Sumar y Podemos, regreso al pasado

Este es el inquietante panorama a los 10 años de las elecciones europeas de 2014 en las que irrumpió el fenómeno Podemos. El espacio político situado a la izquierda del partido socialista ha regresado a su más genuina cultura, que la aboca a la esterilidad: la división, la pelea constante, el cainismo. La supervivencia de Sumar es ahora mismo una de las principales incógnitas del escenario político español. Cuando estalló la bomba Errejón, Sumar quedó reducida a la extraña condición de muerto viviente y hasta ahora nadie ha explicado cómo se va a insuflar vida a ese zombi.

En el conglomerado Sumar están los Comuns, de manera que está en cuestión el futuro de ambos. A su vez, de la viabilidad de esta plataforma a la izquierda del PSOE cuelga la existencia misma de las mayorías parlamentarias de izquierdas sobre las que se sustentan los gobiernos del Pedro Sánchez y Salvador Illa. No es poca cosa.

La estabilidad de estas formaciones está ahora mismo muy comprometida. Con la pérdida de Íñigo Errejón ha quedado descabezado Más Madrid, uno de los componentes más destacados de Sumar. Y la viabilidad de Más Madrid está en duda porque era un producto hecho a la medida de Errejón. Sin Errejón, ¿puede haber Más Madrid? Quizá sí, pero está por ver. Esta incertidumbre se añade a la retirada de Ada Colau, figura fundacional de los Comuns (y una de las de Sumar, dicho sea de paso). Los Comuns tienen destacados en Madrid a algunos de sus principales dirigentes (Ernest Urtasun, Gerardo Pisarello, Josep Vendrell) y acaban de proceder al inesperado relevo de su coordinadora Jèssica Albiach. Hay ahí también un gran interrogante. ¿Qué serán los Comuns sin Colau?

La patente fragilidad de las estructuras y los liderazgos de Sumar y de los Comuns ha despertado el apetito de sus ex compañeros de Podemos. Cuando a finales de 2023 se produjo la ruptura y Podemos quedó apartado del gobierno, pudo comprobar que fuera de las instituciones hace mucho frío. Entonces aparece la amenazadora expectativa del extraparlamentarismo y estuvo a punto de materializarse cuando en las elecciones municipales y autonómicas de mayo Podemos se hundió y perdió casi toda su presencia en ayuntamientos y parlamentos regionales.

Ese riesgo se sorteó poco después, sin embargo, en las elecciones europeas del mes de junio. La división castigó a ambas partes. Sumar bajó hasta la quinta posición, sólo 1,5 puntos porcentuales por encima de Podemos, que logró salvarse y obtener dos escaños. A escala catalana, Podemos quedó por encima de los Comuns y, aunque fue solo por 0,3 puntos de diferencia, ese resultado fue tomado como una prueba de viabilidad. Podemos se alió entonces en el Parlamento Europeo con otros grupos izquierdistas de varios países, adoptó como estrategia la crítica frontal a los partidos socialdemócratas y socialistas y arreció en la disputa por el espacio político con Sumar.

La crisis Errejón nubla el futuro inmediato de Sumar y de Más Madrid, debilita a los Comunes y despierta además a una Izquierda Unida que, particularmente en Andalucía, reclama más protagonismo. Todo esto en un momento en el que el liderazgo de Yolanda Díaz, la figura que debía galvanizar al conjunto, está en suspenso. Situaciones como esta se definen en catalán como tenir mala peça al teler.