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Los madrileños madrugan para votar en día laborable y en pandemia: “Vengo pronto y me voy a trabajar ‘votada”

Largas filas ante los colegios electorales, mascarillas y la obligación de poner el DNI en una bandeja en una jornada electoral curiosa, pero sin apenas incidencias

Elecciones Madrid
José Manuel, de 66 años y votante de Unidas Podemos, mientras esperaba para votar en el colegio Dr. Tolosa Latour de Puente de Vallecas.Luis De Vega Hernández

Alba alza al cielo los brazos en una clara señal de la victoria en la noche del lunes en el salón de su casa del distrito de Tetuán. La niña festeja que este martes, tras un puente de tres días, tampoco tiene cole. Sus padres contemplan la escena con cara de circunstancias. Madrid celebra por vez primera elecciones autonómicas en un día laborable y en medio de una pandemia. David, el padre, tiene una empresa de reformas y se ha visto obligado a organizar la jornada laboral de siete a tres de la tarde para poder hace compatible trabajo y derecho a voto. Encarna, funcionaria, se ha tenido que pedir el día libre para poder hacerse cargo de Alba, que ni siquiera tiene clases online.

Lo inusual de la jornada, sin incidentes importantes tras las primeras horas, se nota desde primeras horas de la mañana con colas alrededor de los centros electorales por las medidas de distanciamiento que impone el virus y por la afluencia de madrugadores que acudían a votar antes de ir a trabajar. Al acceder, los responsables covid del centro, equipados con vistosos chalecos, entregan a cada persona una mascarilla que han de ponerse sobre la que ya llevan puesta.

José Manuel Martín, de 66 años, se lo toma con calma en el colegio Doctor Tolosa Latour del distrito de Puente de Vallecas, donde tarda una hora en poder llegar a su urna en la mesa 9B. “Mi voto nunca ha sido secreto”, señala este votante de Unidas Podemos, que celebra estos comicios con “emoción” ante los cientos de personas que esperan su turno. Pero al mismo tiempo es un día “muy triste”, porque por vez primera no ha podido participar en la campaña electoral. Siempre, desde que fue elegido para presidir una mesa en las generales de 1978, lo ha hecho. Ahora el miedo al contagio lo mantiene casi bloqueado.

José Manuel Martín, en el momento de depositar su voto.
José Manuel Martín, en el momento de depositar su voto.Luis De Vega Hernández

Carmen Díaz, la madre de José Manuel, falleció a los 83 años por covid en marzo del año pasado. Eso supuso para este comunista aficionado a la montaña un antes y un después. No ha vuelto a usar transporte público, no ha pisado más el centro de Madrid, no ha accedido a casa de nadie y cada vez que regresa a la suya, donde no entra nadie, se desinfecta los pies. “La pandemia me ha sentado muy mal”, reconoce este delegado sindical de Deutsche Bank hoy ya jubilado. Puente de Vallecas fue dominado en las autonómicas de 2019 por el PSOE, seguido de Más Madrid. Los socialistas sacaron más apoyos que PP, Ciudadanos y Vox juntos.

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Centro libre de covid

Lourdes Martín, de 51 años, se afana en pasar el trapo cada media hora en el colegio Pablo Picasso de Parla. Trabaja para la empresa Eulen, que la ha destinado este martes de elecciones para mantener el centro libre de covid. Está acostumbrada a hacerlo, le tocó de lleno la primera ola de la pandemia en el centro de salud donde trabaja y donde ha visto entrar a muchos vecinos y ya no los ha vuelto a ver más. “Ha sido muy, muy duro”, lamenta la mujer, que también se infectó por el virus, aunque de una manera muy leve. Ella se reserva el voto para cuando termine su jornada y lo tiene claro desde que tenía 18 años. “Yo voto al PP porque me pagan más cuando al empresario le va mejor, que es con el PP”, asegura.

En época de Aznar ella se llevaba a casa 2.300 euros de sueldo como limpiadora de Mercadona juntando las horas extras a su sueldo; en la de Rajoy, 1.400 y, ahora, 800. “Te permitían hacer más horas también”, admite. Mientras entra la gente de manera ordenada en el Pablo Picasso, sin aglomeraciones ni esperas reseñables, cuenta que tiene dos hijas trabajadoras como ella a las que ha educado con la idea de que la vida “no es de princesas”. Por eso la menor, de 20 años, estudia, trabaja entre semana en una pizzería y los fines de semana en Faunia. Y por supuesto, también votará al PP. En Parla, en las elecciones regionales de 2019 el PSOE consiguió el 33,13% de los votos, seguido de Cs (17%), Más Madrid (15,33%) y PP (13,01%).

Justo en ese momento entran María, de 60 años, cogida del brazo de su madre, Ulianova, de 83 años, hija de un exiliado de la guerra en Francia que le puso el nombre por una novela rusa. Era la pequeña de cuatro hermanos y ya solo queda ella, así que vota por todos. “Los tiros van por ahí”, concede María, que reconoce que ella todavía no sabe a quién votará ella. “Sí, formo parte de los indecisos”, sonríe. “Al final lo haré por responsabilidad, pero no me convence ninguno, todos acaban mintiendo”, lamenta.

Todo lo contrario le pasa a Gabriela Rey, de 81 años, que minutos después sale apoyada por dos flancos: un bastón a la derecha, el brazo de su nuera a la izquierda. Ella tiene claro desde siempre en quién deposita su confianza y no ha fallado ni una vez a las urnas. Lo bueno de esta jornada electoral es que ella, como el resto de personas mayores, tienen preferencia para entrar, votar y lo que sea. “Nos han metido en un cuartito enseguida y hemos votado muy rápido”, agradece la mujer.


Lourdes Martín, de 51 años y votante del PP, ha sido contratada como limpiadora en el colegio Pablo Picasso de Parla dentro del dispositivo de desinfección de la jornada electoral.
Lourdes Martín, de 51 años y votante del PP, ha sido contratada como limpiadora en el colegio Pablo Picasso de Parla dentro del dispositivo de desinfección de la jornada electoral.Luis de Vega

En el barrio de La Latina, en el centro de la capital, los votantes también madrugan para ejercer su derecho al voto. Antes de las nueve de la mañana ya había una buena cola en el colegio Vázquez de Mella, donde un policía municipal repartía las mascarillas extra para que todos la llevaran doble al votar. El ritmo, en cuanto han abierto las puertas al público, se ha aligerado considerablemente y en 15 minutos todo el mundo depositaba su papeleta en la urna. Antes de entrar, eso sí, era preceptivo el uso de gel hidroalcohólico y, una vez dentro, a dejar el carnet de identidad en una bandeja sin que nadie lo toque. Votar en tiempos de covid es esto. “Yo vengo a estas horas porque me voy a trabajar y así me voy votada”, asegura Maribel, de 48 años, al ponerse al final de la cola. “Por si acaso”, repite, no vaya a ser que el día se complique y ella se quede con las ganas de apoyar “a Mónica, la única decente de todos”.

En el colegio La Inmaculada Marillac los protocolos se han mantenido de igual manera a rajatabla. Alguno que otro inmortalizaba el momento de echar su papeleta en la urna con una foto. Muchas religiosas de las Hijas de la Caridad han acudido a ejercer su derecho en esta mañana de elecciones atípica. Los más curiosos preguntaban por el tumulto de periodistas, debido a que en ese colegio vota la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso.

La Delegación del Gobierno ha constatado la casi completa normalidad y la ausencia de incidentes destacados, tanto en la apertura de los locales, como en la constitución de las mesas electorales y en el inicio de la votación. Entre las incidencias más destacadas, que han sido pocas, se cuentan la retirada de una treintena de carteles de contenido electoral por su proximidad a los centros de votación y la identificación de cinco mujeres, activistas de Femen, que se han manifestado ante el colegio electoral en el que vota la candidata de Vox, Rocío Monasterio. Han tenido que ser retiradas de la zona. Como anécdota, en un colegio de Las Rozas el presidente de una mesa ha acudido con una camiseta en la que se podía leer: “Comunismo y libertad”. Se la ha tenido que quitar.

Con información de Idoia Ugarte.

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