es la de aviones, aunque también destaca la de motores, que es una de las más importante de Europa. Tenemos uniformes, condecoraciones…

Todo muy marcial.

Se combina aviación militar y comercial, aunque es cierto que damos preponderancia a la primera. Este museo es de aeronáutica y astronáutica, por lo que también se exhiben piezas de la conquista del espacio.

¿Cuáles son las piezas más emblemáticas?

El Vilanova-Acedo, de 1911, el más antiguo que existe en España. Nunca se comercializó. Lo compramos a un particular en 1968. El Jesús del Gran Poder fue el primero que voló el Atlántico Sur en 1929. También hay aviones que participaron en la Guerra Civil, como el Heinkel 111. Formó parte de la Legión Cóndor y luego integró la flota del Ejército del Aire. Y una aeronave de la que estamos muy orgullosos porque fue construida por un español, el Autogiro de Juan de la Cierva.

¡Y el Dragon Rapide!

Tenemos dos. Uno de ellos trasladó a Franco [durante los preparativos del golpe de Estado]. Somos asépticos. Hasta tal punto que pintamos con los colores de los dos bandos las aeronaves que usaron ambos. Somos un museo y nos debemos a todos los visitantes. Solo mostramos la historia a la gente.

¿Cómo la conocemos?

Procuramos que el discurso museográfico esté siempre acompañado de una cartelería adecuada. No obstante, contamos con la aplicación Bemuseums. Si alguien se pone a menos de cinco metros de un objeto se descarga toda la información. Somos de los pocos museos que la ofrece.

¿Cómo se conservan los aviones?

Requieren una conservación preventiva. Si no se mantienen en un estado de visibilidad adecuado, procedemos a la restauración. La Ley de Patrimonio establece unas recomendaciones. En el caso de este museo, las piezas tienen unas peculiaridades concretas, su tamaño, lo que hace complicada su conservación preventiva. Los materiales tienen una obsolescencia programada. Eso nos obliga a realizar un gasto muy importante para cubrir los aviones y protegerlos de condiciones ambientales adversas. Las naves que están en el exterior se deterioran, lo que implica que cada tres o cuatro años haya que cambiar los emblemas y la pintura, que puede alcanzar los 35.000 euros. Siempre debemos respetar el estado original del fondo.

¿Por qué tienen nombres raros?

El Chirri era el avión que utilizaron los italianos en la Guerra Civil. Es la forma en la que se pronuncia en ese idioma la CR. Otro es conocido como mosca porque cuando llegó de Rusia, en las cajas ponía Moscú, pero con letras de su alfabeto. El bando sublevado lo conocía como rata por la táctica de vuelo.

¿Alguno está en condiciones de volar?

No, y además está prohibido porque la ley los considera material arqueológico. No podemos poner en riesgo un bien que debemos legar a la posteridad.

En la actualidad, el C101 tiene mucha siniestralidad.

En dos años dejará de estar operativo. Es un avión estupendo. Mi promoción fue la primera que voló con él. De 1980 hasta ahora ha formado a todos los pilotos. Ha rendido muchísimo. Aquí tenemos dos expuestos.

¿El museo puede innovar?

Queremos incrementar la faceta formativa. El no tocar es un concepto antiguo; hay que diseñar piezas para que la gente las toque. Hacer que una persona pulse un botón, gire el alerón de una maqueta y vea el efecto que se produce. O construir un túnel de viento para descubrir cómo funciona una nave.

Un plató al aire libre

El Museo del Aire se creó por decreto en 1966, pero no se mudó hasta su emplazamiento actual, en Cuatro Vientos, hasta 1981. Cuenta con una extensión de 66.938 metros cuadrados, es de titularidad y gestión estatal y está adscrito al Ministerio de Defensa. Es gratuito, abre de martes a domingo y cada año recibe unas 73.000 visitas. Los colegios lo hacen principalmente en horario matutino. Los sábados se organizan eventos para las familias y a veces se utiliza para grabar escenas de películas. El último en hacerlo fue Alejandro Amenábar, director de Mientras dure la guerra. Los particulares también pueden solicitar sesiones fotográficas en sus dependencias.



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