“Como ‘Titane’ no, pero en la Mostra de València también hay películas polémicas y radicales”
Eduardo Guillot, director artístico del festival que empieza hoy, pondera una oferta de cine que combina los conflictos del Mediterráneo con miradas divertidas y los 20 años de ‘Amélie’
Se dio a conocer como crítico de música y de cine en publicaciones como Rockdeluxe, Levante EMV o Cartelera Turia. Trabajó en varios festivales como el valenciano Cinema Jove o el mexicano de Guadalajara y desde 2018, Eduardo Guillot (Valencia, 53 años) ejerce de director artístico de la Mostra de València. Cinema del Mediterrani, cuya 36 edición se inaugura este viernes por la tarde. Guillot sostiene que el certamen ha consolidado su oferta y recuperado su identidad mediterránea, tras el cierre decretado en 2011 por el Ayuntamiento gobernado por Rita Barberá, del PP, y su resurrección en 2018 por el consistorio en manos de Compromís, el PSPV-PSOE, y Unides Podem. Las 12 películas de su sección oficial combinan el retrato social de los conflictos inherentes al Mare Nostrum, como la inmigración o la crisis de los Balcanes con una mirada divertida y desprejuiciada. El thriller valenciano El lodo, filmada en la Albufera, dirigida por Iñaki Sánchez Arrieta y protagonizada por Raúl Arévalo y Paz Vega, inaugura el certamen que concluye el 24 de octubre y premiará al cineastas francés Jean-Pierre Jeunet con motivo del 20 aniversario de la película de culto Amélie, tan admirada como denostada.
Pregunta. ¿Qué puede esperar el espectador del festival que perdió el rastro de la Mostra?
Respuesta. Se ha recuperado el rastro mediterráneo, la especialización con la que tuvo su mayor repercusión nacional e internacional en los años ochenta y noventa. La Mostra acabó derivando en un festival de cine de acción y aventuras y perdió su carácter. Sabemos que es más complicado que la gente acuda a ver películas en árabe, por ejemplo. Pero la Mostra demostró que hay un cine de los países mediterráneos con calidad y proyección. Este año tenemos películas que ya están compradas para su distribución en España. Aunque no es el objetivo del festival sí habla del tipo de cine. Tenemos en competición dos comedias. El cine mediterráneo implica cine social, conflictos de inmigración, de refugiados, pero es mucho más que eso.
P. ¿Qué destacaría de la sección oficial?
R. La película siria habla del conflicto de aquel país de manera muy incisiva; la griega trata en tono de comedia de la brutal crisis que vivió el país; la de Malta retrata los conflictos de sus pescadores con la Unión Europea; el cine balcánico se sumerge en la herencia recibida. Hay películas abiertamente comerciales junto a otras de una radicalidad destacable. Cuentan también con el refrendo de haber pasado por los festivales de Berlín, Cannes y Venecia.
P. ¿Hay alguna película rompedora como Titane, de Julia Ducournau, ganadora en Cannes?
R. No hay ninguna película como Titane, porque es única, pero en la Mostra también hay películas polémicas y radicales, que generan debate. Me encanta Titane. Me da esperanza que existan películas como esta o como Annette [de Leos Carax]. Es un cine que aún se puede hacer, que crea polémica, que obliga a la gente a posicionarse. Discutimos mucho sobre dónde vemos el cine, en las sala, en las pantallas, en plataformas, pero no sobre si el cine sigue siendo una herramienta de debate de primer orden y si sigue siendo relevante.
P. El Gobierno español quiere vender España como un gran plató de cine y de series. ¿Qué opina de este propósito y qué recuerdo guarda de la Ciudad de la Luz de Alicante, cerrada como estudio de cine desde hace años?
R. Como plató, la Ciudad de la Luz no resultó muy exitosa. Habría que revisar lo que se hizo, incluso del papel que jugó [Luis García] Berlanga [fue promotor del proyecto], ahora que estamos en el año de su centenario, para no cometer los mismos errores. Vender España y la Comunidad Valenciana como platós de rodajes es una buena idea, repercute en muchos sectores, los técnicos trabajan, pero repercute más que se aumenten las ayudas públicas y el criterio con que se están dando ahora aquí en la Comunidad Valenciana.
P. El cine valenciano ha levantado la cabeza?
R. Para que sucede tiene que haber cada vez más producción. Chema García Ibarra, Avelina Prat o Elena López Riera, con sus primeras películas están despertando interés en festivales internacionales. Eso no había sucedido hace mucho tiempo. El cine valenciano había mirado mucho de puertas hacia dentro, al mercado interno, para la televisión local. Podemos hablar también de productoras como Suica Films, Nakamura Films, que están planteándose salir fuera.
P. ¿La Mostra ya no apuesta por aquel glamour de antaño?
R. Aquí tuvimos una larga lista de invitados, desde Richard Chamberlain, al hijo de John Wayne, pasando por Don Johnson, que servían para hacerse la foto y no tenían nada que ver con el festival. Estrellas del Mediterráneo, ¿por qué no? Lo que no vamos a hacer es sacar el talonario como antes, y tampoco lo tenemos [el presupuesto se acerca al medio millón de euros] . Y si traemos a alguien es porque le dedicamos un ciclo y el público puede escucharlo, como este año con Jeunet, al que le daremos la Palmera de Honor
P. ¿Ha madurado bien Amélie?
R. Es una película que ha generado tantas adhesiones como animadversiones e incluso algunas conversiones. En su momento deslumbró y con el paso de los años se le han echado en cara cosas... Pero ha creado un culto. Una profesora universitaria de Valencia me dijo que tiene dos tesis basadas en Amelie. Creó un mundo estético, una manera de mirar a través del cine que es muy meritoria por parte de un director. Eso de berlanguiano lo decimos de muy pocos directores y muchas veces vemos cosas y decimos esto es muy Amelie. No es nada fácil conseguirlo.
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