Un día con Yolanda Díaz, la candidata sin sueño
La vicepresidenta del Gobierno sonríe menos que cuando empezó la campaña. Se enfada más ante el micrófono. Ha endurecido el discurso a medida que pasan los días y se publican las encuestas, y su tono contra Feijóo
Es domingo 16 de julio y Yolanda Díaz se despierta entre las cinco y las seis de la madrugada, como un día más de entre semana. Duerme extraordinariamente poco. Se acuesta siempre tarde; la noche la aprovecha para leer (prensa del día siguiente o libros). Al levantarse ese domingo, día de campaña electoral, dedica el tiempo a papeles y a labores del hogar. Su hija se va por la mañana con su padre a Galicia, así que Díaz plancha la ropa que se va a llevar la niña. A la ministra de Trabajo y candidata de Sumar a la presidencia del Gobierno no le ayuda nadie en casa; lo que cuesta creer teniendo en cuenta su agenda. Ella ofrece una explicación: dice que lavar la loza, poner la lavadora o planchar la “ayuda a desconectar”, a “no pensar en otra cosa” que en lo que está haciendo. Asegura que no es estajanovismo ni populismo: simplemente le viene bien, la ayuda, la aleja del día a día.
Díaz vive en el edificio del ministerio, una vivienda que la cartera de Trabajo pone a disposición de sus ministros. No llama o escribe a ninguno de sus colaboradores más cercanos hasta las ocho de la mañana, cuando da las primeras instrucciones del día. Este domingo, el día empieza más tarde. Hoy Yolanda Díaz no será ministra y candidata, como en los últimos días, sino solo candidata. Está reunida con Virginia Uzal, su sombra y jefa de comunicación, antes de reunirse con el resto de la candidatura de Sumar que la espera en la calle Méndez Álvaro de Madrid, entre ellos Isa Serra o Íñigo Errejón, con el apoyo de Mónica García. Díaz se retrasa: una carrera popular ha cortado varías calles del centro. Llega media hora tarde y sofocada, pegando abrazos a la gente del partido que la espera. Varios curiosos le piden una foto. Antes, al salir del ministerio, cuatro señoras la pararon para felicitarla. Díaz es en la izquierda, en cuanto a popularidad, lo que Ayuso en la derecha; mujeres que salen a cinco selfis por calle. Díaz ha sido los últimos años la ministra más valorada del Gobierno. Nadia Calviño la superó en el barómetro del CIS de julio.
“¡Como estaba Xixón, cheo e con xente fóra!” [”lleno y con gente fuera”, en gallego], dice al llegar. Díaz recuerda ya en el autobús una ocurrencia suya en Vigo que provocó una ovación: “La Movida de Madrid se escribe con la v de Vigo”. Se sienta delante, junto al conductor, y no para: de hablar, de consultar papeles, de responder mensajes. “Es hiperactiva”, se encoge de hombros un miembro del equipo. Es un día especial, pero pocos lo saben aún. Si Feijóo hace una semana, en Murcia y bajo un calor terrible, reventó la campaña haciendo alusión al voto por correo, poniéndolo bajo sospecha con su petición de trabajo duro a los carteros “con independencia de sus jefes”, Yolanda Díaz este domingo señalará el elefante en la habitación que ni Sánchez señaló en el durísimo debate contra Núñez Feijóo: “Sería muy bueno que en un debate ante la sociedad española le explique a una generación perdida de jóvenes que murieron por la droga qué relaciones tenía con Marcial Dorado mientras las madres que luchaban contra la droga estaban defendiendo sus derechos. Explíquenos qué hacía usted con Marcial Dorado cuando toda España sabía quién era […] Explíquenos cuáles eran sus amistades. Hay ayuntamientos enteros en Galicia de madres que representan la dignidad de nuestro país. Las madres que veían cómo sus hijos se morían sin compasión, y mientras tanto Feijóo tenía una amistad íntima con uno de los mayores narcotraficantes del mundo. Venga al debate el día 19 y explíqueles a los españoles cuál era su relación con el narcotráfico”.
La vicepresidenta del Gobierno sonríe menos que cuando empezó la campaña. Se enfada más, al menos ante el micrófono. La ministra del pacto social ha endurecido el discurso y su tono contra Feijóo a medida que pasan los días y se publican las encuestas. En Villaverde hay un millar de personas, mucha bandera y abanicos y pañuelos de Sumar, también un paraguas rojo con la hoz y el martillo del Partido Comunista. Díaz apunta: “Sé que hay personas que tienen dudas entre nosotras y otras formaciones, que están indecisas, que tienen miedo. Pido el voto a estas personas. Se me critica muchas veces porque dicen que no hago ruido, pero hago otra cosa más: lo que digo, lo cumplo. Si Sumar sigue creciendo como dicen las encuestas, hay remontada y ganamos”.
De tarde, Yolanda Díaz vuelve a casa y hace la maleta para viajar a Pamplona, una ciudad que empieza la resaca de San Fermín. Muchos bares y restaurantes cerrados, gente recogida en sus casas. Tendrá un acto al día siguiente y antes, a las nueve de la mañana, una entrevista con Àngels Barceló en Hoy por Hoy, donde seguirá cargando contra Feijóo a cuenta de su relación con Marcial Dorado: “Feijóo tiene 10 años más que yo, y yo me acuerdo de lo que pasaba en Galicia con la droga y todo el mundo sabía quién era Marcial Dorado, un narcotraficante mayor. Si no tiene nada que ocultar, Feijóo debería explicitar su relación con un narco y su sobresueldo en el PP”. Pero esta noche, en Pamplona, la recibe una ciudad exhausta por la que ha pasado un huracán de siete días. Que será escenario, unas horas después, del reencuentro entre la candidata y Ione Belarra en el mitin en la capital navarra. Duró, el encuentro, 35 minutos (pero las dos se habían dado antes un paseo de media hora). Ya se habían acabado las cornadas.
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