El momento Ayuso: claves del éxito arrollador
Los resultados electorales de Isabel Díaz Ayuso se deben a una mezcla de factores, entre los que se cuenta el haber sido capaz de movilizar a abstencionistas, el conectar con una sociedad agotada y el gozar de una popularidad insólita entre los suyos
1. Un éxito que se gestó antes de la campaña. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, vio su oportunidad con la fracasada moción de censura de Murcia y no la desaprovechó. Convocó elecciones sabiendo que el viento le era favorable. Los sondeos exprés que se publicaron tras su anuncio apuntaron ya en marzo a que el PP iba en cabeza con claridad. Tres de las principales encuestas (Metroscopia, Sigma Dos y GAD3) otorgaban a la suma de derechas el 54% de estimación de voto. Y esa cifra apenas se movió después. Es decir, no se produjo un vuelco y Díaz Ayuso se limitó a mantener la ventaja inicial. Todo lo más, a incrementarla levemente. La estimación de Metroscopia para el PP no basculó en marzo ni abril; Sigma Dos la subió 1-2 puntos (lo que bajaba Cs y Vox). Solo GAD3 elevó al PP del 40% al 43,4%.
Lluís Orriols, profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III, asegura que una de las bazas de Ayuso consistió en articular “un modelo de gestión distinto al del Gobierno, que a la vez se convirtió en una propuesta visible y en una estrategia limpia, que supo trasladar al ciudadano y al votante”. Y añade: “Durante la campaña, fue coherente con lo mismo. Los comentarios sorpresa, que los hubo, no variaron nada”.
2. Se apropió de muchos votos de Cs y de Vox, además de recuperar abstencionistas. La segunda clave de la contundente victoria de Ayuso fue concentrar el voto del centro-derecha y el de la derecha. Supo convencer, según las encuestas previas a la elección, a la mitad de los que apoyaron a Vox en las pasadas elecciones generales, en noviembre de 2019, cuando este partido sumó un 18% en Madrid, y también a la mitad del 9% que votó por Ciudadanos. De otro 28% de los votantes de Albert Rivera en aquellas elecciones se decían indecisos, muchos no habrán votado y algunos habrán acabado con Ayuso.
El politólogo Pablo Simón subraya la capacidad del PP madrileño de Díaz Ayuso para competir con Vox: “Es una formación desacomplejada ideológicamente, más a la derecha que el PP nacional”. Y al mismo tiempo Ayuso consiguió recoger los votos de Ciudadanos desde antes de convocarse las elecciones, pero también durante, cuando la irrupción de Pablo Iglesias polarizó las elecciones y facilitó esa vía: “Pablo Iglesias ha salvado a su partido, pero a coste del bloque de izquierdas”, añade Simón.
Otro logro de Ayuso fue conseguir el apoyo de muchos abstencionistas. Casi la mitad de los madrileños que no votaron en las generales de 2019, y que pensaban hacerlo esta vez, le dijeron al CIS el último día que iban a apoyar al PP. Dos semanas, ese mismo grupo sumaba un 63%. Si a eso añadimos que entre los entrevistados del CIS hay más gente de izquierdas, lo más probable es que Ayuso ganase bastante más de la mitad del voto venido de la abstención.
Todos estos flujos de los apoyos permiten descubrir otra corriente novedosa: el PP recuperó el voto más joven. Gracias a la gente que recogió de Vox y Ciudadanos, Ayuso consiguió triplicar su fuerza entre las personas de 25 a 55 años, en comparación con las autonómicas de 2019.
3. Incluso arañó votos al PSOE. La cifra precisa la conoceremos con los sondeos postelectorales, pero los que se hicieron antes de las elecciones revelaban que alrededor de un 5% de los votantes del PSOE tenían decidido apoyar al PP en esta ocasión. Esto supone, quizás, un 1,5% de todos sus votos, cuyo valor se dobla porque son apoyos que se suman a su bloque y a la vez se restan del rival.
Un dato llamativo del sondeo de Metroscopia apunta en el mismo sentido: uno de cada 10 votantes del PSOE apoyaba la gestión de Ayuso en estos dos años. Además, tanto los datos del CIS como los de Metroscopia concluyen que incluso un 2% de la gente que en 2019 votó a Más Madrid también pudo haber saltado al PP.
4. Clave pandemia: de la fatiga a la polarización. Todos los expertos consultados dan mucha importancia a la gestión de la pandemia efectuada por el Gobierno de la Comunidad de Madrid a la hora de decidir el voto. Pablo Simón es uno de ellos: “Ha sido un marco de campaña que funcionaba perfecto, que resultaba imbatible. Los votantes pensaban: ‘Ella nos permite estar como estamos’, ‘estamos mejor en lo que respecta a la vida’. [El PP de Madrid] ha sabido leer lo que se respiraba en la sociedad, ha conectado con el votante agotado de la fatiga pandémica”. Sandra León, politóloga, añade: “En el equilibrio economía-salud, han validado su fórmula; se ha apreciado su gestión idiosincrática, y eso es lo que ha hecho, a mi modo de ver, que haya llegado tanto voto joven y ese voto de izquierdas”.
Los datos de los sondeos avalan la apreciación de León porque hay una brecha en los juicios a la gestión de la crisis. El 80% o 90% de los votantes de izquierdas creen que a la presidenta de la Comunidad de Madrid le importaba sobre todo la economía, y que había dejado la salud de las personas en segundo plano, según datos de Metroscopia. Pero los votantes de derecha no lo ven así. El 50% de los antiguos votantes de Vox y el 60% de los del PP consideran que Ayuso ha sido capaz de darle la misma importancia a los dos factores, que no había primado ninguno, que no había puesto la salud por encima de la economía o al revés. Y contestaban eso espontáneamente, “ha puesto interés en ambas cosas”, aunque los encuestadores solo les daban dos opciones, salud o economía.
Pero el analista Víctor Lapuente añade otros elementos: “No olvidemos que, hace un año, todo el mundo criticaba la gestión de Ayuso, hasta se veía nefasta y ridícula. Han sido necesarios otros factores además, como, por ejemplo, Sánchez y el hecho de que se viera la votación como un remedo nacional. El Gobierno de Sánchez, sus apoyos separatistas, eso ha contribuido también”.
4. Hiperpopularidad de Ayuso entre los suyos. Un último dato aportado por Metroscopia es también elocuente: El 97% de los votantes que apoyaron al PP en las elecciones autonómicas de 2019 aprobaba a Ayuso. Si el votante era de Vox, el porcentaje bajaba solo un punto: el 96%. Paradójicamente, Rocío Monasterio solo conseguía un 84% de aprobación entre quienes votaron a su partido. En un mundo de políticos impopulares, las de Ayuso son cifras extraordinarias.
No existía nada parecido en el bloque de izquierdas: Ángel Gabilondo obtenía un 86% de aprobación entre los suyos y un 76% entre los votantes de Más Madrid. Mónica García alcanzaba un 87% entre sus seguidores y un 83% entre los que apoyaban a Podemos. El peor parado era Pablo Iglesias, que obtenía un 78% de aprobación entre los votantes de su partido —menos que Mónica García—, pero que suspendía entre los de Más Madrid (49%) y los del PSOE (39%).
Esta popularidad se explicaría por los motivos ya mencionados (fatiga pandémica, polarización, un Ciudadanos en descomposición…), pero seguramente también por una miriada de otros factores. Pablo Simón recuerda que, durante la pandemia, se ha producido un efecto de arrastre de los presidentes autonómicos —en este año se consolidaron en las urnas tres gobiernos; País Vasco, Galicia y Cataluña—, encargados a la postre de llevar el día a día de la gestión de la pandemia. Y Díaz Ayuso no es ajena a este efecto. Además, añade el politólogo, “se ha visto elevada a la categoría de personaje y de jefa de la oposición”. Víctor Lapuente recuerda que se ha dado un conjunto de circunstancias concretas, que no se puede apelar a una causa y que ha sido un cóctel con muchos ingredientes, “incluida la suerte”, la que ha llevado a Ayuso a cosechar un éxito mayor incluso del pronosticado. “Además, ha sido una elección plebiscitaria, es decir, había dos bloques claros. Y en ese tipo de votaciones siempre gana la derecha. La gente tiene más miedo a la izquierda que a la derecha. Eso es así”.
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