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Abascal clama contra la censura mientras amenaza a las “falsas élites de la cultura”

Vox usó a su fundación para ocultar al centro cultural Carlos de Amberes que iba a celebrar un acto electoral en su sede

Miguel González
El presidente de Vox, Santiago Abascal, durante su discurso este lunes en la fundación Carlos de Amberes, en Madrid.
El presidente de Vox, Santiago Abascal, durante su discurso este lunes en la fundación Carlos de Amberes, en Madrid.Gustavo Valiente (Europa Press)

Este lunes por la mañana, entrevistado por Susanna Griso en Antena 3, Santiago Abascal ha evitado criticar al nuevo Ayuntamiento de Santa Cruz de Bezana (Cantabria), gobernado por PP y Vox, que ha impedido la exhibición de la película infantil Lightyear. Cuando la periodista le ha recordado que el filme ha sido censurado por dictaduras del golfo Pérsico porque aparece un beso entre dos mujeres, el entrevistado se ha limitado a apostillar: “Disney también ha tenido problemas en Florida”; en alusión al gobernador del Estado, Ron DeSantis, del ala más derechista del partido republicano, aliada de Vox.

Por la tarde, Abascal ha denunciado “el regreso de la censura” y se ha presentado como “un defensor de la cultura y, por tanto, de la libertad”. Lo ha hecho en un decorado cuidadosamente elegido: la capilla del antiguo hospital de los flamencos, en la fundación Carlos de Amberes de Madrid, bajo un espléndido lienzo de Rubens (El martirio de San Andrés) y en presencia de un público del que formaban parte los exdiputados de Ciudadanos Marcos de Quinto y Juan Carlos Girauta, el torero y vicepresidente valenciano de Vox Vicente Barrera o el escritor y candidato del partido de Abascal al Senado Enrique García-Máiquez.

Abascal ha mezclado el movimiento estadounidense woke (que llama a estar alerta ante cualquier forma de discriminación) y la mal llamada cultura de la cancelación (que pretende eliminar de la vida pública lo políticamente incorrecto) con la reescritura de los clásicos de la literatura infantil de Rohald Dahl para denunciar el “afán censor” de la izquierda mundial. “No aceptaremos acusaciones de censura y cancelación de quienes han hecho de la censura y cancelación su modus vivendi”, ha dicho. Lo ha hecho en un acto al que no ha podido acceder EL PAÍS, ya que Vox le ha negado la acreditación, como viene haciendo sistemáticamente desde 2019, desoyendo las sentencias del Tribunal Supremo y los llamamientos de la Junta Electoral Central.

Aunque Abascal anunció en Zaragoza que este lunes haría público el programa cultural de su partido para el 23-J, su discurso ha incluido más críticas que medidas concretas. Una de sus pocas promesas ha sido la de mantener el Ministerio de Cultura —al contrario que el de Igualdad, que quiere eliminar— porque la cultura, según sus palabras, “merece ser tratada como una política de Estado”. Mientras que ha asegurado que promocionará y fomentará las bibliotecas, las fiestas populares, la buena mesa o la tauromaquia, ha dejado un aviso al mundo del cine. Tras advertir de que este tiene que dejar de ser “un arma política”, ha añadido: “Las ayudas a la cultura deben entenderse en el marco general de rebajas impositivas, y también de ayudas directas, pero abandonen toda esperanza los profesionales de la subvención, los que han hecho de la industria cultural el lucrativo negocio de unos pocos”. Y ha apostillado. “No hemos venido a continuar ni a respetar el secuestro de la cultura por las falsas élites que se han propuesto rediseñar la sociedad según sus caprichos e intereses y a la que durante 45 años [de democracia] se les ha permitido dictar las reglas al resto de la sociedad”.

El líder de Vox, Santiago Abascal, durante el acto celebrado en la fundación Carlos de Amberes.
El líder de Vox, Santiago Abascal, durante el acto celebrado en la fundación Carlos de Amberes. THOMAS COEX (AFP)

La celebración de este acto electoral en la sede de una fundación como la Carlos de Amberes, una institución con más de cuatro siglos de historia (cuyo presidente de honor es el propio Rey y entre cuyos patronos figuran el ministro de Cultura, el alcalde de la capital, la presidenta de la Comunidad de Madrid o los embajadores de Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo) ha causado sorpresa y malestar en algunos de sus miembros.

La fundación Carlos de Amberes alquila habitualmente sus espacios para obtener fondos con los que sufragar sus actividades y quienes reservaron la sala, aseguran fuentes de la misma, no dijeron que pretendían organizar un mitin electoral, sino un acto de promoción de la cultura a cargo de la fundación Disenso. La persona que cedió la sala no sabía que Disenso es la fundación de Vox y en ningún momento se mencionó el nombre de Abascal, agregan las mismas fuentes. “El criterio de la Fundación Carlos de Amberes es mantenerse al margen de cualquier contienda política. [El local] se alquiló ignorando que [el acto] formara parte de una campaña electoral”, asegura el presidente de la misma, Miguel Ángel Aguilar.

La utilización de Disenso podría ser algo más que una forma de disfrazar la presencia de Vox y convertirse en una vulneración de la ley electoral, según fuentes jurídicas, si fue la primera la que abonó los 6.000 euros que costó el alquiler de la sala, según fuentes de la institución Carlos de Amberes. La Ley Orgánica de Régimen Electoral General (LOREG) ordena taxativamente a los partidos y candidaturas comunicar a las juntas electorales las cuentas abiertas con el objetivo de financiar sus campañas. “Todos los fondos destinados a sufragar gastos electorales deben ingresarse en dichas cuentas y todos los gastos deben pagarse con cargo a dichas cuentas”, subraya. Entre los gastos electorales, la ley menciona expresamente “el alquiler de locales para la celebración de actos de la campaña electoral”. El pago en especie por terceras personas o entidades está prohibido, pues de otro modo sería imposible controlar si se respetan los límites de gasto fijados para cada convocatoria.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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