Roca Rey, una traca en plenas Fallas

Ambiente de gala en la penúltima, viento racheado y amenaza de lluvia, en una tarde de público generoso. Así, con todo a favor, se levantó el telón con un toro noble, obediente, que nunca puso un pero ni condición alguna. Ante él, un Urdiales correcto en faena ligerita, sin gran compromiso. Lo mejor, una serie con la izquierda, a mitad faena, que tuvo temple. El resto, más apariencia que realidad. Quizás el toro mereció más.

El cuarto no tuvo entrega y Urdiales le buscó las vueltas sin encontrar la salida. Y nunca se le vio a gusto. En un descuido le perdió la cara, salió cogido sin consecuencias y ahí acabó la historia. La gente se acordó del peligroso trance y le hizo salir a saludar. Generosidad se llama eso.

Buen fondo tuvo el segundo, pero dos volatines, uno de salida y otro tras la primera vara, lo mermaron para los restos. Con toda esa carga, fue toro más entero del que pareció. Manzanares, muy comprometido, afanoso y esforzado, le quiso sacar partido a base de consentir y dejarse ver. Dos coladas al inicio de la faena no fueron motivo para que Manzanares desistiera en el empeño. No fue una faena brillante, pero tuvo fondo. El viento y las fuerzas muy medidas del toro, impidieron un lucimiento mayor. Pero el torero alicantino le dio cuantas vueltas quiso por sacar más partido. Largo trasteo, sancionado con un aviso antes de entrar a matar.

Otro generoso esfuerzo de Manzanares en el quinto. También toro de buen fondo, pero con las fuerzas justas. Y berreón. Muy torero el inicio de faena, ganando terreno hasta llegar fuera del tercio. Muy entregado Manzanares, la faena tuvo destellos tanto por el pitón derecho como por el izquierdo. Empaque siempre. Pero la falta de toro no dejó que la faena acabara redonda. Empeñado en matar a recibir, la espada le negó un posible trofeo.

La faena de Roca Rey al tercero fue una explosión en el tendido. Y una faena inspirada, con pasajes imaginativos y el temple por bandera. Las series con la izquierda fueron largas, mientras que por el pitón derecho tampoco bajaron el nivel. Ceremonia entre serie y serie, pero nunca fue gesto que sobrara. Delante, un gran toro que incluso se empleó en el caballo. Incansable el astado. Toro y torero sin dejarse nada en el tintero. Bien entrada la faena, dos cambiados por la espalda con la derecha para ligarlos con sendos pases de

pecho. Ni el viento puso condiciones. La traca final, una arrucina muy ajustada abrochada con uno de pecho monumental. La gran fiesta quedó condicionada con la espada: la estocada fue defectuosa y luego con el descabello disminuyó el clamor. Oreja por plebiscito popular. El arrastre fue un homenaje a tan excelente toro.

El toro que cerró la función, de buena estampa, fue la oveja negra de la familia. Manseó en varas y en banderillas fue difícil de sujetar. No pareció importarle mucho a Roca Rey, que buscó por donde echar mano a toro que no estaba por la labor. A base de una entrega total, Roca logró pasarlo sin lucimiento, pero con la chispa de emoción que desprendía la negativa del toro y la total dedicación del torero. Sacó los muletazos a base de insistencia, con el beneplácito de un público incondicional. Pero la espada, esta vez, no fue una buena aliada y hasta dos avisos le sonaron.

Un dato: excelente tarde de las cuadrillas, en lidia y en banderillas. Sobre todos, Duarte y Chacón, en banderillas y brega, y Mambrú con los palos. El resto, a buen nivel.