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Andalucía marca el punto de partida de las elecciones generales

La campaña andaluza comienza con un PP como claro favorito y el electorado de izquierda desmovilizado

Lourdes Lucio

Los partidos comenzaron la noche de este jueves la campaña en Andalucía, pero los andaluces están de camino al Rocío, en los carnavales tardíos de Cádiz, en las ferias y en las romerías dispuestos a compartir la alegría y quitarse las penas tras el paréntesis de dos años de pandemia. Hay campaña, pero no se ve. “Plana”, es el adjetivo que emplean la mayoría de las personas consultadas. Andalucía es el punto de partida de un largo ciclo electoral que culminará en otoño de 2023, si no hay adelanto de las generales. Entre medias y en primavera, las municipales y autonómicas. El resultado será escrutado con lupa en las formaciones con implantación nacional, por lo que pueda pasar después. El censo de votantes en la comunidad más poblada de España para los duodécimos comicios andaluces del 19 de junio es de 6,6 millones de personas; de ellas, 302.446 se estrenan votando.

Todas las encuestas sonríen al candidato del PP y presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno. Y todas son todas: las oficiales del CIS y del Centro de Estudios Andaluces, y las privadas como la de 40dB. para EL PAÍS y la SER. Pero no es la primera vez que los populares salen como favoritos en unas autonómicas andaluzas con el viento a favor. Ya ocurrió en 1996 y 2012. Las primeras las perdieron y las segundas las ganaron, pero no tuvieron con quién sumar y permanecieron en la oposición. Lo saben muy bien en el PP andaluz que todos los días da la misma orden a los suyos —”¡enfriar, enfriar!”— para rebajar las expectativas.

En los sondeos el PP suma por sí solo y además puede pactar a su derecha —es decir, a su extrema derecha— si se confirma la desaparición de Ciudadanos. Toda la campaña de Moreno, el nuevo rey del mambo de la política andaluza, como en su día lo fue el socialista Manuel Chaves con sus dos millones de votos, está dirigida hacia el mismo objetivo: lograr más escaños que toda la izquierda junta para evitar nombrar a la candidata de Vox, Macarena Olona, vicepresidenta de la Junta. Cree que, si los números dan, el partido de Santiago Abascal se tendrá que abstener como ocurrió en Madrid. Abascal lo niega; la abstención tiene un precio: entrar en San Telmo, la sede del Ejecutivo andaluz. Al menos de momento.

Los sondeos le dicen a Moreno que es posible esa meta. Y él percute en el mismo mensaje: llamada al voto útil, dirigirse al votante “desencantado” con el PSOE (quiere captar 100.000 votantes socialistas), alertar contra las “coaliciones de los líos”, marcar como línea roja el cumplimiento del Estatuto de Autonomía, advertir incluso de que puede haber una repetición electoral. Lo cual significa que su principal y única preocupación es Vox.

Moderación y campaña plana

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La maquinaria del PP está a pleno rendimiento y sus militantes, muy movilizados. En este partido admiten que han diseñado una campaña plana, sin enfrentamientos, quieren vender moderación. Cuando el presidente andaluz convocó las elecciones, en la pizarra del PP se anotaron tres interrogantes: ¿superará Moreno a toda la izquierda?, ¿mejorará Juan Espadas los resultados de Susana Díaz?, ¿sacará Olona más escaños que Ciudadanos? Faltan 15 días para despejar esas tres equis, pero dicen los populares que “las tres incógnitas van a bien”.

En el PP andan sorprendidos con la campaña del PSOE, convencidos de que “cada día que pase sin que pase nada es un éxito” para su candidato. “El PSOE es Goliat, pero tiene una pedrada en la cabeza”, describe otro levantando las cejas.

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La primera dificultad que admiten los socialistas andaluces en esta convocatoria electoral respecto a todas las anteriores es que nunca habían hecho campaña en la oposición. “Sin la Junta, el PSOE está con el pie cambiado y la gente se suma al caballo ganador”, sostiene un dirigente. “El rebufo del Gobierno es muy fuerte, no hay ambiente electoral y el partido no está llegando a la sociedad”, asegura otro. Su candidato, Juan Espadas, afirma en los mítines que sale a ganar, pero todos los socialistas admiten en privado que el objetivo es sacar un resultado “un poquito mejor” que el que obtuvo Susana Díaz en 2018: 33 escaños. Creen que ese es su suelo, pero aún no está nada escrito.

El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Granada Ángel Cazorla apunta: “No veo ahora mismo signos de recuperación socialista en los indicadores. La clave son los abstencionistas (alrededor de un 40%), ahí hay un cierto margen de maniobra, pero milagros no veo”. El docente granadino se hace eco de una duda que también se está abriendo en el PSOE. ¿Espadas era el mejor candidato que tenía el PSOE? “Susana Díaz dejó tierra quemada y el PSOE necesita mucho tiempo para reconstruir el partido. Espadas es un buen político, con experiencia de gestión, pero ahora en las elecciones prima las emociones, los afectos y la ilusión y Espadas representa al pasado. No tiene carisma potente”. No son pocos los dirigentes socialistas y no socialistas que se preguntan ahora por qué Pedro Sánchez no obligó a su ministra de Hacienda, María Jesús Montero, a coger el testigo tras la pérdida de la Junta en 2018.

El presidente del Gobierno habrá visitado todas las provincias en la precampaña y campaña, pero desde el PSOE ya advierten que no leerán el resultado en clave nacional. “[Las elecciones] son meramente autonómicas”, dijo este jueves en Radio Nacional el portavoz de la ejecutiva federal, Felipe Sicilia, a la pregunta de si el 19-J supondrá un cambio de ciclo.

La presencia de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, en apoyo de la coalición Por Andalucía será modesta: un par de actos. Díaz fue decisiva para obligar a Podemos a aceptar la candidatura de Inma Nieto (IU) a la presidencia de la Junta. La confluencia nace con muchas dudas sobre su viabilidad. Como todo, dependerá de los resultados y de si Teresa Rodríguez, al fin sola con su tropa, le hace mucha competencia.

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