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‘Delta y Omega’: las vivencias de un policía en la mayor redada contra el narco en España

El inspector Óscar Fraile desvela los entresijos de la Operación Nécora en un libro autobiográfico

El inspector Óscar Fraile, con el libro 'Delta y Omega' en una imagen de Javier Roda cedida por el autor.
El inspector Óscar Fraile, con el libro 'Delta y Omega' en una imagen de Javier Roda cedida por el autor.

El narco made in Galicia sigue en la diana editorial y sin signos de agotamiento, cuatro décadas después de que esta estirpe del llamado crimen organizado comenzara a multiplicarse en la ría de Arousa a costa de un negocio lucrativo y duradero que hoy ya está bajo el control de la tercera generación. En la historia de este fenómeno socioeconómico importado de Latinoamérica, que transcendió a Europa desde las Rías Baixas, el pasado sigue alimentando el interés literario y periodístico de unos incombustibles capos gallegos, aunque la mayoría ya no estén en la primera línea del negocio de las drogas. Óscar Fraile, uno de los agentes que formó parte de los preparativos de la Operación Nécora, desgrana ahora detalles inéditos en un libro autobiográfico titulado Delta y Omega y que acaba de publicar la editorial Círculo Rojo.

Mientras los narcos trabajaban a destajo con el hachís y la cocaína a finales de los años ochenta, estalló la Operación Nécora, la mayor redada policial contra el narcotráfico en España. Con un inusitado despliegue de medios policiales, el operativo fue el capítulo más mediático de la historia del narco, y no tanto por los resultados del proceso judicial amparado en las acusaciones de dos traficantes arrepentidos, sino más bien por el efecto sorpresa que permitió encarcelar a los nombres propios de la mafia gallega. El título elegido por el inspector del Cuerpo Nacional de Policía Óscar Fraile Cortijo (La Roda de Albacete,1954) corresponde a los indicativos en clave de las brigadas policiales que empleaban para comunicarse, como las del Servicio Central de Estupefacientes que llevó el peso de la investigación desde la provincia de Pontevedra.

El inspector llegó a Galicia con otro compañero a principios de octubre de 1989 al volante de un discreto Seat Málaga con el que harían los seguimientos de los objetivos de la operación. Solo traían consigo cinco mandamientos de intervención telefónica firmados por el entonces juez Baltasar Garzón y la orden de entrevistarse en la cárcel con Ricardo Portabales, un personaje desconocido para el policía. En una casa situada en el cruce que comunica Vilanova con Cambados, se instalaron todos los aparatos de escucha que surgieron a lo largo de las investigaciones.

“Llegamos a tener más de 25 teléfonos pinchados de forma simultánea”, cuenta el inspector. “Para nosotros aquello era un territorio y unos personajes desconocidos, eran ventajas e inconvenientes a la vez, porque no estábamos contaminados por nada ni por nadie, pero la realidad es que llegamos sin saber exactamente qué hacíamos allí”, afirma Fraile.

El libro dedica un capítulo a la entrevista que el policía mantuvo con el arrepentido Portabales en la prisión de A Parda. “Me pareció un charlatán porque no dio ninguna información aprovechable, pero el juez y el fiscal, en cambio, no opinaron igual”, recuerda el inspector Fraile. “De mostrarse temeroso, el hombre se volvió soberbio, vivió unos años de esplendor mediático hasta que dejó de ser útil y volvió su rencor y frustración hacia quienes lo habían escoltado y protegido”, añade.

El autor de Delta y Omega sostiene que para los agentes Sito Miñanco “no se escapó de la redada” porque ellos sabían que en aquel momento no estaba en Galicia. Meses después, una madrugada fría en Madrid, Fraile detectó “el desembarco de sus escuderos en un piso de la calle Alfonso XIII”, relata. “Desde allí llegaron a distribuir más de 2.000 kilos de cocaína, y al poco tiempo Sito y sus hombres cayeron en Pozuelo de Alarcón”, relata. La Operación Nécora, resalta Fraile, fue “un modelo de planificación operativa”. “El efecto sorpresa fue un éxito porque no transcendió el más mínimo dato a nadie que no fuera del juzgado número 5 de la Audiencia Nacional o del Servicio Central de Estupefacientes, y hoy no podría llevarse a cabo algo así”, asegura el inspector.


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