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El Liceu abre la puerta a ‘Orgia’, una ópera sobre el mal y la autodestrucción

Con música de Hèctor Parra y puesta en escena de Calixto Bieito, el teatro de La Rambla acoge la obra basada en un texto de Pasolini

La soprano lituana Aurine Stundyte y el barítono alemán Christian Miedl durante el ensayo del pasado martes.
La soprano lituana Aurine Stundyte y el barítono alemán Christian Miedl durante el ensayo del pasado martes.Quique García (EFE)
Àngels Piñol

El telón se alza y un hombre, vestido de mujer, con falda y zapatos de tacón plateados, aparece colgado en el salón de su casa y, antes de expirar, en sus instantes finales de agonía, explica los motivos que le han empujado al suicidio. La brutal escena da idea de la violencia extrema de Orgia, la ópera escrita por el compositor Hèctor Parra y basada en la obra de teatro del mismo nombre de Pier Paolo Pasolini. La obra, que narra la salvaje historia de autodestrucción de un matrimonio de clase media, ha sido puesta en escena por Calixto Bieito, que ha versionado el libreto del artista italiano. Orgia tendrá un paso efímero en el Gran Teatre del Liceu: estará este jueves y el sábado en dos únicas funciones.

Producida por el Liceo, el Festival de Peralada y el Teatro Arriaga, Orgia se estrenó en junio en Bilbao y nació de la obsesión de Parra por poner música a esa obra que retrata la hipocresía insuperable en la que vive una pareja y que acaba en un drama. Antes del suicidio del marido, que intenta asesinar a una prostituta, la esposa, embarazada, mata a sus dos hijos que se insinúa que duermen en la litera. “Es una tragedia griega con lirismo poético”, sintetizó Parra, uno de los compositores más relevantes de Cataluña y que no cesó en su empeño de musicar Orgia hasta que logró que la familia Pasolini le cediera los derechos. “Trabajo con el Arriaga por obras como esta. El futuro va por aquí”, sintetizó Bieito.

No solo hay atrocidad: hay belleza y ternura. Belleza y horror son las caras de la misma moneda”, dice Parra

Tras haber trabajado juntos con antelación en Wilde (2015), que versa sobre un médico que llega a una familia violenta y Les bienveillantes (2019), sobre el terror del Tercer Reich, Parra contactó con Bieito para poner en escena Orgia. “Fui un fan de Pasolini pero lo tenía tan interiorizado que no pensaba en él”, explicó el escenógrafo. “No hay ni una palabra que sea mía. Mi trabajo ha sido entender lo que es esta pieza. No va solo sobre la diversidad. Es profundamente humanista porque muestra el monstruo, es la bestia, la mirada en el espejo. Nos conecta con las células y las estrellas, que se autodestruyen”. Bieito admitió que al principio no entendía la obra porque iba mucho más allá de un hombre gay casado con una mujer. “No habla de eso: habla de cosas mucho más profundas. De las raíces del mal y del monstruo que llevamos dentro”.

Un momento del ensayo de la obra Orgia.
Un momento del ensayo de la obra Orgia. Quique García (EFE)

La trama se desarrolla en un escenario que juega con las luces y en el que aparecen dispuestos los muebles de un comedor que parece a veces un tienda de muebles. Un mesa, una vitrina, un sofá, una cama, una litera para representar las estancias en las que vive esa pareja atormentada que mantiene una relación violenta y sádica. “Es la casa de una familia de clase media. Podía ser Roma, Barcelona o Madrid”, apuntó Bieito. La obra dura apenas hora y media y en ella actúan el barítono Christian Miedl y las sopranos Aušrine Stundyte y Jone Martínez. “Los tres cantantes son extraordinarios. Hay cantantes y artistas. Y trabajamos con artistas capaces de trabajar con sus fantasías interiores y dejarlas fluir”, afirmó el escenógrafo sobre la actuación de las tres poderosas voces de la obra.

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El director, el francés Pierre Bleuse, dirige una orquesta de 15 músicos que interpretan una partitura que, dijo, contiene tanto elementos vanguardistas como del pasado. ”Hacemos un buen ménage à trois”, bromeó Bieito, feliz con el resultado final. Parra, presente en el ensayo del martes, mostró también su satisfacción por haber cumplido esa obsesión recordando lo mucho que le costó arrancar la partitura. “Recé mucho tiempo para que nadie la hiciera antes. La soñé tantas veces que cuando empecé, rompí muchos papeles”, dijo Parra explicando que se instaló en Roma para componerla. “Encontré casi la fuerza chamánica dibujando en los museos. Me alimenté de las esculturas griegas y romanas entrando en un estado de trance”, reveló, dejando claro que no siente una especial atracción por la atrocidad. “No solo hay atrocidad: hay belleza y ternura. Belleza y horror son las dos caras de la misma moneda”.

La función se representa solo dos días, un número muy inferior a cualquier ópera, y, hasta este martes, se había vendido unas 2.500 entradas, el 60% del aforo previsto. “Hemos hecho una apuesta decidida por este tándem”, afirmó Víctor García de Gomar, director general artístico del Liceu, descartando que se tratara por el miedo a la recepción del público. “Estamos satisfechos. Hemos hecho Turandot y Carmen y nos ayudan a hacer óperas de más riesgo”. Oriol Aguilà, director del Festival de Peralada, remachó: “Es una apuesta poderosísima. Pediría al público que se saque los prejuicios de encima y que venga a ver una ópera en mayúscula”.

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