Un independentismo desmovilizado reúne a 28.000 personas en la manifestación de la Diada en Barcelona
Las llamadas a salir a la calle no revierten el desánimo ciudadano en una jornada lluviosa que reúne a la mitad de asistentes que hace un año
Cataluña celebra su Diada con la vista atrás. La movilización ciudadana ha caído con el paso de los últimos años con el fiasco del procés y el recuerdo de tiempos mejores marca una jornada que antaño fue una demostración de fuerza del independentismo y que, ahora, se vive más como una ocasión propicia para tener un día ocioso aprovechando una jornada que el calendario reserva como festivo. La playa podría haber sido una opción a tener en cuenta, pero una tormentosa mañana en Barcelona ha condicionado planes, lo mismo que seguro ha influido en desalentar la participación en la tradicional manifestación que se celebra cada 11-S por la tarde, organizada por Assemblea Nacional Catalana (ANC) y otras plataformas independentistas. Según la Guardia Urbana, han asistido 28.000 personas, la mitad que el año pasado (unas 60.000 personas) y muy lejos de cifras superiores al millón de participantes durante la cúspide del procés.
La marcha ha arrancado a las 17:14 horas en el Moll de la Fusta, entre el parque de la Ciutadella y el monumento a Colón, un recorrido muy inferior en comparación con las calles y manzanas que se reservaban en pleno ardor del procés, pero con una puesta en escena habitual, aunque lejos de las muchedumbres de años pasados: banderas catalanas y esteladas, pancartas y gritos de “Independencia”.
El lema “Independencia, más motivos que nunca” se estampa en las camisetas rojas que visten buena parte de los manifestantes. Minutos antes de las cinco, un desfile de motocicletas ha ocupado la avenida principal entre estruendos de bocinas y motores. Una de las banderas llevadas por ANC exhibe “La vostra normalitat és la nostra resistència. Aquí no s’ha acabat res!” (Vuestra normalidad es nuestra resistencia. Aquí no se ha acabado nada).
Entre 2012 y 2018, cuando las convocatorias reunían a un millón de personas, las calles del centro de Barcelona eran durante todo el día un colorido tapiz de banderas y camisetas con proclamas independentistas. El año pasado no se contaron más de 60.000 personas y, este jueves, se respiraba más calma que ganas de jarana si bien, en algunos lugares, como la comisaría de Via Laietana, era visible la concentración de personas antes del inicio del principal acto de la jornada.
Laila Grané, de 19 años, ha acudido a la manifestación sola tras una hora de tren desde Sant Pol de Mar. Guarda recuerdos de cuando acudía de niña colgada al pecho de sus padres, aunque ellos ya no participan. “Ha bajado mucho porque llevamos años luchando. Han surgido nuevos movimientos independentistas de extrema derecha, como Aliança Catalana, y la gente independentista está muy cansada”, explica. Muchos de sus amigos también independentistas, dice, han dejado de acudir a la manifestación porque no creen en la posibilidad real de una independencia de Cataluña.

Como sucedía hace años con Grané, en la manifestación conviven distintas generaciones. Jordi Farré ha llegado desde Lleida con su hija, Maria, y una amiga, Nina Bueno, ambas de 17 años. Más que el sentimiento de identidad catalana, Jordi señala que quiere transmitirles el compromiso independentista. Nina ha recordado que “hubo una época en la que los cambios se notaban y la gente tenía mucha esperanza, sobre todo con el procés, porque se veía muy cerca. Pero después de la pandemia empezó a decaer y cada vez la gente está más desmotivada”.
La entidad independentista Assemblea Nacional Catalana (ANC) ha buscado avivar la llama con un lema que señala que “hay más motivos que nunca” para echarse a la calle. Lluís Llach es el presidente de la ANC, pero al cantautor la voz no le ha alcanzado para animar a una parroquia independentista agotada de bailar al son que le marquen y donde solo sube el tono la ultraderecha de Aliança Catalana. Durante su discurso al final de la manifestación, Llach ha exclamado que “la República Catalana libre e independiente” es una herramienta que garantiza una suerte de derechos que ahora están en jaque, como el acceso a la vivienda. Ha denunciado que, mientras esa meta no llegue, se produce “una vulneración constante y planificada de los derechos contra Cataluña”.
El presidente de Òmnium Cultural, Xavier Antich, ha instado al independentismo y al catalanismo democrático a demostrar su inteligencia colectiva, madurez y determinación frente a “los que pretenden movilizar los discursos de odio”.
A las cuatro y media la líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, ha llegado al punto de encuentro del partido ultra, frente al edificio de Correos de Via Laietana. En un primer momento, los Mossos d’Esquadra han creado una barrera policial para que los ultras no se unieran a la manifestación de la ANC. Pero, tras una mediación con la Policía de la Generalitat, los manifestantes de Aliança se han unido a la cola de la manifestación.

La lluvia se ha cebado sobre la capital catalana durante buena parte de la mañana con acumulaciones de hasta 100 litros por metro cuadrado en algunas zonas, como el puerto. El Ayuntamiento de Barcelona ha activado en fase de alerta el plan municipal de emergencia por posible insuficiencia de drenajes. Òmnium ha tenido que suspender por culpa de la lluvia el acto político que tenía que empezar al mediodía frente al Arco de Triunfo, el lugar donde dio su mitin Carles Puigdemont el 8 de agosto de 2024, tras irrumpir súbitamente en Barcelona y volverse a escapar a Bélgica, ante la presencia de los Mossos d’Esquadra.
Festejos “para todos”
La viceprimera secretaria y portavoz del PSC, Lluïsa Moret, ha defendido este jueves una Diada “de todos y para todos” y ha pedido rehuir los discursos “de confrontación y del odio que dividen y debilitan”. Moret ha reivindicado la “nueva etapa de diálogo y de acuerdos” que, a su juicio, se ha abierto con el Govern de Salvador Illa.
El presidente del PP catalán, Alejandro Fernández, ha acusado a Salvador Illa de trasladar una situación de “normalización” en Cataluña que considera que no existe. Señala que la política catalana “sigue secuestrada” y decisiones relevantes se negocian con el líder de Junts, Carles Puigdemont, en Bélgica.
Por su parte, Carles Puigdemont ha felicitado este jueves la Diada del 11 de septiembre con un mensaje en las redes sociales: “Por la libertad que los Borbones arrebataron a nuestros antepasados que defendieron Cataluña, y por la independencia y el futuro de nuestra nación que debemos a nuestros hijos”.
El expresidente de la Generalitat, Pere Aragonès, ha pedido aprovechar la Diada para defender y promover la lengua catalana y también para reflexionar sobre la necesidad de seguir luchando para resolver el conflicto político entre Cataluña y el resto de España.
La ultraderecha de Sílvia Orriols gana protagonismo
Una de las protagonistas de la Diada de este año está siendo la líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols. La alcaldesa de Ripoll y líder del partido ultra e independentista ha sido la única dirigente política que ha salido triunfante entre los centenares, cada vez menos, de secesionistas que acuden cada 11 de septiembre a las manifestaciones y actos de la Diada.
Orriols se ha dado un baño de multitudes en el inicio de la manifestación de la Diada, con centenares de simpatizantes al grito: "Sílvia Orriols es la solución". La líder de Aliança ha sido vitoreada y reclamada para numerosos selfies mientras sus simpatizantes la acompañaban con diferentes proclamas: "Fuera españoles y musulmanes", "Puta TV3", "No es inmigración, es invasión", además de insultos a Salvador Illa o a Puigdemont al que han gritado: “traidor”.
Orriols ha denunciado que su presencia en la manifestación es para “dar la cara ante los sectarios” que quieren a Aliança Catalana fuera de la concentración de la ANC. La líder ultra ha criticado que “Lluís Llach no condiciona las políticas de Aliança Catalana”.
El miércoles, Orriols ya estuvo presente en el Fossar de les Moreres, la plaza construida sobre el antiguo cementerio donde reposaban los caídos durante la batalla del 11 de septiembre de 1714, en la Guerra de Sucesión Española. Las juventudes de la izquierda anticaptialista habían convocado una protesta en repulsa por la presencia de Orriols en uno de los escenarios símbolo del ideario independentista. Solo lograron concentrar a unas decenas de activistas, mientras que la ultra reunía a medio millar de simpatizantes de la formación de extrema derecha. Orriols arengó que la misión de su partido era la de “restituir el Estado catalán libre, próspero, seguro y occidental”. Durante el acto, los militantes de Aliança Catalana cargaron contra algunos periodistas, entre ellos, un equipo de la televisión catalana que fueron escoltados por la policía de la Generalitat.
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