Los hospitales barceloneses de L’Esperança y Plató cerrarán en agosto para ahorrar
El contexto de contención económica que afecta al sistema sanitario lleva a los centros catalanes a reducir más de lo habitual la actividad en agosto
Sin presupuestos autonómicos y con el mensaje recibido de que hay que gastar menos, los grandes hospitales de Barcelona se preparan para contener más su actividad de verano. El hospital Clínic cerrará en agosto la clínica Plató, mientras que el hospital del Mar hará lo mismo con el de la Esperança. Las decisiones ilustran los incipientes reajustes que el sistema sanitario debe asumir en un contexto de incertidumbre económica. La oferta hospitalaria de agudos en la Esperança roza las 170 camas y Plató las 160, según datos del Ayuntamiento de Barcelona, aunque la ocupación siempre es inferior.
La reducción de la actividad es habitual en los meses de verano, pero no lo es tanto cerrar prácticamente un hospital entero. El hospital de la Esperança, ubicado en el barrio de Gràcia y que forma parte del consorcio que deriva del hospital del Mar, cerrará en agosto los quirófanos y mantendrá abiertas las consultas externas de oftalmología. “Desde 2015 que nunca se ha hecho un cierre de esta envergadura”, explica José Manuel Sancho, presidente del comité de empresa del Mar. “Con un cierre así, se alargarán las listas de espera”, avisa. Fuentes del centro plantean que la medida busca “optimizar los recursos” en un contexto de vacaciones generalizadas de los profesionales y adaptarse a los requerimientos económicos de los responsables sanitarios.
Por su parte, la clínica Plató, que fue absorbida por el hospital Clínic hace tres años, cerrará sus instalaciones incluidas las urgencias. Únicamente mantendrá las consultas externas del dispositivo ubicado en la calle Marc Aureli, en el barrio de Sant Gervasi, también de oftalmología según su web. El resto de dispositivos se cerrarán en agosto. Las medidas han sido trasladadas al Departamento de Salud, según un correo electrónico al que ha tenido acceso EL PAÍS. La dirección ha trasladado este viernes la decisión a los sindicatos.
“Es una medida importante de eficiencia”, resume el comunicado que la dirección del Clínic trasladó internamente a principios de semana. “En años anteriores ya habíamos cerrado parcialmente la sede y ahora trasladaremos la actividad a Villarroel [el hospital matriz] para hacerla más eficiente”. El centro aprovechará para realizar obras “pendientes” en el clínica Plató, según la información trasladada. Fuentes próximas al Departamento aseguran que “la intención es evitar cualquier impacto” a la actividad ya programada.
El anuncio llega un mes después de un portavoz del Clínic admitiera a EL PAÍS que existe un “contexto de contención” económica, aunque no detalló el volumen de la reducción del gasto. Los representantes sindicales denunciaron hace un mes y medio que el centro barcelonés tendría que asumir una reestructuración de “unos 30 millones de euros aproximadamente” para adecuarse a las necesidades económicas y a la falta de presupuestos. En la decisión influye el aumento de un 5,6% de las tarifas del Servicio Catalán de la Salud, que sin presupuestos, obliga reducir la actividad. “Hace tiempo que nos van diciendo que vienen malos épocas por los reajustes monetarios”, explica Sancho.
La contención económica afecta a la mayoría de los hospitales, lo que ha generado cierto incomodidad entre los directores de los centros y el Departamento de Salud. Uno de los más afectados, por su gran envergadura, es el hospital Vall d’Hebron. El gerente del hospital, Albert Salazar, explicó hace dos meses que el centro necesita reducir este año 33 millones para cuadrar números por tres motivos: el fin de la inyección de fondos vinculados a la covid, el nuevo volumen salarial derivado de las mejoras laborales de los trabajadores y la nueva equidad territorial que defiende Salud.
Este último concepto pretende igualar la accesibilidad de los usuarios a los servicios sanitarios en todo el territorio. Para ello, el Institut Català de la Salut (ICS) comunicó a principios de año a los grandes hospitales como Vall d’Hebron que no debían alargar los contratos temporales para forzar al personal a trabajar en otros dispositivos menores. La consejería detectó que médicos y enfermeras querían trabajar en los principales dispositivos por la proyección profesional que les ofrecían, y que los hospitales o dispositivos medianos quedaban más vacíos. El hospital Vall d’Hebron fue el más afectado y la medida creó incomodidad en la dirección del centro.
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