Comunidad Valenciana: el territorio Teo y el Guadiana de Toni Cantó
La ascendencia del número dos de Pablo Casado en el PP liderado por el alicantino Carlos Mazón es conocida, al igual que la amistad y la sintonía política entre ambos
Cuando la pasada primavera se hizo oficial -oficioso lo era desde meses antes- el relevo de Isabel Bonig por Carlos Mazón al frente del PP valenciano (PPCV), en las filas del partido conservador se acuñó la expresión “territorio Teo”, para significar la ascendencia en tierras valencianas del secretario general del PP y número dos de Pablo Casado, el murciano Teodoro García Egea.
Glosar la amistad personal y la sintonía política que enlazan a García Egea y Mazón raya hoy en la redundancia. Se ha descrito hasta el empacho ese estrecho vínculo entre ambos que se alimenta con fines de semana y vacaciones familiares compartidas.
En tiempos de incertidumbre, y estos lo son, no se puede banalizar la importancia de estos arraigos políticos y personales. Llegado el momento de tomar decisiones, cuentan y pesan, en especial en organizaciones donde los hiperliderazgos han laminado otros ámbitos de decisión.
La diputada Cayetana Àlvarez de Toledo anda promocionando su último libro, Políticamente indeseable, y, entrevista va, canutazo radiofónico viene, se está despachando a gusto contra el dirigente murciano. Dice de él que solo entiende la política “a través del ordeno y mando” y que ejerce “una acción testosterónica que va causando devastación interna”. Ambas frases vienen recogidas en la pasada edición dominical del diario El Mundo. No obviemos el contexto: Álvarez de Toledo achacó su cesantía como portavoz del PP en el Congreso a las malas artes de García Egea, una especie de Kaa, ¿recuerdan?, la serpiente pitón del Libro de la selva, sibilina y manipuladora, que intenta por todos los medios llevar a Mowgli (Pablo Casado) al lado oscuro.
Cunde en el PPCV la preocupación por lo que sucede a 350 kilómetros de distancia. Consideran que el duelo que libran Teodoro y la presidenta madrileña, Inmaculada Díaz Ayuso, suponemos que bendecido por Casado, amenaza con confundir al votante del PP hasta provocar su migración hacia opciones asimilables; Vox, sin ir más lejos.
Inquieta entre los populares valencianos que el desconcierto contagie a otros electorados que, como el valenciano, son extremadamente sensibles a los vaivenes de la política nacional.
Adelantar acontecimientos políticos en contextos de inestabilidad es una actividad de riesgo; pero, no descartemos que al calor de las encuestas, se puedan producir algunos movimientos notables en las candidaturas valencianas del PP de cara a las citas municipales y autonómicas de 2023.
El nombre de Toni Cantó -ex UPyD, ex C’s y actual director de la Oficina del Español en Madrid- resurge cual Guadiana político como candidato a lo que haga falta en la Comunidad Valenciana, avalado por Teodoro García Egea y, por tanto, también por Carlos Mazón. Recuperar la Comunidad Valenciana para la marca PP figura en la ambiciosa lista de objetivos que Casado y su segundo aspiran a lograr porque, en caso contrario, nadie firmaría una póliza a favor de su salud política. Ambos están dispuestos a hacer lo preciso con tal de salvar sus propias carreras. La primera en caer fue Bonig, pero nadie dijo que fuera la última.
Si futuras encuestas indican que Cantó es el mejor candidato posible para liderar la candidatura autonómica por Valencia o para ser alcaldable del cap i casal, no habrá dudas. Y aquí nadie rechistará porque, de momento, esto es territorio Teo.
Otra pieza a tener en cuenta en este complejo tablero que es el PPCV es la figura del ex presidente del Consell, Francisco Camps. Las chirigotas con que se acogieron sus primeras incursiones mediáticas anunciando su oferta de ser el alcaldable del PP para la ciudad de Valencia, han dejado paso a la suspicacia ante el ahínco con el que se sigue promocionando tras cada nuevo pronunciamiento de la justicia a su favor. Me contaron hace tiempo una anécdota: el diputado valenciano de Vox, antes del PP, Ignacio Gil Lázaro, utiliza la expresión “ese no está ni en primero de Gil Lázaro” para resumir el escaso crédito que le ofrecen algunos contrincantes políticos. Camps también debe pensar que los que le desestiman dentro de su propio partido no están “ni en primero de Francisco Camps”.
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