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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

De territorio Teo a territorio Esteban

María José Catalá, aspirante a la alcaldía de Valencia, encarnaría una buena vitola para batirse el cobre con Ximo Puig por la presidencia del Consell

La portavoz del grupo popular en las Cortes valencianas, María José Catalá, el pasado septiembre.
La portavoz del grupo popular en las Cortes valencianas, María José Catalá, el pasado septiembre.Mònica Torres
Amparo Tórtola

En un artículo firmado el pasado 21 de noviembre en estas mismas páginas, nos referíamos a la relevancia que había adquirido en las filas del PP valenciano (PPCV) Teodoro García Egea, el hoy ya defenestrado secretario general del PP y mano derecha del también exterminado Pablo Casado. En una conversación mantenida con un dirigente del PPCV a la vuelta de las vacaciones estivales, este me señaló que su partido era “territorio Teo”, para destacar que nada se movía en su organización sin el visto bueno del dirigente murciano; ese a quien la diputada Cayetana Álvarez de Toledo -una más de sus damnificadas- había acusado de ejercer sus responsabilidades orgánicas en el PP con un exceso de testosterona. O sea, por huevos.

Con Alberto Núñez Feijóo consagrado el pasado fin de semana en Sevilla como nuevo líder del partido conservador y con los nombramientos del resto de dirigentes que le acompañarán en la tarea de recuperar el espacio electoral perdido por el PP surgen, también, nuevos liderazgos autonómicos que desplazan a los anteriores.

El llamado “territorio Teo” de la Comunidad Valenciana pasa a denominarse a partir de ahora “territorio Esteban”, en honor al exconsejero y eurodiputado valenciano, Esteban González Pons. Que nadie se atreva a ponerse la medalla de su elevación al círculo más íntimo de Feijóo, en calidad de vicesecretario del PP, porque el mérito solo le pertenece a él. A él y a sus muchas habilidades para, cual Houdini, hacer mutis por el foro europeo cuando pintaban bastos en la Comunidad Valenciana para su partido. Ese distanciamiento físico -1.689 kilómetros separan a la capital de Bélgica de Valencia-, haberse abstenido de participar en las batallas internas de los últimos años y, al tiempo, haber mantenido terso el cordón umbilical con algunos referentes valencianos, María José Catalá, por ejemplo, le permiten regresar ahora con honores a la primera línea del PP nacional y, pese a ser un “verso suelto” -Bernardo Guzmán dixit en Radio Valencia-Cadena SER- adoptar el papel de “hombre de ley” en el PPCV. La firme amistad de González Pons con Feijóo ha sido interpretada correctamente por los populares valencianos, a modo de admonición evangélica: “Una palabra tuya -de Esteban- bastará para sanarme”. O para condenarme.

La clausura del Congreso sevillano y la ubicación de algunos valencianos, pocos, tampoco nos engañemos, en los órganos de dirección del PP se han valorado con los consabidos loores de autoestima por parte de los dirigentes del PPCV. Que no se confíen. El menos confiado debe ser su presidente, Carlos Mazón, responsable también de la Diputación de Alicante. Le acaban de “levantar”, vía firma de una moción de censura ante notario, el ayuntamiento de Orihuela (Alicante), una de las escasas joyas institucionales del PP en la Comunidad Valenciana, mientras su proyección como candidato a la presidencia de la Generalitat no acaba de despegar, por más campañas de promoción desplegadas en torno a su figura.

Si hemos asistido al martirologio y sacrificio de todo un presidente nacional del PP y candidato a la Moncloa, Pablo Casado, no debería sorprendernos que en un futuro próximo a alguien con capacidad de decisión se le ocurra pensar que quizás, mira tú por dónde, aquí, en tierras valencianas, se ha hilado poco fino en lo tocante a quién debe ocupar qué candidaturas. Y ese mismo alguien abra los ojos y vea con nitidez que María José Catalá, aspirante a la alcaldía de Valencia, haría un gran papel, encarnaría una buena vitola para batirse el cobre con Ximo Puig por la presidencia del Consell.

La idea no es novedosa. El perfil de Catalá como postulante autonómica siempre ha estado ahí. Su trayectoria como consejera y diputada, coronada con la portavocía del PP en las Cortes Valencianas, han reforzado su silueta de política que excede el ámbito municipal. En la etapa de Isabel Bonig el reparto de papeles entre ambas -una aspirante al Consell, la otra, a la alcaldía del cap i casal- evitó que la relación entre ambas acabase como el rosario de la aurora.

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