La sequía reducirá en un 80% la cosecha de arroz de Pals
Los agricultores reclaman la interconexión de cuencas de los ríos y, si no es viable, que se desconecte el trasvase del Ter a Barcelona
Los arroceros de Pals viven una situación sin precedentes. La sequía extrema que azota l’Empordà pone en jaque la cosecha de otoño. Los productores de la marca Arrós de Pals generan una media anual de unas 6.500 toneladas al año y esta temporada en el mejor de los casos calculan que llegarán a las 1.500 toneladas, un 23%. “La situación de emergencia que vivimos por la sequía es la peor que ha habido nunca, ni los más viejos del pueblo, de 70 o 80 años, recuerdan algo igual”, asegura Josep Pericay, presidente de la Associació de Defensa Vegetal (ADV) del arroz de Pals, que agrupa a 25 productores que comercializan este alimento bajo la marca Arrós de Pals.
El arrocero, que no es nada optimista, cree que la sequía hidrológica ha venido “para quedarse” y lo que para él todavía es peor, “la sequía política”. “Mientras no miren por una estructura de país, mientras no crean necesaria una estructura para compensar cuencas entre ríos y dejen al Ter tranquilo, puede haber una catástrofe”, avisa. El sector reclama “un trasvase de agua, sea del Ebro o del Ródano, y que si no tiene que haber trasvases, que no haya ninguno”.
La marca, registrada en 1999 por el Ayuntamiento, certifica la procedencia del arroz, que debe ser cultivado en Pals y en su entorno que incluye otros municipios del Empordà como Torroella de Montgrí, Bellcaire d’Empordà, Palau-Sator, Fontanilles, y Riumors y Castelló d’Empúries. La elaboración y el envasado también deben ser en la misma zona. Entre el 15 de abril y el 15 de mayo es cuando debe sembrarse el arroz, un cultivo que requiere de suelos húmedos y agua abundante para crecer. En Bellcaire no sembrarán ni una hectárea por falta de agua.
Los arroceros están pendientes de la comisión de desembalse del Ter-Llobregat, prevista para el día 3, que determinará las dotaciones para satisfacer las diversas necesidades para cada uso del agua
El resto de arroceros del Empordà, aparte de mirar al cielo, están pendientes de la comisión de desembalse del Ter-Llobregat, prevista para el día 3, que determinará las dotaciones para satisfacer las diversas necesidades para cada uso del agua, también del agrícola. Normalmente, disponían de entre 10 y 12 hectómetros cúbicos (hm³) para este cultivo entre abril y septiembre. En 2023 ya solo contaron con entre siete y ocho hm³ que redujeron la producción en unas 1.500 toneladas. Este año, la Agència Catalana de l’Aigua (ACA) les informó que a priori no recibirán ni una gota de agua reglada, es decir, procedente del desembalse de Sau-Susqueda. Sí les prometió, de palabra, unos dos hm³ ―de agua no reglada― de rieras y regenerada de la depuradora de Girona. También se comprometió a guardarles, 1,5 hm³ del agua reglada que les asignaron en invierno y no gastaron.
De acuerdo con esa previsión, cuentan disponer con entre 1,5 y 3,5 hm³ de agua para los arrozales. La siembra, arrancará entre finales de abril y principios de mayo y se puede alargar hasta el 15 de mayo. Se plantarán, calculan, solo un 20% de las 1.100 hectáreas de campos ―el año pasado fueron el 70%― por lo que estiman que tendrán una cosecha de entre 1.200 y 1.500 toneladas. Será la peor de la historia. “Mi padre recuerda que mi abuelo le dijo que nunca se había tenido que limitar la superficie de siembra de arroz por falta de agua”, asegura Albert Grassot, que hace más de 30 años que trabaja las tierras y es el presidente de los regantes del margen derecho del Ter. La poca producción de este cereal afectará también al delta del Ebro, ya que la mitad de la producción de l’Empordà se vende a empresas arroceras del Delta, que concentran el 95% del cultivo de arroz de Cataluña.
“Si están en contra de los trasvases que desconecten el Ter del Área Metropolitana de Barcelona”, reclaman Parals, Pericay y Grassot
Históricamente, se inundaban los campos y se plantaba el cereal. Desde la sequía de 2008, en Pals han estado experimentando la plantación en seco y ahora lo plantan sin agua. A los 25 días, cuando el arroz “apunta” se empieza a tirar agua. La primera vez es una especie de gran regada, las siguientes deben inundar los terrenos. Este ciclo dura unos cien días y a finales de septiembre se inicia la cosecha. Estos agricultores ven “inconcebible” que siga existiendo un “desequilibrio hidráulico en Catalunya” por falta de una interconexión de cuencas. La consideran fundamental para la agricultura, pero también para el turismo. Critican duramente el “expolio” del río Ter. Según el ACA, el volumen de agua del Ter derivado hacia el área de Barcelona fue en el 2023 de 95 hm³, su mínimo histórico, en 2022 fueron 116 hm³ y, en 2021, 128 hm³.
“Si están en contra de los trasvases que desconecten el Ter del Área Metropolitana de Barcelona”, reclaman Parals, Pericay y Grassot. Parals asegura que, con los 63 hm³ que hay ahora en Sau-Susqueda, si no se derivara agua a Barcelona, podrían producir el 100% de la cosecha y además también habría agua para el Consorcio de la Costa Brava, que suministra agua a 47 municipios del prelitoral y litoral gerundense. “Quien tiene realmente problema de agua es Barcelona, la chupan de allí donde pueden y no tienen suficiente. Con las sequías de 2003 y 2008 se tenía que haber hecho una interconexión de redes y habría agua para todo el mundo y los ríos estarían como deben estar”, apunta Grassot.
En esta línea, sostiene que “si la filosofía de un partido o un gobierno es no trasvasar, perfecto, pues lo desenchufamos todo. O todos o ninguno”, reclama. Sembrar una hectárea de arroz cuesta en total entre 3.000 y 4.000 euros, entre pagar el alquiler de las tierras, las semillas y los productos fitosanitarios. La Generalitat les ha prometido una ayuda de 750 euros por cada hectárea que no puedan plantar.
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