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De Fuenlabrada a Rivas, la crisis de Podemos crece en Madrid con la renuncia de una edil y decenas de militantes

Tras el encierro del círculo fuenlabreño para protestar contra la dirección regional, más de setenta simpatizantes ripenses, entre ellos una concejal, se preparan para firmar un manifiesto crítico con la dirección y para dejar su militancia

Juan José Mateo
El candidato de Podemos a la alcaldía de Fuenlabrada, Pedro Vigil, durante el encierro de Podemos Fuenlabrada, en la sede de Podemos, a 24 de abril de 2023, en Fuenlabrada, Madrid (España).
El candidato de Podemos a la alcaldía de Fuenlabrada, Pedro Vigil, durante el encierro de Podemos Fuenlabrada, en la sede de Podemos, a 24 de abril de 2023, en Fuenlabrada, Madrid (España).Gustavo Valiente (Europa Press)

Cuando le regalan un cartón de Ducados, a Pedro Vigil, casi de 60 años, se le revuelve algo por dentro, y siente que le brotan las lágrimas, porque ya lleva dos noches encerrado en la sede de Podemos en Fuenlabrada (190.000 habitantes) con otras seis personas. El líder local y concejal protesta porque la dirección regional haya impuesto una alianza con IU para las municipales del 28M que incluye la cesión del número uno de la lista a este partido. El anuncio de su encierro, que terminó este lunes sin solución, y con sus protagonistas abiertos a renunciar a su inclusión en las listas electorales, es el viento que reaviva las ascuas del incendio interno que provocó que Podemos reventara el acuerdo para crear un Sumar a la madrileña en Parla (128.000 habitantes), Tres Cantos (45.000) y Rivas-Vaciamadrid (96.000). En esta última localidad, más de 70 personas estarían dispuestas a darse de baja de Podemos por esa decisión, según Andrés Sesmero, exsecretario general de los morados en la ciudad, donde una de las ediles actuales, Amaya Gálvez, confirma que está lista para dar el paso y firmar el manifiesto “Podemos, así, no”, al que accedió EL PAÍS.

Las dos situaciones, en principio opuestas (una protesta es contra un pacto, y la otra a favor), tienen un punto en común: la queja tras constatar que la dirección no ha respetado el sentir de las bases.

“Aquí está en cuestión la forma de gestionar: las alianzas se construyen, no se decretan desde arriba”, explica Vigil, que al encerrarse con su equipo en Fuenlabrada ha replicado la protesta de la líder de Podemos en Asturias, Covadonga Tomé, porque no se respete la lista electoral avalada por las primarias. “Aquí lo que ha pasado es que hubo un error no yendo a Magariños [donde se presentó la candidatura a la presidencia del Gobierno de Yolanda Díaz con la plataforma Sumar], que luego nos cae la del pulpo por romper la unidad de la izquierda, y que entonces viene un golpe de timón para forzar la unidad con IU en otros sitios”, prosigue. “Aquí lo importante no es la cabeza de lista, me duele debatir en torno al ego, porque lo importante no soy yo. Lo importante es preservar el gen democrático y participativo de Podemos, el hacer lo que decide la gente”, remata tras reconocer que la posibilidad de dejar la formación está sobre la mesa.

Sin embargo, Fuenlabrada no es el único lugar de Madrid donde ha prendido la llama de las protestas contra la modificación de la decisión de las bases. Durante largas semanas, Más Madrid, Podemos, Izquierda Unida y Equo negociaron en Rivas-Vacíamadrid para ir juntos a las elecciones. Esas conversaciones, que se daban por culminadas con éxito a nivel local, estaban cargadas de simbolismo. La vicepresidenta Yolanda Díaz podría tener la foto perfecta para Sumar, su proyecto de unir a la izquierda a la izquierda del PSOE justo en un municipio señero de Madrid. Pero la dirección nacional de Podemos dijo que no. Y da igual que desde entonces los dirigentes madrileños del partido se desplacen a los municipios, compartan mesa y conversaciones con sus representantes locales, y hablen para templar los ánimos. Esa decisión, según una fuente de la organización, ha dejado heridas abiertas que irán supurando incluso hasta después del 28M en forma de dimisiones de cargos orgánicos y bajas de militantes.

“Podemos es participativo, asambleario, democrático, siempre se ha dicho que las bases son las que tienen la última palabra, y en este caso no se están respetando esos valores que defendíamos en Podemos”, lamenta la concejal de Rivas Amaya Gálvez, que explica a este diario las razones por las que va a darse de baja del partido, aunque mantendrá el acta de edil “por responsabilidad” hacia quienes la votaron en 2019. “[Con respecto a la posibilidad de una alianza electoral de Podemos, Más Madrid, IU y Equo en Rivas] lo suyo hubiera sido una consulta ciudadana”, recuerda. “Pero ni se ha hecho eso, ni se ha hecho el proceso de primarias. Esos valores no pueden quedarse en meras palabras, no podemos vetar a los militantes de sus derechos”, se queja.

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“Lo fundamental ha sido la falta de acuerdo: pensábamos que íbamos a ir en confluencia [con Más Madrid, IU, o Equo] y nuestra sorpresa es que se ha prohibido desde arriba, y que ni siquiera se ha propuesto”, coincide Andrés Sesmero, exsecretario general de Podemos Rivas. “Los más de 70 que nos vamos no pertenecíamos a ningún partido cuando arrancó esto, el 15M nos movilizó, y con él Podemos como una nueva forma de hacer política, asamblearia”, recuerda. “Nuestra sorpresa es que pasa el tiempo y ves que estás metido en un partido que no tiene nada que envidiar a los de la casta, que es un partido más, de ordeno y mando, sin poder de decisión [de las bases]”, añade.

La ministra de Igualdad, Irene Montero (3d), la secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra (2d), la secretaria de Organización de Podemos y secretaria de Estado de la Agenda 2030, Lilith Vestrynge (d), y la portavoz de Podemos, Isa Serra (3d), en la reunión del Consejo Ciudadano Estatal de Podemos (CCE), en la sede del partido, a 17 de diciembre de 2022, en Madrid (España).
La ministra de Igualdad, Irene Montero (3d), la secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra (2d), la secretaria de Organización de Podemos y secretaria de Estado de la Agenda 2030, Lilith Vestrynge (d), y la portavoz de Podemos, Isa Serra (3d), en la reunión del Consejo Ciudadano Estatal de Podemos (CCE), en la sede del partido, a 17 de diciembre de 2022, en Madrid (España).Fernando Sánchez (Europa Press)

Así resume la situación otra fuente conocedora de la situación. “Los militantes de Rivas se están dando de baja a decenas, e incluso explicitando su deseo de apoyar la campaña de Izquierda Unida en el municipio”, dice. “No se encierran en su sede porque no tienen”, resume, comparando la situación de Rivas con la de Fuenlabrada.

Porque los encerrados de Fuenlabrada duermen en colchonetas tiradas en el suelo, o sobre un sofá. Cuentan con un microondas para calentar comida. Y su puerta es un constante ir y venir de gente que trae desayuno (croissants), comida (tortillas, empanadas, fiambres), o fruta (uvas). Todo ello muestra que la militancia ha respondido al reclamo de la protesta. La dirección de Podemos, no. Aunque la secretaria de organización, Lilith Vestrynge, dijo el sábado que la comunicación con los encerrados era permanente, ellos cuentan otra historia.

Esta es su versión. El 14 de abril, cuando había que registrar las coaliciones electorales para el 28M, se fueron a dormir convencidos de que la suya estaría formada por Podemos y Alianza Verde. El sábado 15 descubrieron, asombrados, que su lista electoral incluía a Izquierda Unida, pese a que las largas negociaciones locales habían terminado en ruptura, y en un comunicado conjunto prometiendo colaboración tras los comicios. Desde entonces, y durante una semana, la dirección de Podemos Fuenlabrada pidió explicaciones a la de Madrid. Al no tener respuesta, y como había plazo para rectificar la lista hasta este lunes a medianoche, anunciaron su encierro.

Y pasa el sábado. Y llega el domingo. Y entonces suena el móvil. Llega un mensaje de la secretaría de organización autonómica con un contenido que invita a la rendición, según los encerrados: habrá reunión si abandonan el encierro y se citan en otra sede distinta a la de Fuenlabrada.

“Interpretamos que lo proponen así porque una cosa es que se expliquen ante el órgano de dirección de Fuenlabrada [menos de diez personas] y otra con toda la militancia delante, en nuestra sede, con 40 personas”, opina Jorge Cabanelas, otro dirigente local del partido morado.

A poco más de un mes de las elecciones municipales y autonómicas, el peligro de la división de la izquierda, consumado con las listas electorales separadas de PSOE, Más Madrid y Podemos, se amplifica. Y ya hay un precedente sobre lo que puede significar: en 2015, IU se presentó sola a las autonómicas, sumó 130.000 votos que no bastaron para que lograra representación... y el PP revalidó el poder gracias a un pacto con Ciudadanos.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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