La crisis en la Televisión de Galicia desemboca en la primera huelga indefinida de su historia

Por primera vez en sus 39 años de vida, la radio y la televisión autonómica de Galicia están inmersas en una huelga indefinida. Arrancó este lunes con unos servicios mínimos que los trabajadores impugnarán por considerarlos “abusivos”. Protestan por la externalización de programas a productoras privadas, una gota más en una crisis que ha llevado a una parte de la plantilla a manifestarse cada viernes desde 2018 contra las injerencias de la Xunta del PP en su trabajo. Van 333 venres negros en la Corporación de Radio e Televisión de Galicia (CRTVG) y el Gobierno gallego no ha hecho el más mínimo amago pacificador, ni antes con Alberto Núñez Feijóo al frente ni ahora con Alfonso Rueda. Al contrario. Los paros, de hora y media en días alternos, se producen mientras Rueda tramita una ley que elimina los órganos internos de protección de los periodistas que preveía la anterior norma y permite al PP nombrar a dedo al director general del ente. Y también en plena instrucción de un presunto caso de acoso laboral a una trabajadora crítica por el que está imputada la cúpula de la compañía.

La protesta ha impedido la emisión completa de la programación, aunque la dirección de los medios de comunicación públicos de Galicia cuantifica el seguimiento en un 32,5%. Un centenar de personas se ha concentrado ante la sede de la compañía en Santiago, una protesta a la que ha asistido la presidenta de la Federación Europea de Periodistas, Maja Sever. “La dirección de la CRTVG obvia la jurisprudencia al respecto de lo que consideran informaciones esenciales en un contexto de huelga para evitar que el esfuerzo y la reclamación de las trabajadoras huelguistas tengan repercusión pública impactando en la programación habitual”, critica el comité de huelga sobre los servicios mínimos.

El detonante de la huelga ha sido la sustitución de A Revista, un histórico magacín diario estrenado hace casi tres décadas, dependiente de los servicios informativos y de producción propia, por un programa encargado a una productora privada. Según el comité de empresa, O Termómetro, que este lunes no se ha podido emitir íntegramente debido al paro, tiene “un formato casi idéntico” con “los mismos colaboradores” pero se emite en coproducción con Setemedia, SL y Papaventos, SL, esta última filial gallega de la empresa de ámbito estatal La Cometa. Los representantes de la plantilla denuncian que este trasvase de trabajo a manos privadas “multiplica injustificadamente el gasto público” (cada programa costará 16.000 euros, subrayan, más de un millón por temporada) y traslada a “afines al Gobierno del PP el relato de lo que ocurre en Galicia”.

La dirección de CRTVG sostiene que la sustitución de un programa de producción totalmente propia por una coproducción con empresas privadas no va a provocar “ahora o a futuro” un recorte de puestos de trabajo. O Termómetro, esgrime, nace de un “sistema de coproducción ya usado en múltiples ocasiones en la TVG y sigue el mismo esquema utilizado en la actualidad por TVE y el resto de canales autonómicos”.

Esta semana los trabajadores están llamados a parar entre las 11.30 y las 13 horas también el miércoles y el viernes. La convocatoria aprobada en asamblea establece que si después de los cuatro primeros paros “no hay avances” hacia un acuerdo con la dirección del ente, la huelga se convertirá en indefinida a partir del 16 de octubre.

La protesta coincidirá este miércoles con un nuevo paso en la instrucción judicial del presunto acoso laboral a una de las trabajadoras que protestan en los venres negros. Declarará como investigado el actual director de Recursos Humanos de la compañía y, el jueves, les tocará el turno de comparecer ante la jueza al subdirector de Informativos y al responsable de Seguridad y Salud. En total son nueve los directivos imputados, entre ellos el aún director general nombrado por Feijóo en 2009, Alfonso Sánchez Izquierdo. La denunciante asegura en su querella que desde 2018, cuando arrancaron los venres negros, ha sido sometida en la compañía a una persecución tolerada e incluso alentada por estos cargos directivos, con jornadas enteras sin tarea, encargos a última hora, ninguneos y trato degradante.