La comunidad china echa raíces con el primer cementerio ‘feng shui’ de España: “No quiero enterrar a mi padre en China”
Monistrol de Calders, un pequeño pueblo de la Cataluña interior, abraza el proyecto de un grupo de empresarios que promete dejar dinero y trabajo sin alterar la paz


Monistrol de Calders, un pequeño pueblo de menos de 800 habitantes en el interior de Barcelona, acurrucado entre montañas y del que brotan una treintena de fuentes de agua, va a saborear una paz aún más rotunda de la que ya conoce: la paz del cementerio. El Ayuntamiento ha acogido con entusiasmo la propuesta de un grupo de inversores de origen chino afincados en Cataluña para construir, en el entorno de una antigua masía ahora ocupada, un camposanto que seguirá los principios del feng shui y en el que reposarán los restos mortales, entre otros, de miembros de la comunidad china. Si sale adelante, será el primer cementerio de esas características en España; en Europa ya existe uno desde 2014 en Zwolle (Holanda).
El alcalde, Arturo Argelaguer, está encantado con la idea: los muertos traen, de algún modo, alegría y prosperidad a los vivos. “Vamos a tener la actividad económica de un polígono industrial sin los problemas que éstos plantean”, explica. Poco después de alcanzar la alcaldía en 2023 con una lista independiente, Argelaguer recibió la visita de una decena de empresarios. “Llevaban dos años buscando un lugar adecuado y nos preguntaron si veríamos con buenos ojos que compraran la masía para hacer un cementerio”. El alcalde dijo que sí, aunque puso tres condiciones: una asignación anual de entre 20.000 y 40.000 euros a las entidades locales, la construcción de un nuevo campo de fútbol (o de una piscina nueva) y que el personal que acometa las obras sea del entorno de la comarca del Moianès. Los empresarios aceptaron las tres, y por escrito.
El feng shui es un método ancestral de diseño de espacios y ambientes originario de China. Los cementerios adoptaron sus principios: luz solar, presencia de elementos de agua y viento y ubicación en entornos naturales (a ser posible rodeados de montañas, símbolo de protección a los seres queridos). “En Monistrol hemos encontrado un entorno natural tranquilo. No hay fábricas ni torres de alta tensión y puede fluir la energía positiva”, explica Carlos, empresario y vicepresidente de la Asociación de Qingtian en Cataluña, cuyos miembros han impulsado el proyecto a través de una empresa y han alcanzado un acuerdo con una compañía de servicios funerarios. La finca que han comprado, de casi 60 hectáreas, se asienta sobre una montaña, está orientada de norte a sur, circundada por dos ríos, salpicada de pinos y alejada del núcleo urbano.
Carlos, que ahora tiene 45 años, llegó de adolescente desde Qingtian, un condado de más de medio millón de habitantes que es el lugar de origen de buena parte de la comunidad china en el sur de Europa. De las 350.000 personas de origen chino que viven en España, un tercio llegó de Qingtian; de éstos, la mitad (más de 60.000) vive en Cataluña. “Es una región de migrantes, y hasta tenemos un museo de la migración”, cuenta Carlos, que tiene la nacionalidad española y es padre de tres hijas que cursan estudios universitarios y están “totalmente integradas”.
La idea de un cementerio propio que les permita seguir las tradiciones en una tierra que ya es suya también surgió de forma “natural” en la comunidad. “Mi padre se hace mayor y no quiero enterrarle en China. Tenemos las vidas montadas aquí, no vamos a volver. Necesitamos un sitio cercano para visitar a nuestros seres queridos y para descansar en paz también nosotros cuando llegue la hora”. Hasta ahora, los ciudadanos de origen chino o bien repatrian los restos mortales de sus difuntos a China, o sea lejos de la familia, o bien tienen que enterrarlos en cementerios de perfil occidental, ajenos a sus costumbres, que pasan, entre otras cosas, por ser enterrados a cierta profundidad y no en nichos.

Pueblos hermanos
La asociación invitó a Argelaguer a visitar la ciudad de Dongyuan, en el mismo condado, de la que proceden Carlos y otros paisanos. Al alcalde le sorprendió el parecido en la orografía de los dos municipios, que se han hermanado. Ambos cuentan con una rica historia de picapedreros: en Monistrol hay dos canteras en activo, de donde los empresarios “podrían sacar la piedra” para el proyecto, que implica la restauración de la masía de La Païssa y el acondicionamiento de su entorno natural. La capacidad máxima prevista del cementerio es de 80.000 sepulturas entre nichos, tumbas, panteones y columbarios. No será exclusivo de la comunidad china: es también un negocio y será “multiconfesional” y tendrá “las puertas abiertas a todos”.
La finca ya es propiedad de los empresarios, pero está en mal estado y permanece ocupada por personas que, de vez en cuando, alteran la paz terrenal del pueblo. Los ocupantes organizan raves cuyos ecos resuenan por todo Monistrol; la última, el pasado fin de año, cuando la policía tuvo que buscar y rescatar a uno de los participantes en helicóptero: lo encontraron bajo los efectos de las drogas. Para el alcalde, el cementerio no solo es una inyección de dinero, sino que además resuelve un problema enquistado. El proyecto presentado al Ayuntamiento debe ser ahora aprobado por Urbanismo de la Generalitat y, después, por el pleno municipal.
Para Xiaobing Wang, presidenta del Centro Cultural Chino de Manresa (a media hora en coche, es una de las ciudades de referencia de Monistrol) el cementerio es “una muestra de arraigo” de los chinos en España. “Las terceras, cuartas o quintas generaciones ya están aquí y difícilmente van a ir a visitar a sus familiares muertos a China”, explica. “Con el tiempo”, agrega el alcalde de Monistrol, “todas las culturas acaban implantándose y echando raíces”.
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