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ELECCIONES 23J
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La trastienda del último debate electoral: Alberto, hay que hacer más cosas

Sánchez ha dejado que los focos se dirijan a su vicepresidenta segunda, a la que el tercero en discordia le ha pedido que se calmara y que no fuera tan agresiva

Santiago Abascal, Yolanda Díaz y Pedro Sánchez, con sus respectivos equipos antes del inicio del debate.Foto: ÁLVARO GARCÍA | Vídeo: EPV
Ángeles Caballero

Llegó Yolanda Díaz —Yolanda para Esteban González-Pons, la Yoli para Twitter— en un taxi eléctrico de la marca Tesla. Hizo el paseíllo sola hasta que se encontró con las autoridades que la esperaban para posar ante los fotógrafos. Americana blanca de doble botonadura, pantalón pitillo de Zara, sandalias que no eran nuevas, dada la solvencia de su pisada. Joyas discretas, labios de color rojo apagado.

Llegó, saludó, defendió el trabajo de los profesionales de RTVE. Despidió a Marc Sala con un “graciñas y un saludiño”. A la candidata a la Presidencia del Gobierno por Sumar la acompañaba el grupo de asesores más numeroso de la noche: Ernest Urtasun, María Eugenia Rodríguez Palop, Nacho Álvarez, Pablo Bustinduy y Virginia Uzal.

El siguiente en aparecer en Prado del Rey fue Santiago Abascal. En la misma furgoneta de la marca Mercedes en la que apareció hace unos días para debatir en el mismo lugar Iván Espinosa de los Monteros. Una furgo de Equipo A; de Scooby Doo; de cantante que llena estadios; un quiero y no puedo en lo de pasar desapercibido. Vestido con americana azul marino, pantalón gris ceniza y camisa de color azul claro con más botones desabrochados de los que admite el protocolo. Prietas las filas y aún más prietas las carnes. Caminaba como el que se abre paso entre las aguas.

Y llegó Pedro Sánchez, presidente del Gobierno conocido también como Perro Sanxe o Bizcochito, según la generación Z. Traje azul, corbata roja, el cutis a raya. Debió costarle lo suyo dominar los andares, contener esa superioridad moral que poseen todos y cada uno de los seres humanos que miden de 190 centímetros en adelante.

Mientras, el candidato popular Alberto Núñez Feijóo, favorito en todas las encuestas menos en la del CIS, decidió no ir. Muy cansado todo esto. Quizá le pilló el debate leyendo teletipos y con la manta eléctrica, alternando frío y calor, que es mano de santo para la lumbalgia.

Comenzó el debate y Abascal se cerró uno de los botones. De inmediato empezó a colocar sus mensajes con habilidad. Equiparando al PP y al PSOE a través del pin de la Agenda 2030 y hablando de religión climática. Díaz demostró pronto que traía los deberes hechos de casa, es la empollona que irrita a los compañeros de clase y de hemiciclo. Señala con el dedo, abruma con datos. “¿Verdad, Yolanda?”, apuntó Sánchez en una de sus intervenciones iniciales, demostrando que no hay señor que se libre de este tipo de deslices cuando se dirige a una mujer.

“No se puede venir así a un debate”, apuntó la candidata de Sumar al líder de Vox, que traía la sonrisa ensayada de casa para cuando llegaran los golpes. Los que le asestaron por saberse solo regular los datos, por cierta fragilidad en la memoria. Abascal sabe moverse bien en las procelosas aguas de la santísima trinidad de los suyos: el fanatismo climático, el lobby gay, el feminazismo o ideología de género. Fuera de ahí, ya tal.

Qué sequedad de boca, por cierto. Qué fatiga. Y qué empeño en presentar a los hombres como especie amenazada tras un divorcio que encima tienen que soportar el aluvión de denuncias falsas. Un abrazo para todos ellos y su masculinidad en entredicho porque a ver luego cómo se digiere todo eso con tener que proteger a hijas, madres, vecinas y todo el mujerío en general.

Sánchez ha dejado que los focos se dirijan a su vicepresidenta segunda, a la que el tercero en discordia le ha pedido que se calmara y que no fuera tan agresiva. Quizá creyó conveniente el candidato socialista no sacar la chulería a pasear para no calentar los ánimos de ese colectivo tan numeroso de personas unidas por el antisanchismo, pero a cambio ha parecido dejarse los colmillos en casa. Sonrió menos que de costumbre y aprovechó para pedir implícitamente el voto para esos votantes del PP que no ven claro ese matrimonio de conveniencia con Vox. Es decir, Pedro Sánchez pidiendo que Belén Esteban coja la papeleta del PSOE.

“Pedro, creo que hay que hacer más cosas”, señaló Díaz a su socio de Gobierno. “Estoy de acuerdo con Yolanda, pero siempre con los pies en el suelo”, respondió Sánchez. “Los tengo, Pedro”, apuntó ella. “Lo sé, porque te conozco”, respondió él. Si en vez de Xabier Fortes fuera Carlos Sobera, ambos habrían pedido una segunda cita y habrían salido los pajarillos volando juntos hacia un lugar mejor.

Ha ganado Díaz, y puede que haya perdido Feijóo. Alberto, creo que hay que hacer más cosas.

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