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Cómo trasegar más rápido el agua de fenómenos extremos para evitar inundaciones

Un estudio de Aguas de Alicante y la universidad propone que la red de drenaje urbano tenga en cuenta el aumento de temperaturas y la concentración de lluvias torrenciales

Rafa Burgos
El parque de La Marjal, de Alicante, una obra hidráulica que sirve como nuevo pulmón verde para la ciudad y da solución a los problemas de inundaciones de la zona de la playa de San Juan.
El parque de La Marjal, de Alicante, una obra hidráulica que sirve como nuevo pulmón verde para la ciudad y da solución a los problemas de inundaciones de la zona de la playa de San Juan.Aguas de Alicante

Alicante, año 2100. Las peores previsiones estimadas en el primer cuarto del siglo XXI respecto al cambio climático se han cumplido. La temperatura media en la ciudad se ha incrementado en tres grados. Los días lluviosos han disminuido un 30% respecto a la segunda década del siglo, pero cuando aparecen las tormentas, jarrean con un 40% más de intensidad. El nivel del mar ha crecido 70 centímetros, con lo que ha engullido buena parte de la fachada litoral. Este es el escenario más caótico que aventura el segundo informe sobre cambio climático realizado por la Cátedra Aguas de Alicante de la Universidad de Alicante (UA), en el que se recomienda tener en cuenta la evolución de los fenómenos meteorológicos extremos para la instalación de una red de canalización y almacenamiento de aguas pluviales en la ciudad. Anticiparse a las variables del cambio climático es imprescindible para “diseñar infraestructuras capaces de absorber los nuevos fenómenos extremos” a los que se enfrenta Alicante y, por extensión, todo el litoral mediterráneo español, “para que puedan trasegar grandes caudales de agua y almacenarla para su regeneración y reutilización”, declara Luis Gabino Cutillas, responsable del departamento de Explotación de la Red de Drenaje Urbano de Aguas de Alicante.

El estudio prevé tres escenarios diferentes, según explica Jorge Olcina, director de la cátedra. “El optimista, en el que se ha conseguido reducir la emisión de CO2 y gases de efecto invernadero; el continuista, en el que se mantienen las emisiones actuales, y el pesimista, en el que esta variable crece”, indica Olcina. En todos ellos, ascienden las temperaturas, se reducen los días de lluvia, se intensifican las tormentas y sube el nivel del mar. Es la consolidación de una tendencia que ya se observa en los datos históricos recogidos desde hace 80 años en el observatorio alicantino de Ciudad Jardín, intensificada desde 1970. En estas cinco décadas, las temperaturas mínimas han subido 1,7 grados, las medias 1,3 y las mínimas, un grado. “Las noches tropicales, en las que el termómetro no baja de 20 grados, se han cuadruplicado desde los años 80 y el 49% de las tórridas, de más de 25 grados, se concentran en lo que llevamos de siglo”. Al fuerte calor se suma que cada vez llueve menos pero con mayor virulencia. “La precipitación media anual se sitúa por debajo del umbral que caracteriza un clima árido”, alerta el catedrático de la UA.

El interior del Depósito Anticontaminación José Manuel Obrero ubicado en el barrio de San Gabriel, en Alicante.
El interior del Depósito Anticontaminación José Manuel Obrero ubicado en el barrio de San Gabriel, en Alicante.Aguas de Alicante

Dos grandes riadas, las de 1982 y la de 1997, ya activaron los planes de emergencia de la Generalitat que desembocaron en la instalación de “colectores con mucha mayor capacidad de evacuación de aguas pluviales”. Alicante se asienta sobre un gigantesco entramado subterráneo de canales que desaguan “en los barrancos perimetrales de la ciudad o en el mar”, que ya minimizó el impacto de otra tempestad, la de 2017. Dos depósitos de agua, el de La Marjal y el de San Gabriel, se han añadido a la lucha contra las inundaciones. “El primero es un parque que pueden disfrutar todos los ciudadanos y que, en episodios de grandes precipitaciones es capaz de almacenar 45.000 metros cúbicos de agua”. El segundo está soterrado bajo el polideportivo de San Gabriel y tiene un efecto anticontaminación. “En tiempo seco, recoge las aguas residuales de la ciudad”, pero con lluvia, “almacena los primeros 60.000 metros cúbicos de aluvión de residuos y aguas contaminantes”. Cuando escampa el mal tiempo, “esa agua se depura, se regenera y se reutiliza”.

El contexto geográfico de Alicante ha extremado las precauciones. La digitalización y la aplicación de tecnologías a la red permite “reducir los problemas que se puedan generar” bajo episodios de temporal e, incluso “establecer protocolos de alerta” que ayuden a controlar cualquier eventualidad. El contexto político, con un plan de ordenación urbana en las primeras fases de redacción, conlleva la necesidad de que se tenga en cuenta el clima del futuro. “Se deben tener en cuenta tres pilares fundamentales” en el sometimiento de los grandes caudales de agua, sostiene Cutillas. Primero, “la regeneración y reutilización de las aguas residuales”, cuya depuración podría utilizarse en “riego de jardines, baldeo de calles o en el sector agrícola”. Segundo, “la protección de los medios receptores”, adaptándolos a las nuevas normativas que surgen a partir de las evidencias científicas. Y, por último, “evitar las inundaciones”. “En Alicante siguen existiendo puntos bajos, junto a la costa, en los que se acumula agua por la poca pendiente”, y ya se trabaja en ellos, asegura Cutillas. Pero es necesario “aumentar el número de colectores pluviales y de depósitos de almacenamiento” para prevenir los desastres. “No podemos quedarnos atrás”, zanja Cutillas.

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