Niño, no molestes a los vecinos de tu colegio
¿En qué sociedad vivimos que hay personas que se quejan por los ruidos de los patios? El Parlament quiere blindar los centros escolares
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
La canción de Serrat ha sido desbordada por la protesta. Ahora ya no molesta que el niño le dé al balón. Ahora incordia casi que el menor respire con contundencia. Las escuelas ya no son centros del saber. Para los vecinos, son discotecas infantiles, centros de barbarie auditiva. Pero es cierto que las instituciones, esta vez, se han puesto del lado de los niños. Venga ese pelotazo, dice la clase política. No nos dan miedo los vecinos.
A lo peor, pero es mucho suponer, creen que hay más votos entre los padres de los niños que entre los vecinos. ¿En qué sociedad vivimos en la que nos molesta que los niños jueguen a pelota en la calle y griten en el patio del colegio? En la sociedad actual, en la que cada día nacen menos niños. En la que llegas al trabajo y una compañera reconoce a grito pelado que cruzar la plaza de la Vila es una actividad de riesgo (cito palabras textuales) por la cantidad de niños y pelotas y bicis y patinetes que frecuentan este lugar de Gràcia. ¿Es esto normal? Los patios escolares están en riesgo. Y por eso, el Parlament blindará esos lugares la semana que viene.
De hecho, todos los partidos del Ayuntamiento de Barcelona han instado al Govern a estudiar una fórmula “con la máxima celeridad” para “defender el sonido” en las pistas de los centros. DEFENDER EL SONIDO. ¿Cómo? Considerando exento de contaminación acústica el ruido generado durante las actividades pedagógicas, recreativas o deportivas en las instituciones educativas durante este horario. El Ayuntamiento de la capital catalana asegura que ha gestionado 40 quejas de este tipo desde 2015, que se han ido resolviendo. Actualmente constan dos denuncias en proceso de mediación y una tercera, que afecta a Jesuitas de Gràcia, que irá a juicio en marzo.
La cosa se está complicando. Nos molestan los niños que juegan tanto como nos molestan las campanas. Como ese pueblo de Girona, Santa Maria dels Turers, en Banyoles, que en 2021 se quedó sin repique nocturno por las protestas de un vecino de un piso turístico. En Casasana, una pedanía de Pareja (Guadalajara) con apenas medio centenar de censados, ya en 2025, han dejado de escuchar el tañido de las campanas de su iglesia durante la noche. La denuncia judicial de dos vecinos, que achacaban los problemas para conciliar el sueño a su alto volumen, ha llevado a su Ayuntamiento a tomar una decisión: silenciarlas entre las diez de la noche y las nueve de la mañana.
Las pelotas, que no suenan pero impactan, también nos molestan. Menos mal que, pese a la insistencia de una vecina, la Sindicatura de Greuges de Barcelona ha instado a eliminar de las plazas de la capital catalana los carteles que todavía quedan de “Prohibido jugar a pelota”. Sin embargo, permanecen algunos con nueva versión que han pintado encima: “Pues nos drogamos”. Cataluña registró en 2024 un total de 53.837 nacimientos, un 0,6% menos que el año anterior, y es una de las comunidades con peor saldo vegetativo (diferencia entre alumbramientos y defunciones), según datos provisionales del Instituto Nacional de Estadística (INE). Los que llegan, dejemos que jueguen a pelota y griten en el patio y abandonen por un ratito las pantallas.
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