Andalucía tritura el discurso de la izquierda de que votar al PP lleva a Vox al Gobierno
Se abre un tiempo de reflexión para la izquierda, en la que se impone un cambio de estrategia, discurso y argumentos
En la izquierda se impone a la fuerza un cambio de estrategia, de discurso, de argumentos. Desde este mismo domingo han caído en saco roto las apelaciones gubernamentales a que el PP no es nada sin Vox, a que, si se vota a los populares, se vota a los de Santiago Abascal. Los ciudadanos andaluces han triturado esa hipótesis con su apoyo masivo al PP andaluz en las urnas para que no necesite al partido de ultraderecha. Incluso han ayudado a ello antiguos votantes del PSOE.
La derrota de los socialistas en Andalucía era un hecho asumido por los dirigentes de la comunidad autónoma y de Madrid, siempre que no se bajara, o solo mínimamente, del resultado anterior. El PSOE se basó en colocarse en primera fila para asistir a un forcejeo entre PP y Vox, entre el presidente Juan Manuel Moreno y la candidata Macarena Olona sobre la entrada de los ultras en el Gobierno de la Junta de Andalucía. La decisión firme de la extrema derecha de dejar de limitarse a apuntalar a los Ejecutivos del PP para cogobernar con los populares daba bazas al PSOE de cara a las campañas municipales y autonómicas de mayo del próximo año y para las generales que están previstas para seis meses más tarde.
En el resultado andaluz, el apoyo personal al candidato Juan Moreno Bonilla ha sido determinante. Está por determinar cuánto ha influido la política nacional en esa victoria. Los análisis postelectorales arrojarán algo de luz sobre el comportamiento electoral. En las seis elecciones autonómicas celebradas en tiempo de pandemia el partido gobernante ha sido refrendado, salvo en Cataluña. El PSC recogió el voto en fuga de Ciudadanos.
El apoyo a quienes convocaban las elecciones en País Vasco, Galicia, Madrid, Castilla y León y Andalucía, sin embargo, no los uniformiza. Madrid y Andalucía se asemejan en la capacidad de atraer todo el voto de Ciudadanos y de no necesitar a Vox. Pero las actitudes de sus gobernantes es distinta. La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, convirtió a Pedro Sánchez en su contrincante, mientras que Moreno Bonilla ha sido muy contenido y no se ha pasado de la raya del respeto institucional. No lo hizo durante la pandemia y no lo ha hecho en campaña.
Se abre un tiempo de reflexión para la izquierda. En las primeras horas de un PSOE consternado se apelaba al evidente cambio social en Andalucía. La pregunta estriba en si será así en toda España, donde el partido socialista ha ganado las dos últimas elecciones. Desde Andalucía el PSOE ha forjado mayorías para el Parlamento nacional, propiciadoras de gobiernos o, cuando no ha sido así y en el peor de los casos, los votos andaluces han impedido al menos que los socialistas sufrieran fuertes bajonazos en las Cortes.
Pero el ciclo electoral parece estar en pleno cambio y no es favorable al PSOE, necesitado a su izquierda por unas fuerzas que, en Andalucía este domingo, han hecho aguas por la división y el enfrentamiento entre Por Andalucía y Adelante Andalucía.
En la noche electoral de los socialistas en Sevilla y en Madrid no se apreciaron ni ganas ni la intención de preparar el comienzo del fin del candidato Juan Espadas. Se vivió una velada de consternación, no de ira. Bastante tenían con aceptar que los andaluces los han sustituido por el PP.
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