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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El drama de la comprensión lectora

Elevar la comprensión lectora de los alumnos catalanes nunca ha sido un objetivo expreso de las autoridades catalanes

La tasa de alumnos repetidores vuelve a reducirse
Pobres niveles de comprensión lectora de los alumnos.MONICA TORRES
Albert Branchadell

El sistema educativo de Cataluña sigue acumulando signos de degradación. La evidencia más reciente son los datos de la última edición del Estudio Internacional para el Progreso de la Comprensión Lectora (más conocido como PIRLS, por sus siglas en inglés), realizada en 2021. Entre las comunidades autónomas españoles que participaron con una muestra propia, los 507 puntos conseguidos por Cataluña la dejan en última posición: por delante de ella se sitúan Asturias (550), Madrid (539), Castilla y León (538), la Comunidad Foral de Navarra (524), Andalucía (523) y Canarias (510). En el ranking global Cataluña está por debajo de la media española, de la media de la UE y de la media de la OCDE. En el contexto europeo, la puntuación de Cataluña apenas supera la de la región francófona de Bélgica, Montenegro, Macedonia del Norte y Kosovo.

Si hay algo peor que estos datos es la desidia con que el asunto de la comprensión lectora ha sido tratado en los últimos tiempos. La anterior edición de PIRLS, realizada en 2016, ya alertó de que el sistema educativo catalán cojeaba ostensiblemente. En aquella ocasión Cataluña sacó 522 puntos y quedó la penúltima entre las comunidades autónomas españolas, por detrás de Madrid, Asturias, Castilla y León, La Rioja y Andalucía. Y esos 522 puntos ya estaban por debajo de la media española, de la media de la UE y de la media de la OCDE.

En aquel entonces, el Consell Superior d’Avaluació del Sistema Educatiu publicó un informe de un conformismo flagrante. Según el Consell, los 522 puntos de Cataluña, que la situaban en el nivel intermedio de la escala de rendimiento, no eran “extraordinarios” pero tampoco eran “preocupantes”, ya que la media española y la de la mayoría de los países de la OCDE y de la Unión Europea que había participado en el estudio también se situaban en el nivel intermedio de la escala. Comentarios como este ocultaban datos de enjundia que pedían mayor reflexión: a pesar de compartir nivel intermedio de la escala, tanto en los países de la OCDE como en los de la Unión Europea, por ejemplo, el porcentaje de alumnos con un nivel avanzado en compresión lectora doblaba el porcentaje catalán.

Después del PIRLS 2016 no se produjo la reacción que pedían los datos. Elevar la comprensión lectora de los alumnos catalanes nunca ha sido un objetivo expreso de las autoridades catalanes. Ni en los programas electorales de los partidos (o el partido) de gobierno de la Generalitat, ni en los pactos que permitieron la investidura de Pere Aragonès, ni en el mismísimo Plan de Gobierno de la XIV Legislatura la cuestión de la comprensión lectora merece una sola frase. El drama de la comprensión lectora pide a gritos una rectificación que no puede limitarse a despedir a un consejero quemado como Josep Gonzàlez-Cambray y repescar a una apparátchik como Anna Simó. Ya es hora de hacer algo en serio para impedir que el sistema educativo catalán se sumerja en la ciénaga de la mediocridad.

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