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Feliz debut de El Niño de las Monjas, que sale a hombros

Álvaro Alarcón y Manuel Perera también cortaron un trofeo

El Niño de las Monjas en un derechazo al primer novillo de la tarde, del que cortó una oreja.
El Niño de las Monjas en un derechazo al primer novillo de la tarde, del que cortó una oreja.Mateo

El viento, en tarde muy desapacible condicionó el festejo, que siempre estuvo marcado por ello. Tarde fría. Ambiente frío. Todo en contra. Las antípodas de una tarde de toros como Dios manda. Para abrir boca saltó un bonito colorado ojo de perdiz, tan bonito como falto de casi todo: escasa fuerza, de ida y vuelta sin clase, y remolón para tomar la muleta. El Niño de las Monjas, novillero valenciano, quiso y pudo lo que pudo, que no fue mucho. Un contraste de actitudes, mientras el torero ponía su interés, el novillo respondía desganado. No tuvo gran relevancia la faena, acaso la porfía del torero. Dos bernadinas finales casi le causan un disgusto: desarmado y a merced del novillo, que no hizo nada por el torero. La oreja concedida es de esas que solo cuentan para la estadística.

El cuarto novillo, que se venció mucho en banderillas, dejó al Niño de las Monjas andar más cómodo que en el anterior. Le costó al astado coger la muleta, sobre todo por el lado izquierdo. Muy corto por ese pitón, el de las Monjas lo vio más claro por el derecho. La voluntad del torero fue absoluta, ni un paso a tras ni una renuncia. Y una faena con aciertos y desajustes a partes iguales. La estocada, aunque algo pasada, tuvo efectos y la oreja concedida fue justa en esta ocasión. Debut con picadores en Valencia y puerta grande: el sueño de una tarde fallera.

Ni el distraído segundo ni las ráfagas de viento impidieron a Álvaro Alarcón plantar las zapatillas en la arena: un torero valiente. O un torero con valor, como se quiera ver. Desde la larga cambiada de rodillas, seguidas de verónicas ajustadas y el remate de otra larga de rodillas, hasta las bernadinas finales, con apuro incluido, un derroche de actitud. Y el inicio de esa labor, cambiado por espalda con la izquierda, cosida con muletazos por el mismo lado, fue notable. El novillo fue otro de los de recorrido insulso, también rebrincado. La serie de naturales tuvo mérito y la estocada final puso un impecable colofón. Oreja justa.

De más a menos el quinto novillo, pero siempre dando más Álvaro Alarcón. No fue labor para lucir, por lo que el camino a marcar era el del valor. De nuevo pisando firme, sin dudas, con las ideas claras, y siempre muy de cerca. Y un trato de la muleta de buen concepto La porfía tuvo recompensa en la gente, que se lo reconoció. Unas manoletinas finales, ajustadas, y una media fulminante remataron la faena. Hubo petición, pero esta vez el palco no se ajustó a lo pedido. Un agravio comparativo con la primera oreja concedida.

Voluntad elevada al cuadrado en Manuel Perera con el tercero. Novillo en la línea de los anteriores: sin plantear problemas, pero también sin ofrecerse con sinceridad. El comienzo de faena fue una serie de rodillazos, que calmaron algo el frío de la tarde. Pero ya no fue más allá. Con esa voluntad por bandera, la faena transcurrió valerosa y en ocasiones amontonada. El novillo de El Pilar, ni sí ni no, sino todo lo contrario: las ganas del torero superaron la sosería del astado.

El novillo que cerró plaza atropelló de salida a Perera de muy mala manera. Un milagro que no lo hiriera. Mareado el torero y en medio de un desbarajuste de lidia, el novillo pareció hacerse el amo del ruedo. No fue tanto. La faena la comenzó Perera a rodillazos, en una serie con la derecha rematada con apuros. El resto fue un quiero de Perera, un no voy del novillo y un continuo ¡ay! en el tendido. Aguantó Perera con una admirable voluntad, la faena acabó entre las tablas y con el astado acobardado. Una estocada fulminante tuvo premio justo para el novillero.

El Pilar / Niño de las Monjas, Alarcón, Perera

Novillos de El Pilar, bien presentados, aunque desiguales de tipo. Muy astifinos. Discretos en varas y cortos de recorrido en general. El sexto, el más deslucido.

Niño de las Monjas: estocada desprendida -aviso-. (oreja); estocada algo pasada perdiendo muleta (oreja).

Álvaro Alarcón: estocada perdiendo muleta (oreja); -aviso- media perdiendo muleta (fuerte petición y vuelta al ruedo)

Manuel Perera: pinchazo -aviso- y estocada (saludos); estocada fulminante (oreja)

Plaza de Valencia, 16 de marzo. Novillada de Fallas. Menos de media.

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