Ayuso no puede vivir sin Sánchez: cuatro de cada 10 de sus tuits son ataques al Gobierno

Sánchez, Sánchez y Sánchez. Así hasta 208 veces en un año. El Twitter de la presidenta Isabel Díaz Ayuso da una medida de hasta qué punto su discurso político depende de su confrontación con La Moncloa. Un análisis de EL PAÍS de sus 551 tuits entre el 1 de abril de 2022 y el 1 de abril de 2023 muestra que el 38% eran ataques al presidente Pedro Sánchez o a su Gobierno. Ese porcentaje es incluso superior, 42,4%, si nos centramos en los tuits con contenido político, exceptuando del análisis los mensajes institucionales como felicitaciones o condolencias. Esta red social nos da una forma de medir los temas de su agenda y, aunque ella lo niega una y otra vez, su comportamiento sugiere que su verdadera aspiración es disputar la presidencia de España.

La construcción de un enemigo es fundamental en comunicación política, según los expertos, que explican que los candidatos necesitan una narrativa con un héroe y un villano para calar en la mente de los votantes. El relato de Ayuso depende de Sánchez. Sin él, Ayuso dejaría de ser Ayuso. “En política te defines con respecto a tu antagonista”, dice el experto en comunicación política Aleix Sanmartín, el gurú de la última campaña de Juanma Moreno, que ahora trabaja para el PSOE nacional. Cuando ese enemigo desaparece, el héroe pierde su superpoder: “Esto se entiende fácil con la frase de los viejos comunistas: contra Franco se vivía mejor”.

Ayuso ha dicho en Twitter que con Sánchez España va “camino de una dictadura” y “a la ruina”, que “es un tirano”, que “pretende destrozar Madrid”, que “el problema de Madrid se llama Pedro Sánchez”, que el suyo es “el Gobierno más caro de la historia. Y el más autoritario”, que “busca transformar la sociedad y hacerla a su medida”, que “no ha ido contra el virus, sino contra Madrid”, que “nos ataca” y que él y (el presidente ruso Vladímir) Putin nos han hecho un 10% más pobres. También ha pedido “que les vote Txapote”, ha presumido de “conceptos sanchistas” que no serán estudiados en las aulas de Madrid y ha publicado una foto de una copa de vino, “como el que los señores del Gobierno nos quieren prohibir”.

Los tuits en negativo de Ayuso no acaban ahí. Cuando no ataca a Sánchez, Ayuso arremete contra la izquierda en general o lanza mensajes provocadores propios de la guerra cultural, como cuando tuiteó un vídeo que ensalzaba el orgullo de ser facha. También escribe en positivo para vender sus medidas como las rebajas fiscales, el logro de algún hospital madrileño o ayudas a las familias.

El repaso a su Twitter en el período analizado muestra los temas con los que ha chocado con Sánchez: la ley de educación Lomloe (o ley Celaá), el impuesto a las grandes fortunas, el gobierno de los jueces, el decreto energético que obligaba a apagar los escaparates, el reparto regional de los fondos europeos, el impuesto a los bancos y a las energéticas... Son estos tuits de ataque al Gobierno los que más engagement o interacciones obtienen. Su tuit más exitoso con más retuits y favoritos fue su denuncia al intento de autogolpe de Estado en Perú (41.335 me gusta). El que tuvo más citas o respuestas lo publicó el lunes, 14 de noviembre, el día después de una enorme manifestación contra su gestión sanitaria que llenó Cibeles y elevó la presión contra ella. Su tuit no versaba sobre la sanidad: “Quieren imponer en España una república federal laica de facto, desmontando el Estado de derecho y el orden constitucional por atrás. Les estorban la Historia, la Corona, la Guardia civil, la FFAA, Madrid, los jueces y la prensa libre”.

Sánchez es la persona a la que más menciona (42 veces, además de otras cinco que le menciona como “presidente”, cuatro de ellas como ataque), mucho más que al líder nacional de su partido, Alberto Núñez Feijóo (cuatro veces). A varios de sus competidores en la política madrileña ni siquiera los nombra. En el período analizado solo tuiteó una vez el nombre de la líder de la oposición, Mónica García, de Más Madrid, y nunca lo hizo con los otros tres líderes, Juan Lobato (PSOE), Rocío Monasterio (Vox) y Alejandra Jacinto (Unidas Podemos). Esta omisión es reflejo de su manera de ver a los políticos regionales. Lo dijo claramente en una entrevista reciente: “Realmente no tengo rivales en Madrid, compito contra Sánchez”.

Su programa en las elecciones autonómicas pisa las competencias de Feijóo al incluir promesas para derogar una decena de leyes estatales o una selectividad común. Como lema ha elegido: “O Sánchez o España”. Pero el choque ha sido una constante desde que Ayuso llegó al poder madrileño en el verano de 2019. Por ejemplo, sobre la exhumación del dictador Francisco Franco, dijo: “¿Qué será lo siguiente? ¿Las parroquias del barrio? ¿Arderán como en el 36?”. Llevaba menos de dos meses como presidenta y era una de las primeras arremetidas de una batalla sin cuartel.

Todo político debe elegir a un villano para que su relato funcione, pero la diferencia en Ayuso es que ha elegido a alguien un escalón por encima de su ámbito de actuación. En ese sentido, recuerda a la estrategia del nacionalismo catalán o a un sector del socialismo andaluz en los tiempos en que gobernaba en Madrid el PP, dice Sanmartín. Otra singularidad de la presidenta madrileña es su estilo ofensivo. “Si sumas los ataques a Sánchez con los que hace a la izquierda en general, más de la mitad de su discurso es de ataque o construcción de antagonista”, añade. “Sigue la estrategia de los republicanos en Estados Unidos, que desde tiempos de Lee Atwater, el asesor de Ronald Reagan, creen que la mitad de la comunicación debe ser de contraste”.

La negatividad es una tendencia en política en general. Estudios en Estados Unidos han mostrado que cada vez más los votantes votan contra alguien y no a favor de alguien. En España, sucede algo parecido. En las elecciones de 2021 en Madrid, los mensajes de ataque al oponente fueron dominantes, según un análisis de tres investigadores de la Universidad Jaume I de Castellón. “En el caso de Ayuso y Monasterio vimos que destacaban porque sus mensajes estaban vinculados a la generación de emociones como odio y asco”, dice Diana Moret, una de las autoras.

La confrontación con Sánchez supone unos riesgos muy bajos para Ayuso, indica Ignacio Granados, consultor del Ministerio de Justicia y el Ayuntamiento de Segovia. Por un lado, tiene la ventaja de que sabe que el presidente no desciende al barro con ella. Si lo hiciera una sola vez tendría que hacerlo todo el tiempo y eso es lo que querría Ayuso, explica Granados: “Ayuso tiene una autopista para decir lo que le dé la gana contra Sánchez sin que la otra parte le responda”.

En efecto, Sánchez no ha tuiteado durante el período analizado ni una sola vez la palabra Ayuso y tampoco entra en la guerra dialéctica con la presidenta madrileña, dejando esa tarea por lo general al líder socialista en Madrid, Lobato, o a alguno de sus ministros, aunque en menos ocasiones.

Además, la estrategia tiene otra ventaja: Al atacar a Sánchez, evita hablar de la gestión de su gobierno. Esta omisión sería impensable en otras comunidades autónomas. “No me imagino al presidente de la Junta, Juanma Moreno, siguiendo la misma línea que Ayuso, porque sus votantes le reprocharían que obviase los asuntos que afectan a los andaluces”, dice Granados. “Sin embargo, Madrid es una región muy particular a efectos mediáticos, una burbuja donde a veces parece que no hay vida más allá de la M-30″.

Colaboró en esta información Mercedes Pedreño.

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