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Vox pone a Ayuso como ejemplo para Guardiola y celebra su influencia ideológica en el Gobierno de Madrid

Monasterio, portavoz de los ultras, emplea el debate de investidura para dirigirse al PP regional y cargar contra “esos compañeros suyos” que “demonizan” a los ultras

Pleno de investidura
La portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, Rocío Monasterio, intervenía este jueves durante la segunda sesión del pleno de investidura.Fernando Sánchez (Europa Press)
Juan José Mateo

Pocas veces se ha celebrado tanto una derrota. Pasa este jueves en la Asamblea de Madrid, durante el debate que previsiblemente coronará al final de la jornada a Isabel Díaz Ayuso como presidenta regional con mayoría absoluta. La candidata de Vox, Rocío Monasterio, llega derrotada, con dos escaños menos que en la pasada legislatura, perdida su capacidad para influir en el Ejecutivo regional como socio fundamental, y criticada por los suyos. Pero parece lo contrario. En Extremadura el PP y Vox echan un pulso sobre la formación del Gobierno que ha descubierto a la líder de los conservadores extremeños, María Guardiola, criticando con dureza los postulados de la extrema derecha. Y en ese contexto, Monasterio celebra que Ayuso acepte a Vox. Que haya asumido, dice, sus planteamientos. O que el Gobierno madrileño sea oficialmente monocolor, y solo azul PP, pero en el fondo, argumenta la líder de los ultras, esté teñido por el verde de la influencia ideológica de Vox.

“Tras escuchar su discurso de ayer [por el miércoles, primera jornada del debate de investidura], felicito a mi grupo, porque está claro que hemos ejercicio y seguiremos ejerciendo una poderosa influencia”, celebra Monasterio mientras Ayuso empieza a tomar notas en unos folios para darle la réplica. “Muchas de nuestras propuestas están ahí”, subraya. “Me alegro de ver cuánto ha abierto los ojos y hasta qué punto ha hecho suyo nuestro discurso y lo convierte en políticas concretas”, añade para señalar el contraste entre esa actitud y la de “esos compañeros suyos que han insultado a los votantes de Vox, y están renunciando a conformar alternativas a la izquierda en muchos lugares de España [como, por ejemplo, Guardiola]”. Compañeros, llega a decir Monasterio sin mencionar a Guardiola, que “demonizan” a Vox. E ironiza, con mucha retranca: “Cuente con Vox para todos los asuntos que su Gobierno desconozca o quiera conocer”.

Porque el miércoles, durante su discurso de investidura, Díaz Ayuso retomó el plan de reforma de la ley trans regional, cuya derogación ha reclamado la extrema derecha una y otra vez desde hace cuatro años. Porque Díaz Ayuso ha puesto en el centro de su agenda las ayudas a las familias, la educación concertada, las subvenciones en etapas educativas no obligatorias en centros privados puros, y la apuesta por tener en cuenta a los bebés que aún no han nacido, pero ya han sido concebidos, a la hora de conceder becas. O porque decidiera reforzar la especialidad de cuidados paliativos frente a la ley de eutanasia.

El portavoz de PSOE de Madrid en la Asamblea, Juan Lobato.
El portavoz de PSOE de Madrid en la Asamblea, Juan Lobato. Fernando Sánchez (Europa Press)

Da igual que Ayuso lleve hablando de casi todas esas cosas desde el primer día que fue elegida candidata, allá por el invierno de 2019. Monasterio insiste una y otra vez en que todos esos planteamientos se han convertido en políticas gracias a Vox. Eso crea un doble efecto. Señalar que hay un PP que se siente muy cómodo con la extrema derecha (como el de Ayuso, en comparación al de Guardiola), y azuzar tanto a la candidata como a los portavoces de la izquierda.

Porque la presidenta responde que cuando Vox nació, el PP ya estaba allí. Que esas ideas son suyas, de los conservadores. Y que lo que tiene que hacer Vox es otro tipo de reflexión.

“Creo que, sobre todo, lo que han tenido es el don de beneficiar a [Pedro] Sánchez cada vez que se los ha necesitado”, espeta la líder conservadora, mientras en la tribuna de invitados la escuchan Iván Espinosa de los Monteros, portavoz de Vox en el Congreso, y Javier Ortega Smith, vicepresidente de la formación ultra. “Qué decir en estas semanas, son ustedes el verdadero colchón y la gran ayuda que necesita el Gobierno de Sánchez para no hablar de la verdad y de lo que está sucediendo en La Moncloa”, añade, sosteniendo el argumento de que cada polémica provocada por Vox dificulta que los focos se centren en la oposición al Ejecutivo formado por el PSOE y Podemos.

Tan rara es la situación que Juan Lobato, el portavoz del PSOE, la aprovecha para señalar las contradicciones del PP. Porque hay un PP que pacta con Vox en la Comunidad Valenciana y otro PP que no quiere hacerlo en Extremadura, igual que hay un PP en Madrid que pactó con Vox entre 2019 y 2023, y que desde que se convocaron las elecciones del 28-M reniega de los ultras.

“Los madrileños no han escuchado de usted”, le dice Lobato a Díaz Ayuso, “si está con [Carlos] Mazón [líder del PP en la Comunidad Valenciana] o está con Guardiola”.

Una línea que también sigue Mónica García, líder de Más Madrid. “La ultraderecha ha hecho de su discurso un homenaje a su influencia”, dice la jefa de la oposición. “A la violencia machista se la llama por su nombre, violencia machista, no por dejar de nombrarla, como hizo usted ayer [por el miércoles] en su discurso, deja de existir”, añade dirigiéndose a Ayuso. Y remata: “Es lógico que haya mucha gente que hoy esté preocupada y asustada por los resultados del 28 de mayo. Una derecha resentida y radicalizada amenaza muchos de nuestros derechos. Es el resentimiento de los igualados, de los que no soportan perder privilegios y se revuelven con furia”.

La jornada sigue sin que esa cuestión se resuelva. Dirigida inexorablemente a la proclamación de Díaz Ayuso como presidenta regional. Y con una absoluta rareza parlamentaria: que haya un partido, Vox, que ha perdido en las urnas, pero sostiene que ha conquistado un Gobierno en el que no figura.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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