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La mejora de la productividad en la empresa catalana no llega a los salarios

La terciarización castiga a los empleados en un modelo económico con visos de cambio

Un camarero trabaja en una terraza del Paseo de Gràcia de Barcelona.
Un camarero trabaja en una terraza del Paseo de Gràcia de Barcelona.Albert Garcia

“Cataluña no se ha empobrecido, pero el poder adquisitivo de la gente sí se ha estancado”. Algo falla en el modelo de crecimiento económico catalán para que la —limitada— mejora de la productividad lograda en las dos últimas décadas no se haya trasladado a las rentas de los trabajadores. El entrecomillado es del director del gabinete de estudios de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Ramon Rovira, quien el jueves puso sobre la mesa una seria disfunción de un modelo de crecimiento que no escapa de la desigualdad ni altos niveles de pobreza: el salario medio por hora entre 2013 y 2019, una vez descontada la inflación, se redujo un 2% pese a que la productividad aumentó en ese mismo periodo un 16,2%.


La situación es consecuencia del proceso de desindustrialización que se llevó a cabo a partir de los años noventa y al cultivo del turismo que se practicó desde entonces, que aporta menos valor añadido, y a un creciente protagonismo de los servicios en general, ambos sectores más sostenidos sobre políticas de bajos salarios. Josep Reyner, presidente de la Comisión de Economía Catalana del Colegio de Economistas de Cataluña, apunta que el problema está en vías de resolución: “Creo que hace tiempo que se dieron de cuenta de eso, pero tardará en solventarse y no hemos acabado de abandonar del todo ese modelo de poco valor añadido, que hay que decir que es común al conjunto de las comunidades autónomas”.

El turismo continúa teniendo el mismo peso en la economía catalana, pero las inversiones industriales parecen volver a tomar forma y el ecosistema tecnológico debería impulsar el cambio de modelo. No obstante, como apuntan diferentes personas consultadas, esa reindustrialización no es del todo completa: la logística, más vinculada con el sector inmobiliario y de servicios, está ocupando mucho espacio que van dejando los cierres industriales.

En todo caso, defiende Marta Curto, directora general de Análisis y Prospectiva Económica de la Generalitat, “el modelo que tenemos ahora y que el había antes de la crisis financiera no tienen nada que ver: no se basa en la inversión inmobiliaria ni en la construcción, ni en la demanda interna y tiene mayor componente del saldo exterior [las exportaciones]”. Entre 2015 y 2022 el empleo generado va hacia perfiles profesionales científicos y tecnológicos.

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El resultado puede tener diferentes lecturas. Si se compara con un ciudadano medio de la Unión Europea (con 27 Estados Miembros), un catalán cobra un 5% más, una cifra similar a la de 2006, teniendo en cuenta que muchos Estados miembros de nueva incorporación se han beneficiado en ese periodo de la convergencia de las que se benefició España anteriormente. Pero si la comparación se realiza con el conjunto de países comparables (Alemania, Francia, Italia, Países Bajos y Bélgica), un catalán medio aún está un 5% por debajo y el ascensor parece algo estropeado.

Los principales sindicatos en Cataluña apuntan a la gestión de la crisis financiera como el principal factor responsable de esa pérdida de riqueza. “La devaluación salarial fue la única forma con la que se afrontó la crisis, ya que no se podía hacer con una devaluación de la moneda. Los despidos que vinieron tras la crisis se centraron en la gente que tenía salarios dignos en pymes e industria”, recuerda Camil Ros, secretario general de UGT. Esto llevó a una disminución del peso de las rentas del trabajo en la economía, que fue más acelerada en Cataluña que en España”.

Según un cuadro que el Departamento de Economía elaboró en 2018, las rentas del trabajo en Cataluña han pasado de representar un 70,7% en 1980 a alcanzar el 58,5% en 2012. El peso de los salarios se reducen mientras que las rentas del capital (procedentes de inversiones financieras o de otros bienes siempre y cuando se posean) han subido, especialmente las relacionadas con el sector inmobiliario, que en España se multiplicaron por cuatro entre 1995 y 2018, según datos del INE. Es una tónica generalizada en Occidente desde la oleada liberal de los años ochenta.

Ros afirma que Cataluña no puede renunciar ni a la industria ni al turismo, pero avisa que para afianzar el sector turístico, tienen que aumentar los salarios. Los datos del Observatorio del Trabajo y el Modelo Productivo muestran que en el sector turístico están empleadas 428.200 personas, el 12,2% de la ocupación catalana, con un salario bruto medio de 20.245 euros, 5.000 euros por debajo del salario medio en Cataluña. El sector de la industria representa el 17,4% de la ocupación catalana y el salario bruto medio es de 30.393 euros.

“Mientras se devaluaron los salarios, aumentaban los dividendos y caía la inversión. Lo que hubo fue una transferencia del capital empresarial hacia el rentismo”, explica Javier Pacheco, secretario general de CC OO en Cataluña. Según los datos del sindicato, la inversión bruta per cápita entre 2014 y 2020 se redujo un 12,8%, y la inversión neta de las empresas no financieras cayó un 35%.

Esta desindustrialización podía subsanarse con la irrupción de las nuevas tecnologías y de las empresas de este sector que han escogido Cataluña para instalarse. Pero también ahí hay unas relaciones desiguales: si bien, según datos de la asociación Tech Barcelona, el salario medio en el sector de las startups es de 55.000 euros brutos anuales, y si bien hay grupos de trabajadores (programadores, ingenieros...) que están muy cotizados y cuyos salarios son más altos, el sector se asienta sobre una base de trabajadores (asistentes virtuales, call center, administrativos...) con sueldos más bien precarios. “Tienen convenios colectivos con salarios muy bajos”, recuerda Pacheco.

El debate sobre el reparto de la riqueza generado se enmarca dentro de la denuncia que realizó hace tres semanas el Círculo de Economía, cuando denunció la “preocupante” evolución de la economía catalana, al constatar que la renta per cápita catalana ha pasado en 20 años de estar un 20% por encima de las de los Veintisietre a solo un 1% superior en 2021, evolución que calificaban como “declive” y “estancamiento”. Su análisis fue respondido por el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y la consejera de Economía, Natàlia Mas, admitiendo problemas de fondo pero no una supuesta decadencia catalana. Curto se fija en la evolución de la población como otro elemento de ese crecimiento diferencial: “Entre 2000 y 2022 el PIB catalán creció un 37% y la población lo hizo un 25%, mientras que en el mismo periodo el PIB de la zona euro creció un 30% y la población lo hizo un 8%. En otras palabras, el PIB catalán creció 1,2 veces más que el de la zona euro y la población, 3,1 veces más, y ese crecimiento se produjo en poco tiempo, sobre todo entre 2000 y 2008 y con un perfil de extranjeros que lo hacía más complejo”. El alto porcentaje de trabajadores de baja calificación y de abandono prematuro de los estudios lo atestiguan. Aunque hay otros elementos que también delatan las carencias de la economía catalana respecto a ese grupo de cabeza europeo: la diferencia de gasto en I+D de la administración pública, pero sobre todo la de las empresas.

Esta misma semana, la Cámara de Comercio de Barcelona también ponía en duda esa valoración, especialmente porque no tenía en cuenta el impacto de la pandemia ni el hecho de que utilizar la media del conjunto de la Unión Europea generaba distorsiones, al contabilizar países que han crecido de forma acelerada gracias justamente al proceso de convergencia propiciado por el ingreso al club comunitario. El servicio de estudios de la entidad subrayaba que era más lógico compararse con el grupo de las cinco economías equivalentes a la catalana. En ese caso, el PIB per cápita es casi idéntico: algo más de un 2% superior si se tiene en cuenta 2019, antes del impacto de la pandemia. En 2022 estaría un 1,4% por debajo, supuestamente porque la crisis sanitaria golpeó más fuerte en Cataluña.

¿Qué ha sucedido para que se haya producido ese estancamiento? El presidente del Instituto de Economía de Barcelona, Martí Parellada, considera que hay múltiples factores, y que ninguno está suficientemente validado académicamente: “Depende de quién haga el análisis. Puede ser la falta de inversión y de financiación, habrá quienes pongan sobre la mesa el sistema radial, otros el rol que podría ejercer una región metropolitana unitaria, que sería capaz de aportar más productividad...”


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