La Costa Brava afronta el verano sin las 12 desaladoras portátiles prometidas por el Govern
La Diputación de Girona ha recibido solo dos desalinizadoras de todas las previstas. Se espera que estén funcionando a partir de 2025
La Costa Brava, una de las zonas más turísticas de Cataluña, no tendrá a tiempo las 12 desaladoras portátiles que el Govern anunció en abril para asegurar el acceso de la población a agua potable durante el verano. La Diputación de Girona solo ha recibido dos de las cuatro instalaciones que se ubicarán en Roses (Girona) y que deberían estar funcionando desde finales de junio. Tampoco están en marcha las otras cuatro plantas desalinizadoras que se iban a situar en la estación de tratamiento de agua potable (ETAP) de Empuriabrava, en el municipio de Castelló d’Empuries, y que deberían haber arrancado antes de julio. Ahora se espera que generen recurso hídrico a partir de 2025, aunque dependerá de las lluvias otoñales.
La Diputación de Girona asegura que los planes se han retrasado porque la urgencia “no es la que era en abril”, debido a que las lluvias han mejorado el estado del sistema Darnius-Boadella, que se encuentra en fase de Emergencia I con el 22,6% de su capacidad, según los datos de la Agencia Catalana del Agua (ACA). Es el doble de las reservas que acumulaba a comienzos de marzo, cuando registró el mínimo histórico: cerca del 11%. Las mismas precipitaciones permitieron a los hoteleros de Lloret del Mar aplazar la instalación de otra desaladora para llenar piscinas.
Sin embargo, no solo el agua caída del cielo ha influido en el retraso de las obras en la Costa Brava, por donde más de siete millones de turistas pasaron el pasado año, según el Idescat, y donde las restricciones impiden el llenado de piscinas o el consumo de más de 200 litros por habitante y día. El hecho de que los 12 municipios que se nutren del sistema Darnius-Boadella rebajaran la alerta por sequía ha afectado a la concesión del contrato de estas infraestructuras que el Consorci de Aguas de Girona había aprobado por la vía de emergencia. Ya ocurrió algo parecido con la desalinizadora flotante en el puerto de Barcelona, que está pendiente de un concurso público que determinará el adjudicatario del proyecto y por el que pujan multinacionales españolas como Ferrovial, Acciona o Grupo Cobra.
La alta demanda de desalinizadoras también ha ralentizado la llegada de estas instalaciones, que están financiadas por el Consorci de Aguas de Girona con la ayuda del Departamento de Acción Climática, que encabeza David Mascort. “Estamos presionando a la empresa para que lleguen cuanto antes, pero tienen un gran número de peticiones porque en muchos sitios están igual que nosotros. Pero el agua en municipios como Cadaqués, Port de la Selva o Roses, con mayor demanda por el turismo, está más que garantizada gracias a las lluvias”, informa un portavoz de la Diputación de Girona. Las dos que han recibido están guardadas a la espera de que lleguen el resto de los equipos y de que las obras puedan comenzar.
Aunque la urgencia ha disminuido, el proceso de instalación no se detendrá. La Costa Brava tendrá a partir de 2025 las 12 desaladoras móviles que permitirán afrontar los futuros episodios de sequía con mayor tranquilidad. De hecho, la semana que viene comenzará la obra civil para planificar la instalación de estas infraestructuras que filtrarán el agua regenerada procedente de la estación depuradora de aguas residuales (EDAR) de Figueres, donde la ACA también está construyendo una tubería que transportará diariamente 7.600 metros cúbicos a Pont de Molins por un valor de 6,5 millones de euros. “Cuando terminen allí, empezaremos aquí. Mientras tanto, estamos intentando tenerlo todo listo para tardar lo menos posible”, detallan desde la Diputación de Girona.
Cada desaladora va encajada dentro de un contenedor y, además de tuberías, filtros y otros sistemas para poder conectarla a la red de abastecimiento, se requieren permisos y autorizaciones que la ACA debe aprobar para su puesta en marcha. Unos pasos burocráticos “nada ágiles” y que, tras la flexibilización de las restricciones, se tramitarán “sin urgencia ni a contrarreloj”.
Los procesos administrativos también han ralentizado la aprobación de otros proyectos fundamentales para que Cataluña no dependa de los recursos de los embalses en los futuros episodios de sequía, que sucederán ante el avance del cambio climático y los cambios en el clima mediterráneo, donde los fenómenos meteorológicos son cada vez más extremos. Después de más de un año, el Gobierno acaba de dar luz verde a las dos desalinizadoras de Foix (Barcelona) y Tordera (Girona) que aportarán a la comunidad 80 hectómetros cúbicos, el equivalente al consumo industrial y doméstico de la capital catalana. Se trata de dos instalaciones clave para que la comunidad gane resiliencia hídrica y que la Generalitat tenía previstas al comienzo de la legislatura. De hecho, el conseller Mascort urgió en junio al Ministerio para la Transición Ecológica, que preside Teresa Ribera, la aprobación de ambas plantas porque “tenían desde septiembre” el proyecto básico.
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