Miel, gusanos y 150 toneladas de verduras: así es la cocina del zoo de Barcelona
La factura de alimentar a las 200 especies que habitan en el parque asciende a 800.000 euros al año
Kiumbe, el león macho del Zoo de Barcelona, come a diario 3,6 kilos de carne. Sus compañeras Run-Run, Nima y Zala necesitan un poco menos: 2,8 kilos. En el parque zoológico de la capital catalana viven 200 especies diferentes entre mamíferos, reptiles, anfibios e invertebrados y para cada uno de ellos se diseña un menú a medida. El jefe de conservación del zoo, Jordi Hernández, es el máximo responsable de la alimentación de todos estos animales que en muchas ocasiones -como el caso del rinoceronte Pedro, que falleció tras haber superado el medio siglo- consiguen récords de longevidad. “Los cuidadores saben absolutamente todo de los animales. Qué necesita cada uno, qué puede comer… a partir de aquí configuramos las diferentes dietas de todos ellos”, explica. EL PAÍS ha accedido a las cocinas donde se preparan las raciones.
El equipo de biólogos y veterinarios de la instalación estudia y determina las dietas de todas las especies para garantizar una buena salud. Además personaliza (o animaliza) las dietas a cada uno de los especímenes según sus propias necesidades. Los menús se actualizan constantemente a partir de la experiencia de los trabajadores del Zoo con el asesoramiento de nutricionistas especialistas en fauna salvaje.
Hernández asegura que la dieta que mantendrían estos animales, en libertad, estaría compuesta por más fibra y menos azúcares y almidones. “De cara al próximo año bajaremos la compra de fruta y aumentaremos la verdura”, admite Hernández, que ha modificado los menús incrementando gradualmente la aportación de verduras para conseguir que sea lo más cercana a las necesidades de estas especies.
Anualmente, los animales del Zoo consumen un total de 66.000 kilos de fruta y 150.000 kilos de verdura. Solo se les ofrecen piezas limpias, de aspecto saludable, textura firme y sin golpes. Se compra toda en Mercabarna y en empresas que se presentan a los concursos públicos para abastecer al parque de propiedad municipal. La alimentación de los animales supone 800.000 euros al año del presupuesto. La carne procede de mataderos homologados y siempre se evita que tengan ningún otro tratamiento que no sea la refrigeración. El pescado es siempre congelado y, como el resto de los productos, debe ser apto para el consumo humano.
También hay alimentos un tanto más exóticos a ojos de los humanos como son los gusanos o los ratones que nunca se entregan vivos a los animales. Estos productos más específicos los proporcionan empresas especializadas en la crianza de este tipo de animales destinados a alimentar a otros más grandes en los diferentes centros zoológicos.
En la lista de la compra también figuran frutos secos, miel, yogur, gelatinas, mantequillas… que se utilizan como recompensa en determinados entrenamientos veterinarios y revisiones. Nunca se les recompensa con azúcar ni se añade a los alimentos.
En la cocina del aviario, dos trabajadores del parque se apresuran a pelar papayas y otros ingredientes. Es la hora de darles un pequeño refuerzo a las aves. Un guacamayo come a diario 75 gramos de pipas, dos nueces de california, dos almendras, dos cacahuetes, 30 gramos de pienso, una rodaja de maíz, un cuarto de zanahoria y un cuarto de otra fruta. Los operarios lo cumplen a rajatabla y cortan y reparten en bandejas de una manera casi mecánica las cantidades.
Las tres elefantas –Susy, Yoyo y Bulli- se comen, cada una de ellas, entre 50 y 60 kilos de forrajes al día. Los 22 pingüinos engullen, entre todos, de 15 a 20 kilos de pescado en ese mismo periodo. Un gorila macho come 15 kilos entre verdura, legumbre, pienso y frutos secos.
El conservador de primates, Iñaki Ezquerro, descubrió que en el Zoo de Londres escondían pequeños premios comestibles en cajas metálicas para que los chimpancés se ejercitaran y “encontraran bienestar social”. Ha copiado la idea y los de Barcelona ya esperan a la colocación de estas cajas. Dentro han escondido algún fruto seco y trozo de fruta fresca. Ahora Ezquerro estudia cómo adaptar a estas cajas a los diferentes primates del zoo.
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