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ERC juega la carta de la financiación para garantizar su apoyo a los socialistas

Los republicanos calibran cómo exprimir su papel clave para hacer ‘president’ a Illa y este asume que habrá una mejora del modelo económico de las comunidades

Marta Rovira secretaria general de ERC
La secretaria general de ERC, Marta Rovira, durante su intervención ayer en la reunión del Consell Nacional de los republicanos en Barcelona mediante conexión telemática.ERC (ERC)
Marc Rovira

El Parlament de Cataluña flirtea con la procrastinación. Los diputados han tomado esta semana posesión de su escaño y tienen que elegir a un presidente de la Generalitat, pero el verano se les echa encima con una invitación para tomárselo con calma. El 26 de agosto marca la fecha tope para consensuar un nombre que sirva para frenar la repetición electoral. Josep Rull (Junts), presidente del Parlament, inicia el martes la ronda de contactos para evaluar con qué apoyos cuentan los dos candidatos que se han postulado para gobernar la Generalitat: Salvador Illa y Carles Puigdemont. Ni el uno ni el otro se ven en condiciones de tener los suficientes apoyos y Junts y el PSC disputan una carrera de frenazos. Los votos de Esquerra tienen la llave para desenmarañar el enredo. Tras la severa derrota que sufrió el 12 de mayo, el partido valora con tiento qué es lo que más le conviene, partiendo de la idea que hay poco que ganar, pero mucho por perder. Los republicanos se alejan de la cabriola parlamentaria que plantea Puigdemont y condicionan un apoyo a Illa a que Pedro Sánchez acepte un modelo de financiación “singular” para Cataluña. El presidente del Gobierno sabe que de esa demanda puede depender la viabilidad de su mandato.

Marta Rovira, secretaria general de ERC y máxima responsable del partido tras la dimisión de Oriol Junqueras, manifestó ayer que no hay “ninguna prisa” para llegar a acuerdos. Advirtió de que la investidura del president de la Generalitat “está más en las manos de Sánchez que en las de Illa”, informa Clara Blanchar. Esquerra dice que, si el Gobierno no se anima a redactar un nuevo modelo de financiación para Cataluña, los incentivos para apoyar al PSC flaquean. Según Rovira, una financiación singular a la catalana en forma de concierto económico es “el mínimo exigible”. Poco después de las declaraciones de la dirigente de ERC, Illa recogía el guante y hacía suya la necesaria mejora de la financiación: “No es ningún privilegio, es una cuestión de justicia”. De hecho, el socialista aseguró que esa reivindicación tendrá apoyo desde La Moncloa. “El Gobierno de España ayudará a mejorar la financiación de Cataluña”, abundó.. El posible acuerdo entre PSC y ERC está verde, pero los republicanos admiten que apoyar la investidura de Illa implica tener una contrapartida que no puede garantizar un eventual pacto con Puigdemont.

El PSC exhibe los números para mostrar que solo hay una posibilidad para alcanzar la mayoría de 68 escaños en el Parlament: la suma que propicia un tripartito con socialistas, Esquerra y los Comunes para hacer president a Illa. Junts replica que la única operación “coherente” es un frente común independentista, junto a ERC y la CUP. Esta operación no alcanzaría la mayoría parlamentaria y para que la presidencia de Puigdemont fuera viable necesitaría una abstención del PSC. Illa lo ha descartado de plano, y la negativa lleva un mensaje implícito: es presidente él o los catalanes tendrán que volver a votar en otoño.

Cuando a finales del mes de marzo Carles Puigdemont anunció su candidatura para concurrir a las elecciones catalanas, manifestó que iba “a por todas”. Mantuvo el mismo mensaje durante la campaña, que desarrolló íntegramente en el sur de Francia para evitar el riesgo a ser detenido si hacía mítines en Cataluña. Ha transcurrido un mes desde la noche electoral que relegó a la lista de Junts al segundo lugar, con 35 escaños, siete menos de los que logró el PSC, y el expresidente sigue abrazado a su declaración de intenciones preelectoral. Junts ha logrado ganar la presidencia del Parlament, con Josep Rull, y el “a por todas” implica pelear una investidura que necesitaría, además de los votos favorables de Junts, ERC y la CUP, la abstención del PSC. “No sé en qué cabeza puede entrar esto”, ha respondido Alícia Romero, portavoz parlamentaria del PSC. “Que no engañen a la gente”, ha reclamado esta semana Romero. El propio Salvador Illa cierra la puerta a poder realizar cualquier concesión que le allane el terreno a Puigdemont. “No me abstendré”, declaró el martes en una entrevista en La 2. Y lo repitió hasta en cuatro idiomas.

Para cumplir con el Reglamento del Parlament, el 25 de junio Josep Rull tendría que proponer ante el pleno un candidato con opciones de ser votado president de la Generalitat. Nadie quiere ser el primero en llevarse un revés del pleno. Puigdemont, además, está pendiente de saber qué efectos concretos despliega para él la ley de amnistía. Si aún no tiene el blindaje legal, regresar implicaría una detención. Raquel Sans, portavoz de ERC, ha mostrado públicamente su extrañeza por la repentina táctica de Junts: “Cuesta entender que después de todo lo que se ha dicho de Carles Puigdemont, no quiera afrontar primero el debate de investidura”.

Esquerra y el PSC coinciden en que Junts trata de forzar una maniobra parlamentaria que complique un acuerdo entre republicanos y socialistas para investir a Illa. Votar a favor de un president socialista sin antes haber escenificado un apoyo a una candidatura de Puigdemont, aunque sea una apuesta sin posibilidades numéricas de éxito, es abocar a Esquerra al abismo del reproche independentista.

De constatarse que ningún aspirante tiene suficientes respaldos, Rull despachará el pleno de investidura sin proponer a ningún nombre. El trámite no evitará que empiece a correr una cuenta atrás de dos meses para encontrar un candidato que acredite los apoyos necesarios. Si, llegados a finales de agosto, el Parlament ha sido incapaz de elegir a un inquilino para la Generalitat, se convocarán elecciones en Cataluña. En público, todos los partidos rechazan la posibilidad de volver a las urnas. Sería la quinta convocatoria en 17 meses en Cataluña. Junts puntualiza que no le tiene miedo a la repetición. Si para entonces la amnistía ya está plenamente en vigor, Puigdemont podría hacer campaña presencial en Cataluña, tras siete años de residir en el extranjero. En ese contexto, el espacio posconvergente asume que unas nuevas elecciones podrían servir para darle un estacazo a Esquerra.

Los republicanos están sumergidos en un convulso proceso de búsqueda de liderazgos. Es un “momento complicado” para afrontar unas elecciones, ha admitido la portavoz del partido, Raquel Sans. ERC tiene en su mano acelerar una investidura de Illa o seguir dando cuerda a Puigdemont. Oriol Junqueras, que el lunes cesó como presidente de Esquerra, ha avalado que su partido llegue a pactos “razonables” para la investidura.

El calendario marcará la pauta y el ritmo. De momento, a mediados de junio el verano aún parece que tenga que ser eterno.

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